Cuando
escampe sabré de verdad tu nombre
No
supe sino hasta horas después, con precisión,
que
tu voz era mi luz de asombro, indubitable
y
que el tiempo había detenido su carrera
para
inventar de nuevo cada color del horizonte.
Hubo
una nube de sorpresas.
Luz
de asombro, dije; interrogantes
y
ganas de descubrir los signos de la historia
sin
más limitación que el tacto o la distancia.
Sólo
sabemos las certidumbres de un anhelo
acunado
desde las horas infantiles.
Esa
es la certeza; lo demás es sólo insinuación
ante
la vida, la búsqueda perpetua.
Recorreremos
el mar, inventaremos colores
para
el horizonte nuevo y las incertidumbres.
Nadie
recorre el mundo sin temores
y
cada instante es una vacilación en el signo de los pasos.
Deberemos
aprender a construir de nuevo todo
casa,
certezas, afecto y hasta desesperanzas
para
no entorpecer destinos ni prefiguraciones
y
dejar que el viento diluya todo fardo de soledad y hastío.
Inventaremos
de nuevo el alba, la luz, el arco iris.
Los
senderos son siempre una cruel interrogante.
Cuando
escampe, sabré de verdad tu nombre, el mío,
la
acepción precisa de cada palabra que se anticipe al recuerdo.
De:
“Tu piel en la memoria”
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