sábado, 2 de agosto de 2014

MAURICIO BACARISSE


 

La luna

 
 

La luna es sólo la luna,

y no se parece a nada.

 

No vale buscarle imágenes,

ni tropos ni semejanzas.

 

Yo acaricié aquella noche

las breves manos doradas,

 

las que ni desear pude,

las manos nunca soñadas.

 

En el río de arco iris

coreaban mil cascadas.

 

No eran laderas fluidas

de cordilleras de agua;

 

no eran tampoco caderas

de las náyades más cándidas.

 

No eran de piedra ni carne

sino de cosa más clara,

 

que sigue siendo lo que es

aunque sea destrizada.

 

Eran un poco de música

única e inesperada.

 

Sus manos eran sus manos,

en las mías anidadas.

 

La luna era incomparable,

redonda, contenta y alta.

 

¡Quién me volviera esa noche,

aunque muriera mañana!

 

La luna es sólo la luna,

y no se parece a nada.

 

 

 

FERNANDO VILLALÓN


 
 

Sus ojos

 

Negros faroles sus ojos.
Su boca roja granada.
Cuchillito su nariz
sobre el labio apernacada.

Dos rosas en los oídos.
Dos hoyuelos en la barba.
De negra noche, dos trenzas
sobre los hombros de malva.

Dos piñones del pinar
de su cuerpo en dos manzanas
-blancas y rojas palomas
del palomar de las Gracias-.

A dormir va la pureza
del lino. Sábanas blancas
besarán entre sus pliegues
a la niña blanca, blanca

 

 

PEDRO SALINAS


 

¿Fue como beso o llanto?...



¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos
con las manos, buscándonos
a tientas, con los gritos,
clamando, con las bocas
que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
y materia, combate
de pecho contra pecho,
que a fuerza de contactos
se convirtió en victoria
gozosa de los dos,
en prodigioso pacto
de tu ser con mi ser
enteros?
¿O tan sencillo fue,
tan sin esfuerzo, como
una luz que se encuentra
con otra luz, y queda
iluminado el mundo,
sin que nada se toque?

 

 

 

JORGE GUILLÉN

 

Perfección



Queda curvo el firmamento,
compacto azul, sobre el día.
Es el redondamiento
del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
central sin querer, la rosa,
a un sol en cenit sujeta.
Y tanto se da el presente
que el pie caminante siente
la integridad del planeta.

 

 

JUAN LARREA


 

No todo estaba dicho

 

Entre tú y yo el cielo ahogaba a su presa
entre el orden y tú la fuga encamaba a sus peldaños
entre el ala y yo el alba amaba su sangre fría

Entre tú y yo los verdores innatos soltaron
el pecho de vidrio y de trueno
arrastrando carriles de espuma gracia inútil
en los parajes dolorosos para una sola persona

Escombros de llanura por todas partes donde la boca serpea
cuando mi cadáver aún está en su casa

 

 

GERARDO DIEGO


 

Gesto

 

A la brisa, a la abeja, a la hermosa
el rosal puede dedicar la rosa.

Al poeta, al grumete, a la doncella
la noche puede dedicar la estrella.
Si eres tú misma el rosal y las rosas,
la noche de mi verso y sus estrellas,
¿a quién dedicaré este breve cielo,
este arbusto, esta fuente, este desvelo?