sábado, 2 de julio de 2022

GILLIAN ALLNUTT

 


  

La ligera seda del advenimiento

 


Mara suspira sobre los hilos acomodados en el alféizar de palo de rosa.

Preferiría mirar hacia el fuego.

Es terriblemente difícil decidir cuándo el jardín ha muerto.

En diciembre el lago es mudo.

No quedan hojas y no hay viento que las agite.

Ella dirá después que la luz en Somme era como eso.

Mara suspira sobre las madejas.

No es ni niña ni mujer.

Su hermano está uniformado.

No hay nadie con quien caminar en la mañana.

Su madre siempre la ha dejado sola.

El periódico está prohibido.

El ángel estará bordado, pronto, para las plegarias vespertinas.

Después de eso no habrá más costuras.

Al principio las agujas eran hechas de hueso.

El ángel vendrá por la tarde.

Después ella conocerá el valor de la precisión.

A las dos de la tarde, dirá una y otra vez.

Su hermano no estará perdido entonces.

Él escribe que está aprendiendo a fumar y pulir botones.

Ella se levantará del fuego.

Caminará lentamente de regreso al alféizar.

Sabrá entonces que las manos del ángel son mudas.

Los ojos han desaparecido.

Hay calcetines de seda que nunca bordará para él.

El lago está seco, como hueso.

El ángel es terriblemente hermoso.

Ella no será capaz de llorar.

  

Versión de Luis David Palacios

 

 

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