domingo, 15 de junio de 2025

GLADYS GONZÁLEZ

 

 

 

Última noche

 


Me hablas a mí

De hombres oscuros

Que llegan

a la barra de los bares

Pretendiendo beber

A costa de quienes

Guiñan el ojo

En la presa equivocada

Y terminan arrastrándose

Hacia la puerta

Tarareando cuchilladas

Entre los dientes

 

me hablas a mí

de hambre

cuando solo el olor

del aceite

de los mercados

saciaba el apetito

y daban ganas de llorar

por el asco

 

me hablas a mí

del miedo

de la paranoia

del terror

a entrar

en una cabina telefónica

para esperar un automóvil

con las marcas de la muerte 

 

no me hables

de lo que se siente

cuando te rompen el corazón

después de bajar la guardia

y el sudor

te arrastra bajo tierra

a un pozo encementado

 

no me hables

como si fuéramos niños

dejando migas de pan

en las calles

para encontrar el camino

a la cordura

 

sólo encontramos

hoteles sucios

y malos negocios

al guardarlas en los bolsillos

 

déjalas ahí

para que sean alimento

de las cucarachas

que se esconden

entre las fisuras

del concreto

 

no me hables

mientras bebo

no me interesa

escuchar a alguien

decir lo mismo que yo

 

-mirémonos

en el espejo de los licores

una conversación silenciosa-

 

observa a los demás

todos sienten lo mismo

un perro rabioso

les arrancó el amor

de las manos

 

ninguno

tuvo el valor

para mirar de frente

a la eternidad

 

ahora

se quejan

como tú lo haces

de que nada tiene sentido

de la desilusión

del desencanto

de las formas en las cuales

se suicidarán

para vengarse

 

no me hables

de segundas oportunidades

porque son

las que siempre

duelen más

 

si quieres

improvisamos una canción

para que todos puedan llorar

mientras reímos

sarcásticamente

 

si quieres

golpeamos las mesas

de esta cantina

o subimos al centro

a buscar balas perdidas

en las esquinas

 

porque da lo mismo

ya no queda nadie

a quien le importemos

 

no me hables

de hijos

de llevarme lejos

y protegerme

de mí misma

 

no me hables

de la civilidad

de los trenes amarillos

de la seguridad social

del frío

que hace explotar

las tuberías

 

yo soy un mounstruo

y esta selva

de boxeadores viejos

es mi jardín secreto

y mi familia

 

no me hables

de corazas

de rencores

de odios

 

yo

sólo tengo

mi reputación

que es la llave

para que las navajas

silben en el silencio

que dejo

tras de mí

 

no me hables

de amor

de seguirte

a otras ciudades

de conseguirme empleo

y matrimonio

 

yo solo

voy detrás

de quien me siguió primero

de quien me cuidó

y me dio un lugar

en su pobreza

de quien trinchó

con sus dedos 

los trozos de vidrio

de mi destilado

para que siguiera bebiendo

 

no me hables

por favor

que duele

tanta falsa rudeza

y los amigos van cayendo

uno a uno

enredados con la saliva

 

esto

es lo que dejaste

para cultivar

 

esto

que te asusta

demoró años

 

en volverse

tan severo

tan crudo

tan inclemente

 

no te acerques

muchacho

 

que las luces rojas

de este barrio de negros

comienzan

a caerte encima

ya no eres invisible

cuando caminas

junto a la grasa

 

estas arenas movedizas

solo son

para los que tienen

un cajón desvencijado

lleno de promesas

de la peor clase

para no naufragar

 

para los que arden

en el reflejo de los cristales

de un hotel

durante una tormenta eléctrica

sin saber nada

el uno del otro.

  

 

De: “Hospicio”

 

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