miércoles, 15 de marzo de 2017


ANTONIO MACHADO




Un criminal



      El acusado es pálido y lampiño.
Arde en sus ojos una fosca lumbre,
que repugna a su máscara de niño
y ademán de piadosa mansedumbre. 

      Conserva del obscuro seminario
el talante modesto y la costumbre
de mirar a la tierra o al breviario. 

      Devoto de María,
madre de pecadores,
por Burgos bachiller en teología,
presto a tomar las órdenes menores. 

      Fue su crimen atroz. Hartóse un día
de los textos profanos y divinos,
sintió pesar del tiempo que perdía
enderezando hipérbatons latinos. 

      Enamoróse de una hermosa niña,
subiósele el amor a la cabeza
como el zumo dorado de la viña,
y despertó su natural fiereza. 

      En sueños vio a sus padres —labradores
de mediano caudal— iluminados
del hogar por los rojos resplandores,
los campesinos rostros atezados. 

      Quiso heredar. ¡Oh guindos y nogales
del huerto familiar, verde y sombrío,
y doradas espigas candeales
que colmarán las trojes del estío!. 

      Y se acordó del hacha que pendía
en el muro, luciente y afilada,
el hacha fuerte que la leña hacía
de la rama de roble cercenada. 

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      Frente al reo, los jueces con sus viejos
ropones enlutados;
y una hilera de obscuros entrecejos
y de plebeyos rostros: los jurados. 

      El abogado defensor perora,
golpeando el pupitre con la mano;
emborrona papel un escribano,
mientras oye el fiscal, indiferente,
el alegato enfático y sonoro,
y repasa los autos judiciales
o, entre sus dedos, de las gafas de oro
acaricia los límpidos cristales. 

      Dice un ujier: «Va sin remedio al palo».
El joven cuervo la clemencia espera.
Un pueblo, carne de horca, la severa
justicia aguarda que castiga al malo.


ELSA LÓPEZ




Corre, amor, por el aire,
no detengas tu vuelo.
La reina tiene miedo, amor,
la reina está asustada,
que ayer sostuvo el arco y las flechas reales
cuando vio a los guerreros dispuestos a la caza.
El vuelo de mis alas se extendió sobre ellos
y el rey dijo: "Matadla".
Pero la reina dijo:
"Está llena de gracia,
tiene el vuelo ligero y las alas le brillan
al descender la noche.
Y cuando vuelve a casa huele a arrayán su pelo
y tiene los pies fríos de haber volado tanto.
No la matéis, señor,
es Shamra, la pequeña,
la hija más amada,
la que habéis prometido como reina a Damasco.
Dejádmela que viva.
Le cortaré las alas y aunque se vuelva triste
los caminos de Bosra no volverán a verla."
Eso fue lo que dijo.


1995


De: "Tránsito"1995:


JESÚS MUNÁRRIZ





Perspectiva



Hay días que parecen bodegones cubistas:
todo tiene joroba
o se parte en mitades
desiguales,
todo está lleno de ángulos,
todo cae revuelto como torre de naipes
derrumbándose,
o revuelto se escapa como mazo
de globos dispersándose,
todo es en blanco y negro,
en ocre y gris,
todo es plano, replano,
todo se despedaza-

Y sin embargo,
en su conjunto
algo
liga los elementos, los interrelaciona,
el desconcierto
cobra un sentido nuevo
y el efecto final
acaba siendo armónico-

aunque sólo se ve,
apagada la luz,
desde la cama.


JOSÉ ÁNGEL VALENTE




La blanca anatomía de tu cuello...



La blanca anatomía de tu cuello.
Subí a la transparencia.
Tallo de soberana luz, tu cuello.

Podría estar exento,
ser sólo así en la naturaleza,
tallo de una cabeza no existente.
Cuello. Tallo de luz. Exento.

Para inventar de nuevo
tu mirada y tu irrealidad.
Para soñar de nuevo el mismo sueño.
 


ESTHER GIMENEZ




Où picoraient des chouettes



Cuando desapareces con el día
quisiera visitar la luna negra.
Dicen que allí no hay fábricas de faros,
que no se posa nunca la lechuza
donde nadie plantó un árbol escrito;
que allí nada se arraiga a tu recuerdo.

La noche es el tendero del recuerdo
y vende los cadáveres del día.
Sé que los astros son el resto escrito,
lenguaje morse en una mancha negra,
que ya sólo responde la lechuza
o el eco voluntario de los faros.

Y a veces te pareces a los faros
cuando le compro al velo tu recuerdo;
y a veces eres pluma de lechuza
que trae seca la luz de último día.
Pero cierro los ojos y eres negra:
eres la tinta endeble de un escrito.

Yo te conozco bien porque te he escrito
incluso donde no llegan los faros.
Me supe camuflar, marea negra,
a la velocidad de algún recuerdo
o travestirme luego de ancho día
con la ágil crueldad de la lechuza.

Aunque tú eres la auténtica lechuza
y el eterno reencuentro estaba escrito
desde el primer crepúsculo del día,
desde el primer engaño de los faros:
que en mi ventana dejes en recuerdo
tu sola discordante pluma negra.

También tu inverosímil sombra es negra
y me la das, incólume lechuza,
ciñéndola a esta noche de recuerdo
tan blanco como nunca se hubo escrito.
Y luces para mí tu nuevo día.

Deja que cribe el día en mi alma negra
-de faros picoteos, de lechuza-,
deja que viva escrito en tu recuerdo.


YANNIS RITSOS




Mediodía



Se desvistieron y saltaron al mar; eran las tres de la tarde;
el agua fría no pudo evitar que se tocaran. La playa
se vislumbraba tan lejos como uno pudiera ver,
muerta, deshabitada, árida. Cerradas las casas lejanas.
El mundo desapareció en destellos. Un carretón
se movía sin ser visto, al final de la calle. En la azotea de la
oficina postal
una bandera colgaba a media asta. ¿Quién había muerto?