A un
león…
León
de melenas rojas
y atronadores rugidos,
¿qué aguardas que no te arrojas
a los zarpazos prohibidos?
La
jaula de tus congojas
custodian viejos bandidos;
tus cadenas están flojas…
y tus barrotes, podridos…
¡Oh,
fiera de ojos sangrientos
que apuñalan los tormentos
de los hierros encendidos!
¿Qué
sueñas, que no te enojas?
¿Qué aguardas, que no te arrojas
a los zarpazos prohibidos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario