martes, 22 de julio de 2014

LUIS PALÉS MATOS

 

 

Fiebre autumnal

  

El crepúsculo finge un hervidero
Cruento y ardiente... Sobre el mar sonoro
Resbala el melancólico y postrero
Lampo de sol, como una flecha de oro.

El monstruo llora un rictus de armonías
Y al beso de la luz se congestiona,
Cual si sangraran en sus ondas frías
Las cuatro heridas de Rabí Jeschona.

La ojera del ocaso cobra un vago
Violeta-oscuro, dándole al estrago
Un capricho romántico de rosas;

La noche muestra toda su fortuna,
Y brota, como un pétalo, la luna
Envuelta en santidades vaporosas.

 

JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ



 

Puerto Rico

 
 

¡Borinquen!, nombre al pensamiento grato
como el recuerdo de un amor profundo,
bello jardín de América el ornato,
siendo el jardín América del mundo.

Perla que el mar de entre su concha arranca
al agitar sus ondas placenteras,
garza dormida entre la espuma blanca
del níveo cinturón de tus riberas.

Tú, que das a la brisa de los mares,
al recibir el beso de su aliento
la garzota gentil de tus palmares;

Que pareces en medio de la bruma
al que llega a tus playas peregrinas,
una ciudad fantástica de espuma
que formaron jugando las ondinas.

Un jardín encantado
sobre las aguas de la mar que domas,
un búcaro de flores columpiado
entre espuma y coral, perlas y aromas.


Tú, que en las tardes sobre el mar derramas
con los colores que tu ocaso viste
otro océano de flotantes llamas;

tú, que me das el aire que respiro
y vida al canto que espontáneo brota,
cuando la inspiración en raudo giro
con sus alas flamígeras azota
la frente del cantor; ¡oye mi acento!

El santo amor que entre mi pecho guardo
te pintará su rústica armonía;
por ti lo lanzo a la región del viento,
tu corazón lo dicta al corazón del Bardo,
y el Bardo en él su corazón te envía.

¡Óyelo patria! El último sonido
será, tal vez, de mi laúd; muy pronto
partiré a las regiones del olvido.

Mi juventud efímera se merma,
y ya en su cárcel habitar no quiere
un alma melancólica y enferma.

Antes que llegue mi postrero día
y mi cantar se extinga con mi aliento,
¡toma, patria, mi última poesía!
¡Ella es de mi amor el testamento!
¡Ella el adiós que tu cantor te envía!

Tres siglos ha que el hombre
encerrado en el viejo continente
ni en ti soñaba ni soñó tu nombre.

....


Tres siglos ha que el hombre
encerrado en el viejo continente,
ni en ti pensaba, ni soñó tu nombre.

Tu ser fue una bellísima quimera
a los que vían el confín del mundo
de Thule en la fantástica ribera;

Pero sonó una hora en el gigante
reloj que marca su existencia al orbe;
y abrió sus ondas al airado Atlante.

El dedo del destino tocó
de un hombre en la ardecida frente,
y entre las ondas le mostró un camino.

El tan solo quería,
cruzando las regiones del occidente,
volver al sitio donde nace el día;

Al viento del azar tendió sus velas
desde el confín del túrbido océano,
y la suerte llevó sus carabelas
a chocar con el mundo americano.

De ese mundo bellísimo fragmento
ere, ¡oh patria!, que en el mar lanzara
un cataclismo al estallar violento;

más trajiste tan sólo su belleza
sin copiar del inmenso continente
la pompa y el horror de su grandeza;

ni el Tigre carnicero,
ni el León, ni el Jaguar en tu montaña
lanzan su grito aterrador y fiero;

ni el Boa se retuerce en la llanura,
ni entre las aguas de tu manso río
turbar la onda transparente y pura
se ve al Caimán indómito y bravío.

Ni arrojas al Atlante
de la playa pacífica, el inmenso
rey de los ríos, Marañón gigante.

Ni tus montes con ruido subitáneo
estremecidos en su base crujen,
cuando con ronco respirar titáneo
el Orizaba y Cotopaxi rugen.

