Poema
de amor de mi abuela
Ya
tarde en su vida, cuando nos enamoramos,
la
sacaba del asilo de ancianos para
tomar
dos bourbon y luego una cerveza.
Contaba
un chiste afilado como la tapa de un bote
calentada
por los dientes del abrelatas,
y a
carcajadas reía con su risa de maíz molido.
Además
de su ingenio, se orgullecía de su pelo,
nevado
y abundante. Lo levantaba
hasta
la nuca, allí en el bar,
y
debajo del blanco, debajo de las entrecanas,
me
mostraba su color verdadero,
el
color que tenía cuando era novia:
como
su sexo en la luz humeante me mostraba
el
negro puro.
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