viernes, 2 de junio de 2017


ALEJANDRA MORENA MORAES




Autopsia



somos dos soledades juntas
rotos en el tiempo, distancias colmadas de retazos

ahora no más que eso
un momento derretido al caer el día
no más que silencios y gritos
un instante ahorcado, suspendido

las copas vacías llenas de aire
contratiempos en tiempos sin tiempo
mentiras descompuestas en espacios abiertos
lesiones de muertes
latentes aun



GUILLERMO FERNÁNDEZ



  
Hablando a Cernuda

"…y con sueño se volvió
—lentamente
Adonde nadie
Sabe nada de nadie.
Adonde acaba el mundo." 



I

Yo soy la soledad en crecimiento
la sola cuerda en una sola lira,
la afilada presencia que conspira
contra el paso del día bajo el viento.

Surtidor de un secreto movimiento,
sobrevivo a la luz. En mí respira
la vida eterna de la noche y gira
la quietud indecible de su aliento.

He venido a olvidar aquella espuma
que vio la transparencia de la nada.
No me importa saber lo que consuma

el bullicio del día que se dora
en coágulos de vida abandonada.
Solitario en el bosque y en la hora.


II

¿Hacia qué luz viaja Noviembre;
en qué mano su cuerpo se desgrana
y siembra la tristeza de pensarte
en un hondo balcón deshabitado?

Lo sabías: "La vida no es un sueño":
es una larga vigilia cenicienta
que afila su verdad de espina pura
en la yema sin fin de la memoria.

(Existe la Belleza
—el terso endriago rubio.
Su blanda mordedura
espiga los islotes al alcance
de un sueño que se sueña en el otoño
y mata lo que toca o lo que mira.)


III

Te fuiste por el hilo de la duda
de estar con los demás como contigo:
a sombra y luz a solas, sin testigo
al ser lo que en tus manos se reanuda.

"Triste sino nacer" bajo la ruda
condición de viajar sin un amigo.
Sin tú saberlo, te seguí y te sigo
como una sola sombra, Luis Cernuda.

En la barca del agua un cielo manso
nos deja contemplar lo que tu vida
tuvo de la tormenta y del remanso.

Tu voz responderá contra las olas
del viento y el olvido desmedida.
Yo me quedo contigo, solo, a solas…


IV

La noche, dilatadamente sola,
ahonda tragaluces al vacío
y planta dedos finos en las cosas
que acechan los racimos de esperanza.

En sus manos la vida es agua lenta,
la caída incesante del deseo
que mira hacia el final puerto del alba
despierto ante la luz lo halla desierto.

Tu palabra se acoda en la ventana
y deja deslizar su pluma leve
al aire de esta noche pensativa;
inunda los rincones de la hora
con un rumor de seda oscura
o un agua de olvido entre la hierba.


V

Por ti, el hemisferio que te nombra
sabe de la memoria sin olvido,
del tiempo que he llorado por perdido
al encontrar tu árbol sin la sombra.

Otoño que se va, deja la alfombra
al pie de un nuevo aire ya encendido.
El cielo es un diamante desabrido
y el tiempo en un rincón su peso escombra.

La loma que te duerme en aire antiguo
sabe el perfil exacto de tu viaje
y se ahonda la tierra en un viraje

que confunde el ocaso con el orto.
Tiene un ciprés el corazón ambiguo;
musita su palabra y queda absorto.


VI

Tú viniste a mirar rostros amables
como viejas escobas.
Yo estoy para olvidarlos.


Primer aniversario, noviembre de 1964.
De: “La palabra a solas”


GONZALO ROJAS




Monólogo del fanático



Por mis venas discurre la sangre presurosa del animal inútil
que come cuatro veces al día como un puerco,
que me tutea y me deprime
con su palabra ufana,
testimonio evidente de esta parte de mí
que se muere al nacer, como una nube;
lo blando, lo confuso, lo que siempre está afuera
del peligro, el adorno y el encanto.

No beberé. No comeré otra carne
que la luz del peligro.
No morderé otra boca que la boca del fuego.
No saldré de mi cuerpo sino para morirme.

Ya no respiraré para otra cosa
que para estar despierto noche y día.



ELVA MACÍAS




Al borde del camino de Li Tai Po 



Bajo un árbol
el vino y mi corazón
se han embriagado uno del otro
y canto.


ÓSCAR HAHN



  
Canis familiaris




Llegará. Siempre llega. Siempre llega puntual
el sin cesar ladrido del perro funerario.

Entra por la ventana y repleta tu cuerpo
con puntiagudos ruidos.

Es una larga máquina de escribir, con cabezas
de perro como teclas. No te deja dormir

el tecleo canino de ese perro canalla.
El sin cesar ladrido del perro funerario

llegará. Siempre llega. Siempre llega puntual.



MARCELO DANIEL FERRER







Pinté flores
Con la llovizna dándoles de beber.
Pinté ocasos como amaneceres radiantes
Y veranos en rebelión de otoños por nacer.

Pinté tus bostezos silentes
Como gritos en lo profundo de tu ser.

Pinté las risas insomnes
Y todo el pudor de aquella vez.

Pinté lágrimas pequeñas,
Del tamaño en que sentí tus penas.

Pinté lágrimas profundas
Como océanos de tristezas.

Pinté nuestras voces emergidas
Del bullicio alegre de pertenecer.

Te pinté por dentro
Cuando pinté el durazno aquel.

Pinté reflejos,
Bellas almas por nacer.

Pinté tus perfiles de mujer, cerrando mis ojos,
Adivinando cada esquina con mi mano sobre tu piel.

Pinté tus palideces,
Sólo mis ojos las habrán de ver.

Pinté la naturaleza, a ti merodeando en sombras
Aunque las formas pudieran parecer otras.

Te pinté en cada cosa que pinté,
Aunque unos pocos te puedan ver.

Pinté dos hojas secas,
Un epitafio,
Y cicatrices que el tiempo no ha de remover.
Vientos helados secaron tus labios,
Me arrebataron tu ser.
Dos hojas muertas,
Un epitafio...
El último retrato que de ti habré de hacer.