Perdidos en La Habana
Se puede ver a lo largo de Cuba verdes
o rojos o amarillos descascarándose con el
agua y el sol, verdaderos paisajes de estos
tiempos de guerra
Después
de tres botellas de ron
ella lloraba en el lobby
del Hotel Capri, mientras le leía poemas que no eran míos,
Hablaba de las playas a las que llegó
en motocicleta, cuando aún el sol brillaba
los cubanos son niños que lo miran todo decía
Otro
él, aparece desde el centro del salón y necesito
más de un segundo para
reconocerle
me acerco y me cuenta de mujeres, palacios de salsa,
de bailes mágicos
no hay, pienso
no existe una isla
sin orillas
No quiero habanos
no tengo dólares
mejor será
desaparecer antes que la noche
El Vedado, La Habana, Cuba, 1995
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