Indoamérica
libre
Hermano,
sometido hermano indoamericano,
nacido entre raíces
de la selva boliviana:
déjame escuchar las quejas de tu quena
cuando el frío altiplánoco detiene
el ritmo entumecido
de tus sienes.
Déjame
sentir tu desfallecido aliento
cuando el látigo del amo
te esclaviza
por un trozo de pan como salario
y una manta para el sueño de tus huesos.
Déjame
calmar ahora
la angustia macilenta de tu rostro
cuando curva la fatiga tu espaldas
y la Muerte, desde lejos,
con su mano descarnada te señala.
¡Despierta
ya!
Despierta, hermano indígena del sur,
que una era venturosa se aproxima
si elevas tu mirada hacia la luz.
La
piña tropical
y la guayaba
ya endulzan la boca de tus hijos.
Por el cielo americano te saludan
las alas del cóndor y el quetzal.
¡Rebélate
por fin!
Arroja para siempre tus cadenas
y empuña decidido tu fusil:
es hora de los pueblos liberados,
como antaño con fe lo refrendaran
las banderas promisorias de Bolívar
y altruistas postulados de Martí.
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