La antigua estación de Cahors
¡Viajera!
¡oh cosmopolita! hoy en día
Abandonada, dejada, retirada de los negocios.
Un poco al margen de la vía,
Vieja y rosa en medio de los milagros de la mañana,
Con tu marquesina inútil
Extiendes al sol de las colinas tu andén vacío
(Este andén que antaño barría
El vestido de aire en torbellino de los grandes expresos)
Tu andén silencioso al borde de una pradera
Con las puertas siempre cerradas de tus salas de espera,
Cuyo calor de verano agrieta los postigos…
Oh estación que has visto tantos adioses,
Tantas partidas y tantos regresos,
Estación, oh doble puerta abierta a la inmensidad encantadora
De la tierra, donde en alguna parte debe encontrarse la alegría de Dios
Como una cosa inesperada, relumbrante;
Ahora tú reposas y gustas las estaciones
Que regresan trayendo la brisa o el sol, y tus piedras
Conocen el relámpago frío de las lagartijas; y el cosquilleo
De los dedos ligeros del viento en la hierba donde están los rieles
Rojos y rugosos de óxido,
Es tu único visitante.
La sacudida de los trenes no te acaricia ya:
Pasan lejos de ti sin pararse sobre tu césped
Y te dejan en tu paz bucólica, oh estación por fin tranquila
En el corazón fresco de Francia
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