martes, 24 de noviembre de 2015


KOBAYASHI ISSA




¡Flores de cerezo en la noche!
Cómo ángeles
Descendiendo del cielo.


De primavera


MARCELO DANIEL FERRER




Dejarse llevar



Si la tarde cae o se levanta,
¿No da igual?

Hay razones pensables
Para que esta bella soledad
Sature de encantos esta tarde
Y su pausado andar.

La espontaneidad arrasa
La consistencia del tacto,
Se masifica el espíritu
Con la tarde que apenas cae.

La penumbra nos borronea la vista,
En abstracto, se conectan las almas,
Tu vestido... mi camisa,
Comienza el dulce juego de caricias.

Si soltar pasiones es fusionar en éter corazones,
Piel, pollera y pantalones
Que dormiten fuera los rosales
O que el tilo mude sus amarillos invernales
Que anochezca
Que amanezca
Que se sature el aire del roce incansable de tocarse
¿Hace eso la diferencia al expresarse?

Fusionar y dejarse llevar...
Calentar el aire y flotar,
Buscar una huella en tu cuerpo
Y comenzarla a andar...
Amarnos en esta tarde de caída leve pero magistral
Hasta que el ángel de esta tan complaciente soledad
Nos diga que hemos a la tierra de regresar.



MARILINA RÉBORA



  
A mi hijo



Alguien dijo que recuerdas
Un niñito de Murillo,
Y en verdad que lo pareces
Por tu gracia y por tus rizos.
Tienes cabellos castaños,
Ensortijados y finos
Con algo de oro en las sienes,
Como si fuera rocío.
La tez pálida y morena,
Negros ojos expresivos
Que miran llenos de asombro,
Como miran los del niño.
Estabas con tus juguetes,
De pie sobre el ancho piso,
Cuando te vi de repente
Junto al blanco corderillo;
Y al mismo tiempo la imagen
Que tuviera en el olvido
Apareció viva y fuerte,
Tan clara como un prodigio.
Sin perder un solo instante,
Entré de un salto al recinto
Y trepando como pude
Saqué el Cristo de su sitio,
Colocándolo a tu lado
Según era mi designio.
Y después, en un arranque
De ternura y de cariño,
Orgullosa más que nunca
De mi hijo y de mi niño,
Exclamé dándote un beso
En ese rostro tan lindo:
"¡Eres el San Juan Bautista
Más delicioso que he visto!"




JULIO FLÓREZ ROA




Flores negras



Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
Y en el fondo de esta alma que ya no alegras,
Entre polvo de ensueños y de ilusiones
Yacen entumecidas mis flores negras.
Ellas son el recuerdo de aquellas horas
En que presa en mis brazos te adormecías,
Mientras yo suspiraba por las auroras
De tus ojos, auroras que no eran mías.
Ellas son mis dolores, capullos hechos,
Los intensos dolores que en mis entrañas
Sepultan sus raíces, cual los helechos
En las húmedas grietas de las montañas.
Ellas son tus desdenes y tus reproches
Ocultos en esta alma que ya no alegras;
Son, por eso, tan negras como las noches
De los gélidos polos, mis flores negras.
Guarda, pues, este triste y débil manojo,
Que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
Guárdalo, nada temas, es un despojo
Del jardín de mis hondas melancolías.



DAMSI FIGUEROA



  
El último



Ando buscando un árbol
que de sombra
entre cuyas raíces repose un cuerpo
que ya no lo sea tanto

Ando buscando un árbol
que de una sombra larga
pero profunda

Ando buscando una humedad
que se hunda como un túnel
en la tierra negra

Ando buscando una humedad
olorosa
con olor a sombra y árbol

Ando buscando un libro, seguramente
no un libro abierto sobre dos rodillas

Ando buscando un libro
para no humedecerme las nalgas
cuando me siente bajo la sombra
del árbol que ando buscando.




FRANCISCO ÁLVAREZ



  
Ella



Desnúdenme tus manos lentamente
sobrenadando senos y caderas,
y desliza tus dedos diligente
entre botones, lazos, cremalleras.

Mira mis ojos y ábreme la blusa,
y descuelga los pechos prisioneros,
que mi deseo nada te rehusa,
y ellos son del deseo mensajeros.

Se abren a ti como dos rosas tiernas,
esperando la lengua en los pezones,
y percibo temblores en mis piernas,
y un aire abrasador en los pulmones.

No hay en mi ofrecimiento ambigüedades,
va a ti sin desvergüenza o timidez,
y aunque con tinte de frivolidades,
parece siempre la primera vez.

Besa con humedad mi boca hambrienta,
y haz que ambas lenguas jueguen en contacto,
no ha de haber nada a lo que no consienta ,
mía es la voluntad, tuyo es el acto.

En la espalda hay insólitos caminos
que mi mano jamás ha transitado,
y de tus dedos brotan remolinos
erizando la piel de mi costado.

En breve y delicada sacudida
mis hombros de la blusa se desprenden;
semidesnuda estoy, y enardecida,
y alzo los brazos, que hacia ti se extienden.

Detente brevemente en la cintura,
rodéame en caricias circulares,
y explora el resto de mi arquitectura,
con paso franco a todos mis lugares.

Cae la falda a los pies..., al fin desnuda...
Qué libertad e independencia siento.
No queda en mí vacilación ni duda,
sólo serenidad..., y atrevimiento.

Están mis ojos en tus ojos fijos,
y tus manos me arropan insistentes;
suaves contactos causan regocijos,
lentas fricciones llegan más frecuentes.

Aproxímate más, cúbreme entera,
encadéname a ti, y abre mi rosa,
dame un beso total, de tal manera
que resulte en fusión voluptuosa.

Quédate en pie y recibe el doble abrazo,
y al rodear tu cuerpo con mis piernas,
introduce tu furia de un zarpazo
anegando mis cámaras internas.

El ímpetu, el gemido y los sudores
me dirán que soy tuya y eres mío;
seremos mutuamente posesores,
como el cauce y las aguas en el río.