Y no estremece un Niágara tu suelo
al desplomar la inmensa catarata,
en la que el iris, el pintor del cielo,
une a las franjas del luciente plata
oro, y carmín, y púrpura y topacio,
mientras en los cristales se retrata
fiero el cóndor, monarca del espacio.

Tienes... la caña en la feraz sabana,
lago de miel que con la brisa ondea,
mientras su espuma, la gentil guajana
como blanco pulmón se balancea.

Y la palma, que mece en el ambiente,
encerrada en el ánfora colgante,
la ninfa pura de su aérea fuente;

y de tus montes en el ancha falda
donde el cedro y la péndola dominan,
luce el cafeto la gentil guirnalda
del colmo ramo que a la tierra inclinan
las bayas del carmín y de esmeralda.

Tú tienes, sí, tus noches voluptuosas
que amor feliz al corazón auguran
y en un vergel de lirios y de rosas
manantiales de plata que murmuran.

Tórtolas que se quejan en los montes
remedando suspiros lastimeros
palomas y turpiales y sinsontes
que anidan en floridos limoneros.

Todo es en ti voluptuoso y leve,
dulce, apacible, halagador y tierno,
y tu mundo moral su encanto debe
al dulce influjo de tu mundo externo.

Por eso, en aquel día
que abordaron las naves castellanas
a tus bellas riberas, patria mía,

tus tribus aborígenes,
dominando el temor que las llevara
al seno oscuro de tus selvas vírgenes;

tranquilas contemplaron
regresando apacibles a tu orilla,
cómo los brazos de la cruz se alzaron
bajo el rojo estandarte de Castilla

Pura amistad vehemente
unió los hombres que aportó el abismo,
del indio rudo en la tostada frente
cayó la onda sagrada del bautismo.

Después, ya roto el temor el dique,
la llama del amor lució esplendente,
la dulce hermana del primer Cacique
llamó su esposo al paladín de Oriente.

Y tú fuiste el joyel que traspasaba
el casto beso de su amor primero,
del señorial cintillo de Agüeynaba
a la corona del monarca ibero.

....


Y después... y después,,,, nunca mi canto
pinte el hondo luchar de las pasiones,
ni el exterminio, ni la crueldad y el llanto,
mancha de los humanos corazones.

Borremos del error las hondas huellas
que a la infeliz humanidad desdoran,
porque hombre soy... y me avergüenzo de ellas.

Llegó un día fatal de horror y duelo,
que en el del oro tras el torpe lucro
la vil esclavitud manchó tu suelo;

¡y el huracán del golfo americano
dejó las naves abordar tranquilas
a las riberas del jardín indiano!

Y tú, ¡patria!, la perla de Occidente,
¡no te volviste al seno de los mares
para lavar la mancha de tu frente!

Más no en vano en Judea
corrió la sangre de Jesús,
sellando el triunfo de su santa idea;

más no en vano anhelante
camina el mundo por al ancha vía
del progreso adelante;

brilló una aurora de feliz memoria
en que cesaron lágrimas y duelos
borrándose una mancha de la historia,

y mil y mil acentos
dieron tu nombre, ¡Libertad sagrada!,
a los montes, los valles y los vientos.

¡Y ni una sola represalia impía!,
¡ni una venganza profanó tu suelo!
¡Bendiciones y cantos, patria mía,
perdiéronse en las bóvedas del cielo!

¡Extraño cuadro! que en el ancha tierra,
al vencer la opresión en lucha santa,
de entre el lago purpúreo de la guerra
la libertad sangrienta se levanta.

Dios debió sonreír y viendo a su hechura
hacer del paria compañero altivo,
y del ángel tomar la investidura
al realizar un el yugo del cautivo.

Y bendecirte conmovido y tierno,
porque sólo en tu suelo hospitalario,
al dulce influjo de tu mundo externo
se vio la Redención del Calvario.


......


Otro paso adelante; sin que vibres
el arma fraticida,
en el concierto de los pueblos libres
se levanta tu voz; savia de vida
y juventud circula por tus venas,
cuando la noble España conmovida
quebranta del colono sus cadenas.

Ya no eres, patria, un átomo perdido
que al ver su propia pequeñez se aterra,
ni un jardín escondido
en un pliegue del manto de la tierra.

Eres el pueblo que su voz levanta
si la justicia y la razón le abona,
que las exequias del pasado canta
y el himno santo del progreso entona.

