lunes, 6 de junio de 2022

HUMBERTO ZARRILLI

 

  

La mujer encinta

 

 

Ahí va por la calle la mujer encinta.
Si su paso es torpe, su mirada es dulce.
Va tornando blanda la tierra que pisa.
Sus caderas tienen ondular de cuna.

Va su cuerpo débil sosteniendo el seno
que pesa el secreto de todo un destino.
Ella va soñando… ¡arrullos, sonrisas!
Ella va soñando y tal vez presiente
el olor rosado de una flor de carne
que en su carne misma con amor florece.

Ella va sonando… ¡caricias y cantos!
Ella va soñando, y le pesa menos
este henchido vientre que su sexo virgen
y el ramo de azahares que llevó orgullosa
la noche de bodas.

A su paso lento todo va tomando
maternal sentido.
Todo es tibio y cóncavo como un seno amante.
Todo le sonríe sin saber por qué.
De sus ojos nacen azules caminos,
y ella los elige con tierna avaricia.

Y si a ralos siente que su carne sufre,
temiendo un más hondo y mudo dolor,
como sí besara sus propias entrañas,
murmura un beso, en un grito, en un sueño;
¡arrorró pedazo de mi corazón!

 

 

 

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