martes, 9 de julio de 2013

ATENA RODÓ





Desde tus manos

Te deslizas suavemente
Como una sábana cayendo
Tus manos deletrean
Las letras del universo
Me miras con ternura
Alcanzo a rozar tus labios
Silencio… silencio
No hay luces encendidas
Silencio…y tus labios sonríen
Me miras, me descubres
Palpas mi vientre
No hay sonidos,
Sólo el lenguaje de tu cuerpo
Abres mil capullos
Y se arquea mi cuerpo
Me entrego a tu locura
Sientes como me estremezco
Te descubres el alma
Con tus pupilas enloquezco
Tus labios en los míos
Mudos, absortos
En esos latidos furiosos
De olas que llevas dentro
Me subes en la cima
Me amas tras la luna
Nos fundimos en la bruma


RAFAEL DE LEÓN



Romance de "La Lirio"



Por la arena de la playa
va con un hombre "la Lirio".
La tarde pone en sus ojos
un barco de plata y vidrio,
mientras que Cádiz se enciende
a lo lejos como un cirio,
en un altar encalado
de torres en equilibrio.

-No sé qué sería de mí
si me dejaras, mocito-,
suspira dulce y lejana
y en un sollozo, "la Lirio".

El hombre moreno y alto
con voz de viento salino
le dice mientras su talle
aprieta como un jacinto:
-Llevo tu nombre en el brazo
tatuado desde niño
y en el corazón un ancla
de juramento perdido.

Por la arena de la playa
viene cantando un chiquillo:

La Lirio, la Lirio tiene,
tiene una pena la Liro
y se le han puesto las sienes
moraítas de martirio.

Cádiz, de cal, a lo lejos,
huele a guitarra y a vino.
"La Bizcocha" es una vaca
con sortijas en los dedos,
voz de aguardiente de Rute
y cintura de brasero.
"La Bizcocha" lleva siempre
en su labio amarillento
una colilla colgada
y una blasfemia en acecho.

-¿No vino "la Lirio"?
-No,
responde una voz en eco
-¡Mardita sea...!
La colilla
cae de los labios al suelo,
como un sucio equilibrista
que cayera de un trapecio.
Y por la taberna va
un taco de carretero
que se clava en la flamenca
de un cartel de toros viejo.

En una mesa, con sorna,
canta un viejo marinero:

Se dice si es por un hombre,
se dice que si es por do;
pero la verdá del cuento
¡Ay, Señó de los tormentos!
la saben la Lirio y Dió.

Sobre el mostrador, borracha,
"La Bizcocha" está durmiendo
un sueño de peluconas
con "la Lirio" de por medio.


-¿Estará el barco en la playa?
-Estará al amanecer...
-Pos descanse usía tranquilo,
que allí se la llevaré.
-¿Y si ella no quiere, vieja?
-Poco sabe su mersé
de las razones que tiene
mi "menda" pa convensé...
¡Sincuenta moneas de oro!
¡Vaya rasones, y olé!

Y una voz entre la sombra
termina el romance aquel:

Que fue con un bebediso
de menta y ajonjolí;
que fue una noche de luna,
que fue una tarde de abrí.

-¿Dónde está mi blanca novia,
dónde está que no la veo?

(Un barco en la madrugada
se va perdiendo a lo lejos...)

-¿Dónde está "la Lirio", dónde,
que yo sin verla me muero?

(Mocito, busca otra novia
porque esa tiene ya dueño
y va en un trono de espuma
navegando mar adentro...)

-Mira su nombre en mi brazo,
sobre mis venas latiendo,
y en mi pulso y en mi lengua
y en la punta de mis dedos.

(Para tapar ese nombre
ponte un brazalete negro...)

-¡Mira que la llevo aquí
crucificada en mis centros!

(Arráncate las entrañas
y da tu dolor al viento...)

¡Mira que de no mirarla
me estoy muriendo y muriendo!

(Pues encomienda tu alma
porque ese amor está muerto...)

Amarga, de Puerta Tierra,
viene la voz de un flamenco:

A la mar maera,
y a la Virgen, cirio,
y pa duquitas, mare de mi arma,
pa duquitas negras,
las que tié la Lirio.

Caminito de las Indias
un barco se va perdiendo.
"La Lirio" corta sus trenzas
con tijeritas de acero,
llenando el mar de suspiros
y el aire de juramentos,
mientras que, roto, en la playa
-veleta de amores muertos-,
clavando su desengaño
en la Rosa de los Vientos,
moreno de sal y luna,
llora y llora un marinero.


FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ




Soneto a la doncella lejana



Inaccesible al viento que suspira
por apagar la luz de su cabello,
inaccesible al pálido destello
de la estrella lejana que la mira.

Inaccesible al agua que delira
por llegar a la orilla de su cuello,
inaccesible al sol y a todo aquello
que alrededor de su persona gira,

la doncella en su mundo de diamante
inclina la cabeza lentamente
para escuchar en el remoto mundo:

el eco de un latido muy distante,
la resonancia de una voz ausente
y el sonido de un paso vagabundo.


RUBÉN DARÍO




Margarita
                                                                     In memoriam


Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá

Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita:
«Si... no..: si... no...» ¡y sabías que te adoraba ya!

Después, ¡oh flor de Histeria!, llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas eran mías.

Y en una tarde triste de los más dulces dias,
la Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡como a una margarita de amor te deshojó!



AMADO NERVO




El amor nuevo



Todo amor nuevo que aparece
nos ilumina la existencia,
nos la perfuma y enflorece.

En la más densa oscuridad
toda mujer es refulgencia
y todo amor es claridad.
Para curar la pertinaz
pena, en las almas escondida,
un nuevo amor es eficaz;
porque se posa en nuestro mal
sin lastimar nunca la herida,
como un destello en un cristal.

Como un ensueño en una cuna,
como se posa en la rüina
la piedad del rayo de la luna.
como un encanto en un hastío,
como en la punta de una espina
una gotita de rocío...

¿Que también sabe hacer sufrir?
¿Que también sabe hacer llorar?
¿Que también sabe hacer morir?

-Es que tú no supiste amar...



GONZALO OSSES VILCHES



Bastó Tan Sólo Un Sí


Bastó tan sólo un sí
para vivir el ya y el después,
bastaron algunos suspiros
para crear un hoy.

Bastó tan sólo un sí en el momento justo
para que muriera el eres.
Bastó tan sólo un sí de tus labios
para que se olvidara el soy.
Bastó tan sólo un sí, un simple sí, un único sí,
para que naciera el somos.

Y desde ese sí mágico y tierno
comenzó a forjarse la promesa de tus besos.
Y desde el equipaje de nuestro sueño
nacimos a una tímida realidad.

Te presté mi hombro al sol
y por la noche entregué mi cuerpo a tu cuerpo.

Bastaron dos personas solas para parir un mundo
y me bastó tu imagen para edificar un universo.

Bastaban la espera y el sonido del teléfono anunciando tu llamada,
bastó tu voz inmaculada, bastó la ternura de tus palabras,
bastó tu sueño ceniciento, bastó mi espíritu sediento.

Bastó la timidez de tu sonrisa,
bastó este poema, junto a tus caricias…

Bastó que existieras en mis segundos para amar el tiempo,
que existieran las horas y el silencio
para saber que así ?y sólo así? respiramos juntos.