viernes, 4 de julio de 2014

LETICIA RUIZ ROSADO


 

En el silencio

 

En el silencio
siempre se plasma mi voz, tu voz, que es la misma que canta...
en el silencio se desgarra el manto del evento ligado
a los aromas de tantas que no hallo metáfora igual en el cielo
en que se vierta el polen que acaricia flagerante eco de voces
que no hablan por pura pudor...
por pura nada...
en el laberinto...
de los desencuentros...
siempre desgarradores y tiernos del hoy
y el mañana cibernético.

 

 

LORENZANA BRUNET



 

¡Coquí! ¡Coquí!

  

Bajo la fresca yerbita
que recubre mi jardín,
oigo muchas vocecitas
que gritan: ¡Coquí! ¡Coquí!

Me acerco pronto, curioso,
a descubrirlas allí,
y levanto cada hojita.
Mas sólo oigo vocecitas
que burlonas todas gritan:
¡Coquí! ¡Coquí...! ¡Por aquí...! ¡Por aquí...!

¡Se están burlando de mí!...
Entonces con loco empeño
corro de aquí para allí.
Registro cada matita,
sacudo las florecitas,
y se esconden las malditas,
cantando muy burloncitas:
¡Por aquí...! ¡Coquí...! ¡Don Coquí!
 
 
 


 
 

 

LUIS RECHANI AGRAIT


 

Ritornelo de primavera

 
 

El cielo es nuevo. La tierra entera
del hondo caos ha renacido,
y ahora es que irrumpe la nueva era
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

La savia al árbol se le acelera,
y en las arterias bate un latido
atropellado y enardecido,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Más tembloroso, más conmovido
más dulce y tierno que antes lo fuera
bulle el secreto que guarda el nido
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Ríe el bohío de la ladera,
la azada sufre menos cansera,
ebria de prado reverdecido,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

El mar su austera calma no altera,
pero a las plantas de la ribera
deja un galante beso rendido,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Las madreselvas se han encendido;
los pastos secos de la pradera
cambian su viejo manto raído,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Y hasta el pantano –sueño incumplido–
como sus aguas cambiar quisiera,
le roba al cielo su colorido,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Tiene la niña tal alegría
que definirla yo no sabría;
pero la vuelve más retrechera,
la da más garbo, más gallardía,
tanta alegría de primavera.

No hay ya en el lirio melancolía,
el halda es gozo de pajarera,
y exaltaciones de profecía
–bajo el embrujo de primavera–
visten de fiesta la serranía.

No hay ya en el lirio melancolía,
el halda es gozo de pajarera,
y exaltaciones de profecía
–bajo el embrujo de primavera–
visten de fiesta la serranía.

Su charla alada, viva, ligera,
sueña de un modo que se diría
que su palabra dicharachera
no es prosa llana sino poesía,
música alada de primavera.

Cantan las ondas de la bahía,
canta el jilguero de otra manera,
y pleno el mundop de melodía
–bajo el embrujo de primavera–
canta un allegro que no sabía.

¿Cuál magia rara que todavía
se desconoce, perfumaría
su carne núbil, su cabellera,
que arroba y turba la hechicería
de su perfume de primavera?

Huele distinto la enredadera;
arropa un tibio vaho la era,
y ante el celeste mes de María
–bajo la gracia de primavera–
más puro aroma la rosa envía.

Hay en sus ojos luz agorera,
como el reflejo de una quimera,
como chispazo de lejanía,
al vivo fuego de primavera.

Fulge la clara noche lunera,
y vuelca el cielo que reverbera
–bajo el prodigio de primavera–
sus amplios cofres de pedrería.

Brindan sus labios nueva ambrosía,
sedosa pulpa de quinceañera.
La miel del tacho que desespera
por saber cómo se igualaría
a esta ambrosía de primavera.

Se endulza el agua de la palmera,
fluye sabrosa la linfa fría,
la fruta virgen y tempranera
–bajo el impulso de primavera–
a cualquier boca se entregaría.

Lleve en su pecho y en su cadera
un blando ritmo de paganía;
y cuando cruza juncal la acera
arde en sus curvas la sinfonía
del ritmo blando de primavera.

Quiere el capullo ser flor un día,
la rama seca, ser haz de hoguera;
sueña callada la sementera
–bajo el influjo de primavera–
ser un milagro de lozanía.

Sueña la niña, sueña y ansía,
sin que ella sepa qué es lo que espera,
qué es lo que busca su fantasía;
sin que ella sepa que desvaría
porque lo manda la primavera.

