Después
Puse
sobre el mundo la clara luz de tu alegría.
Iluminaba
como la voz de un niño
sintiendo
la inocencia del verano.
Estaba
tu cuerpo oscurecido por el sol.
Había
playas blancas que no acababan nunca
y un
barco encallado en sus orillas,
una
caracola.
Nada
tocó esa pureza,
solo
el presente.
De: “En las aguas de octubre”
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