Tú no serás la nave prepotente
que armada en guerra, al huracán retando,
conquista el puerto, impávida y valiente
las ondas y los hombres dominando;

pero serás la placida barquilla
que al impulso de brisa perfumada
llegue el remanso de la blanca orilla;

Tal es, patria, tu sino,
libertad, conquistar, ciencia y ventura,
sin dejar en las zarzas del camino
ni un jirón de tu blanca vestidura.

Empero..., si me engaño,
si me reserva mi destino impío
llorar tu ruina y contemplar tu daño;

si he de escuchar tus ecos
devolverme entre lágrimas y horrores
el ronco acento de los bronces huecos;

si fuera mi laúd el destinado
para cantar tu pena y tu agonía....
¡Ah, que le mire pronto destrozado
en mis trémulas manos, patria mía!

Y antes que el mal en tu recinto nazca
y contemplarlo con espanto pueda ....,
¡que disponga el Señor cuando le plazca
de este resto de vida que me queda!

Mas si Jehová le concedió al poeta,
al cantar a su patria y a su destino,
la doble vista del veraz profeta;

si ha de unirse mi nombre con tu historia
para ser el cantor de tu alegría,
para ver el heraldo de tu gloria.

Dios me conceda al verte
de venturas y triunfos coronarte,
¡una vida sin fin para quererte
y una lira inmortal para cantarte!

 

 

 

 

CARLOS NORIEGA


 

Escombros

 

Sobre el caballo del tiempo viaja
el polvo de la memoria
Se hace un nudo la garganta del mar
El río es un filtro
que disuelve el color de las sombras.
Miro desde lejos
los barcos decapitados por la lluvia
las plegarias que se quedan
sin un sorbo de fe en el pañuelo.

La noche
pacientemente espera
escondida
en los escombros vacíos de la Nada.


 

 

 

BEATRIZ BERROCAL


 
 
Amor de otro tiempo

 

Te quiero homosexual,
bisexual, heterosexual,
heterodoxo y pobre.
Sin dogmas,
sin disfraces,
sin resignadas máscaras.

Te quiero con el color que tengas,
no blanco fácil,
sí negro difícil.

No es necesario
que me sostengas y me apoyes,
aunque no tenga solución a mis problemas.
Pero te quiero,
y me gusta compartir contigo
el primer rayo de sol de la mañana,
un eclipse lunar
entre las sábanas,
el vuelo de una mariposa.

Lo demás, déjalo
a los psicólogos
que fracasaron con nosotros
y a los historiadores
de esta sociedad falsa
que estamos ayudando a derrumbar.

 

 

 

CARMEN ALICIA CADILLA


 

Despierta

 
 
Puñal de luz, el farol
hiere el cristal opaco y seco
de la calleja

La luna –niña hechizada–
sueña con cuentos del Mogol.

Canta poeta.
En el ramaje azul del alma
se ha despertado un ruiseñor…

 

 

 

VANESSA DROZ


 
 

El lamento que se esfuma

 

 

En lamento que se esfuma,
una oscura transición de cuerpo amado
copula su ilusión de espuma y hueco,
de adverso antojo.

Se vuelca al lado de mi sombra
y en mi sombra no es sombra
sino hombre que me invento
más allá de la muerte y sus penumbras vegetales
(su ambición cortada de ancha trenza que me anima).

Ni conociendo estoy contenta.
Me sumo, amo tu figura rota que se aleja
(tu cuerpo remoto,
tu lejana alma tallada
hallando vacíos primordiales de distancia).
De dos terrestres cardinales
sólo mi robusto cadáver colgando de la tierra
anda, tiembla y nace.

Yace en vertical mi sueño
que no es sueño sino espejo,
columnado estiércol que rebota
en la hermosa costumbre de mis huesos.
Y sueños que se sueña el sueño con la muerte.
Me voy vistiendo
de un constante hedor a selva agria,
a infame turba de monstruos coloquiales,
a disgusto interno de molusco que transpira.
Me salgo,
y en la rebelde ternura de mi sombra
no tengo edad ni bulliciosa sangre.
De la nada caigo y ni me vuelvo
a reconocer la fiera imagen que me espera