Zarpa con rumbo desconocido
el ansia ardiente y aventurera,
francos delirios la han sacudido
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Velo de novia tiene ceñido
bajo las nubes la cordillera
que al sol recibe de prometido,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

El gallo finge metiendo ruido
–son martingalas del calavera–
que gusanillos ha conseguido
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.


Aun la violeta –¡quién lo creyera!–
sus timideces echó al olvido
y en los arriates es la primera
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Anhela el mármol estremecido
ser beso, risa, llama, gemido,
ser rutinaria vida siquiera,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

Detiene el tiempo su marcha artera,
la lucha es menos sañuda y fiera:
Luzbel, no hay duda, se ha convertido,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.


El alma es otra. La vida entera
es otra vida, y otra es la era,
y otro es el mundo que hoy ha nacido,
porque ya viene mayo florido,
porque ya canta la primavera.

 

 

LUIS FELIPE DESSUS


 

Toussaint

  

Un grito se oyó un día en una tierra indiana.
Era un desesperado grito de rebelión,
porque, bajo el ramaje de una selva antillana,
un rugido lanzaba africano león.

Era "Toussaint" que, al frente de febril caravana,
de su pueblo y su raza combatía la opresión,
y en el bosque frondoso y en la fértil sabana
el poder derrocaba del Primer Napoleon.

En la feroz contienda un grito de agonía
asustada y medrosa lanzó la tiranía:
ya eran dos los fuertes, ya eran dos los grandes;

el que vieron los Alpes y el que vieron los Andes...
Mas, por la fuerza augusta de miríficas leyes,
¡vencedor fue el esclavo del vencedor de reyes...!

 

LUIS PALÉS MATOS

 


Canciones de la vida media

  

Ahora vamos de nuevo a cantar alma mía;
A cantar sin palabras.
Desnúdate de imágenes y poda extensamente
Tus viñas de hojarasca.

No adulteres el mosto que hierve en tus lagares
Con esencias extrañas,
Y así, te dará un vino sencillo pero puro,
Porque es vino de casa.

Anda el viejo camino para que se te vea
La intención noble y clara,
Y huye de las retóricas travesuras ingenuas
Que inquietaron tu infancia.

Ya eres vieja, alma mía. Árbol que entra en la zona
De la vida mediada.
Como fruta madura te cuelga el sentimiento
De la rama más alta.

Rama de bella fronda que perfumó al canto,
Ahora se ve pelada...
Para cuajar el fruto tuvieron que caerse
Las hojas de la rama.

Así estás, alma mía, en tu grave hora nueva,
Toda desnuda y blanca,
Erguida hacia el silencio milenario y profundo
De la estrella lejana.

 

 

JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ



 

Americana

  

Vente, niña, a mi bohío
vente, niña, a mi conuco
ven, que ya está mi cayuco
junto a la orilla del río.

Abandona las murallas
de los campos por la alfombra
y ven a gozar la sombra
de un bosque de pitahayas.

Y verás cuán placentero
bajo mi techo de yagua
es oír sonar el agua
del tropical aguacero.

Quiero verte en mi batey
más esbelta y seductora
que la espiga cimbradora
que se eleva del maguey.

Mas pronto, pronto, mi bien
si no quieres que mi vida
mustia, triste y abatida
cobije el guariquitén.

Son más rosados tus labios
que la fruta del cijao
y es más dulce que melao
tu sonrisa a mis agravios.

Es tu cariño mi ley
tu desdén es mi verdugo
más mortífero que el jugo
que destila el marunguey.

Cuán diferente, bien mío
corre al par nuestra existencia
tú en tranquila complacencia
yo en inquieto desvarío.

Tú eres la rosa galana
que de púrpura se viste
y yo soy la palma triste
que vegeta en la sabana.

Tú eres la calandria leda
que trina dulce, amorosa
y yo un ave misteriosa
quejándose en la arboleda.

¡Ay!, mi vida tiene brumas
que ocultan mis peregrinas
visiones, cual las neblinas
en el monte los yagrumos.

Y el llanto de mi tristeza
ya corre cansadamente
como asoma lentamente
la resina en la corteza.

Pero en cambio a mi dolor
a mi pena y mi agonía
tengo un cielo, vida mía
que es el cielo de tu amor.

Reflexiona, por piedad,
las palabras que te digo
y ven a partir conmigo
mi conuco y mi heredad.