Autos
La
primera noche que no pude
dormir con un hombre
escuché a los autos.
Recostando mi cabeza
sobre la almohada compartida me entregué
a esa corriente silenciosa
que empezaba a formarse
cuatro pisos más abajo
¿los escuchás?
¿Eh?!
Si los escuchás…
¿Qué cosa?
Hay algo imposible en ese sonido
algo más que la inercia sobre un plano
no
puedo decir que se muevan -yo no los estoy viendo-
pero rugen y rasgan
cada punto
si hasta los siento deslizarse por mi piel
como una lengua áspera
Entonces
olvido que son autos
chapa sobre ruedas
que alimentamos con hidrocarburo
y los escucho:
son como la hierba
que se expande hasta volverse finita y desaparecer
ese ruido hacen cuando se alejan,
es una especie de dolor
algo así como una mirada retirándose
no tan definitivamente.
Esa
turba diminuta al filo del asfalto
como la brasa que queda prendida
y en mitad del silencio
suena y suena
es lo único que puede salvarme
Yo
no quiero que los vuelvan más sigilosos
¿cómo soportaría, por ejemplo, esta noche
junto a un cuerpo que no puedo ama
si no fuera por el sonido
de sus motores?
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