martes, 20 de diciembre de 2016


VÍCTOR HUGO




Los nidos



Cuando el soplo de abril abre las flores,
buscan las golondrinas
de la vieja torre las agrestes ruinas;
los pardos ruiseñores
buscando van, bien mío,
el bosque más sombrío,
para esconder a todos su morada
en los frondosos ramos.
y nosotros también, en el tumulto
de la inmensa ciudad, hogar oculto
anhelantes buscamos,
donde jamás oblicua una mirada
llegue como un insulto;
y preferimos las desiertas calles
donde la turba inquieta
en tropel no se agrupa; y en los valles
las sendas del pastor y del poeta;
y en la selva el rincón desconocido
donde no llegan del mundo los rumores.
Como esconden los pájaros su nido,
vamos allí a ocultar nuestros amores.


Versión de Salvador Díaz Mirón


SALVADOR ESPRIU




Llama



En círculo, noche, observan
reciente silencio, mármol
en triunfo, apagada
boca rebelde. ¿Qué ritmo
extraño de metales, por árido
reino, te conduce
a un desnudo combate? Presiento
cómo se convierte en difícil,
perverso, príncipe de muertas
flores cenicientas, palabras.


Versión de  José Batlló


OLGA OROZCO




Entre perro y lobo



Me clausuran en mí.
Me dividen en dos.
Me engendran cada día en la paciencia
y en un negro organismo que ruge como el mar.
Me recortan después con las tijeras de la pesadilla
y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada lado:
una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la
     furia a solas,
y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes manadas.

No consigo saber quién es el amo aquí.
Cambio bajo mi piel de perro a lobo.
Yo decreto la peste y atravieso con mis flancos en llamas
las planicies del porvenir y del pasado;
yo me tiendo a roer los huesecitos de tantos sueños
     muertos entre celestes pastizales.
Mi reino está en mi sombra y va conmigo dondequiera que vaya,
o se desploma en ruinas con las puertas abiertas a la
     invasión del enemigo.

Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al corazón,
y cada amanecer me encuentra con mi jaula de obediencia en el lomo.
Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara,
y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los hombres
un aterciopelado veneno de piedad que raspa en las entrañas.
He labrado el torneo en las dos tramas de la tapicería:
he ganado mi cetro de bestia en la intemperie,
y he otorgado también jirones de mansedumbre por trofeo.
Pero ¿quién vence en mí?
¿Quién defiende de mi bastión solitario en el desierto, la sábana del sueño?
¿Y quién roe mis labios, despacito y a oscuras, desde mis propios dientes?


ALEJANDRO DUQUE AMUSCO




Habitaciones "Holofernes"



A estas alcobas de velada luz y lechos clandestinos,
de la mañana hasta la demacrada madrugada
las parejas acuden.
Imantados de su desnudo hermoso
los cuerpos ruedan, se suceden
entre rojos muarés y tabiques de espejos que regalan miradas, roces, formas.
Suben las escaleras
con un silencio de complicidad y alborozo,
la húmeda hoguera del deseo en los ojos
y aún la llama peor: la del remordimiento.
Saben, tácitamente lo consaben,
que aquellas escaleras de discreta penumbra conducen a la gloria,
pero que luego bajan
al infierno. Siempre la vida tasa
con severa medida, y al goce sigue
el lento sufrimiento, al triunfo la aridez,
y las lágrimas matan la luciérnaga blanca de una boca que ríe.
Nada está escrito,
pero todo se cumple:
                                             el precio de la felicidad
es la desdicha.
                              Ellos se juran, se prometen
ante el sagrado libro de sus cuerpos,
y en el estrecho nudo que los desengendra para siempre
se dan una guirnalda de placer fugitivo.
Una noche de amor
y otra larga, insondable, de olvido.


De "Sueño en el fuego"




ROSALIA DE CASTRO




Pobre alma sola!, no te entristezcas...



¡Pobre alma sola!, no te entristezcas,
deja que pasen, deja que lleguen
la primavera y el triste otoño,
ora el estío y ora las nieves;

que no tan sólo para ti corren
horas y meses;
todo contigo, seres y mundos
de prisa marchan, todo envejece;

que hoy, mañana, antes y ahora,
lo mismo siempre,
hombres y frutos, plantas y flores,
vienen y vanse, nacen y mueren.

Cuando te apene lo que atrás dejas,
recuerda siempre
que es más dichoso quien de la vida
mayor espacio corrido tiene.



JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS



  
Parkour

                           Ad Deum non acceditur passibus corporalibus
                                                                   Tomás de Aquino



Esto es lo que nunca nuestros antepasados

hicieron, desplazarse por la ciudad, de un punto

hasta otro cruzando los dominios del viento.

Materiales de última generación construyen

estos cuerpos humanos. Son más que decatletas.

Con los ojos cerrados rezan estas palabras:

Si tengo todo el tiempo por delante,

tengo todo el espacio por delante.

¿Cuántas curvas podrán engendrar con un salto?

Trazarán contra el cielo un fugaz acueducto

sin sufrir contusiones. Se han vuelto invulnerables

al mobiliario urbano. Cuando caen los espera

el asfalto, el granito transformado en alfombra.

Los obstáculos forman parte de la belleza.

¿Qué harán con el regalo de la elasticidad?

Mostrarlo. Compartirlo. Anticipar futuro.

Rozar con los talones las ramas de los árboles.

Superar la muralla abriendo una parábola.

Nadie se acerca a Dios con los pasos del cuerpo.

Se lanzan como dardos desde las azoteas.

Desconocen el vértigo. Tal vez ya son ingrávidos.

Quedan cuando amanece. Silenciosos practican

equilibrio de gato sobre la balaustrada.

El verdadero don no es la musculatura

sino la voluntad.