Todo
este ruido humano que te canto
es
el dolor niño de los días en la sonrisa
de
revista, con el lápiz labial ahora me hablas segura
de
los trenes y tienes la mano para cubrir la luz del
viaje,
de los besos en la frente en el secreto de las vías.
Yo
hago de todo para decirte, para llamar el gajo
de
sol sobre tus ojos y pienso que está fijo en ti
el
bien que se mueve por el mundo.
Cómo
te cierras para retener el sostén en el vuelo
del
agua o sobre los balcones donde se desenvuelve una
soledad
que no sientes, pero espanta,
espanta
a cualquiera, también a los demás (y eran muchos)
para
tirar el dolor por las barandillas, y asomados
también
nosotros, amor, en esta colmena miramos
juntos
el partido, ahora yo he regresado,
pero
quizás es más importante el partido, no queda
otra
metafísica, tampoco la ficción
de
la respuesta, de la pregunta:
«¿te
molesta esta historia?»
«No,
espero todavía todo el tiempo. Y luego, después, otro tiempo, para abrazarte.
Tú relájate. Te traigo algo, aquí al balcón, una ensalada de mar. Pero
diviértete, mira el partido, que ha vuelto a llover, y hay un silencio
perfecto, no tenemos que regar el jardín, se está bien así hoy, los niños están
en la escuela, luego, quizás, más tarde, sería lindo hacer el amor».
Versión
de Antonio Nazzaro
No hay comentarios:
Publicar un comentario