viernes, 29 de julio de 2016


ALTAGRACIA SAVIÑÓN



  
¡Mírame desde lejos!



Mírame desde lejos.
Hace ya tanto tiempo que mi vida
Es un martirio trágico y acervo,
Que huyó la dicha a una región sombría,
Dejándome en recuerdo...
Y que el dulce panal de mi alegría
Lo amargaron de intento.
Yo que supe emprender la oscura vida
Por un camino lóbrego e incierto.
¡Ay! Yo siento aletear sobre mi frente
Un pájaro funesto,
Que me narra la oscura pesadumbre
De algún abismo tétrico.
No te acerques, por Dios, nunca mi alma,
Respeta ese misterio;
Sigue solo tu senda de alegrías
Que la esfinge se deja en el desierto.
Cuando turbas el reposo de la hora,
El palpitar de un corazón enfermo,
De una guitarra los dolientes ecos
Escucho y no te veo...
Pienso en tus ojos negros cual la noche,
Con negruras de trópico e infierno,
Y en la infinita soledad del alma,
Yo, por amarte tanto, siento miedo.
Y la triste leyenda de mis cuitas,
La guardo en el misterio
De tus ojos tan negros que hacen daño.
Mírame desde lejos...


[Publicado en La Cuna de América, el 10 de marzo, 1913.]





ELSA LÓPEZ




Ha averiguado el nombre que le ha correspondido
y se define ausente, exiliada del sueño,
emigrante, perpleja, desgajada,
sin billete de vuelta.

Se declara sin fuerzas
y pide con vergüenza un poco de ternura.
Que le devuelvan, por favor, el mar.


De: "Penumbra"1985:



MARÍA ELENA WALSH




Balada del tiempo perdido

                                  "Yo dormía pero mi corazón velaba..."
                                                                           Cantares



Como a sus vanas hojas
el tiempo me perdía.
Clavada a la madera de otro sueño
volaban sobre mí noches y días.

Poblándome de una
nostalgia distraída,
la tierra, el mar, me entraban en los ojos
y por ociosas lágrimas salían.

Cuántos papeles ciegos
en la tarde vacía.
Qué multitud de imágenes miradas
como a través de una mortal llovizna.

Entorpecidas sombras
en vez de manos mías,
de tanto enajenarse en los espejos,
todo lo que tocaba se moría.

Memorias y esperanzas
callaban su agonía:
un porfiado presente demoraba
siempre las mismas ramas amarillas.

Qué tiempo sin sentido
el que mi amor perdía.
Qué lamentable primavera inútil
haciendo en vano flores que se olvidan.

Pero mi corazón
velaba y no sabía.
Recuperada su pasión secreta
ahora enamorado resucita.

Y el tiempo que hoy me guarda
entre sus hojas vivas
es un tiempo feliz desde hace tantos
sueños que nacerán en la vigilia.


MIGUEL GONZÁLEZ GERTH



  
Cenizas de los muertos

                                       Cuando el sol está yéndose hacia
                                       el sur en el otoño y hundiéndose
                                       cada vez más en el cielo ártico, los
                                       esquimales de Iglulik juegan con hilo
                                       formando una malla con objeto de
                                       atraparlo e impedir así su
                                       desaparición.
                                                     J. G. Frazer, La rama dorada



Cuando después de haber soltado el más hondo
lamento de la soledad reaparece uno,
semejante fantasma probablemente asumirá
el aura de un vidente. Pues lo que ve
no es aquello de que la gente habla.
Su relato es algo que las palabras mienten.

¿Qué fin tienen las cosas que decimos?

¿Son las palomas de la Piazza di San Marco
las mismas que las de Trafalgar Square?
En algún sitio yace la respuesta y su verdad
trasciende todo espacio con límites abiertos.
La medida del amor intenta restaurar
el cuerpo hace tanto tiempo desollado.
Hay que robar al tiempo muy piadosamente,
llámese reliquia o llámese como se quiera,
y celebrar dicho prodigio con ritos de primavera
retocado, mas por derecho de conquista, poseído:
lascivia del espíritu (“A ti, mar nuestro, unidos
en prueba de dominio verdadero y permanente”).
De nuevo diestra lucha ha de librarse en contra
de un enemigo peligroso aunque en derrota,
y con viril piedra recordarse la victoria

(“La patria cuenta con que cada hombre haga
su parte; gracias a Dios yo hice la mía”).

¿Qué fin tienen las cosas que decimos?
Las decimos como un cebo, un juego de sonoros hilos
para atrapar al sol que no puede atraparse.
No hay forma cierta de unirse con las olas
o de ganar la guerra: hablar no es realidad, es arte.
En algún sitio todo lo ya dicho se deshace
cual columbario que de pronto queda abierto,
de donde las palabras, palomas que anidaron mucho
                                                                      tiempo,
las santas urnas rompen y aleteando escapan.



JOSÉ MARÍA DE HEREDIA



  
Antonio y Cleopatra



Contemplaban los dos cómo dormía
el claro Egipto bajo el cielo ardiente
y cómo hacía Bubastis, lentamente,
desembocaba el Nilo en la bahía.

En su coraza el adalid sentía
-como a través de un sueño transparente-
desfallecer sumiso y atrayente
el cuerpo voluptuoso que ceñía.

Volviendo ella su rostro enamorado,
tendía con pasión los labios rojos
y las claras pupilas agoreras.

Y el guerrero, sobre ellas inclinado,
contemplaba en el fondo de sus ojos
otro mar en que huían las galeras.


Versión de Andrés Holguín


MIGUEL LABORDETA



  
Amor de hombre



Como un don planetario
recién nacido celeste
a mí
al rebelde varón de mirada perpleja
has llegado por las venas secretas
de tus pupilas debutantes
en edades remotas haciéndote
dulce relámpago de sangre
en los resecos destierros de mi pecho
roto bajo la apagada lluvia de los monos
que dejan sobrecitos con niños de pecho
en las puertas de aquellas casas
en que alguien va a morir por Nochebuena.
Ya tan sólo es un querido momento
desmayado de éxtasis de paloma y león
que se encontraran tras un viaje perdido
por las zonas glaciales de los túneles
donde el mundo rueda tras de sí mismo
mordiéndose impasible su nada.
Huirán verticales cosechas de zapatos
buscando las estrellas que se contienen
en las miradas de los buzos perdidos
de mis días y mis noches agonizantes
por tu labio desnudo dulcísimo.
Escucharé derrumbado por las esquinas
el gemido de mis muertos más viejos
esforzándose por ponerse de pie
para verte mejor
y a mis aún no nacidos
encaramarse por las farolas
que todavía no existen
para cantarte el regazo primario
con que las tiernas montañas
iniciaron su idilio
con los poderosos dioses-canguros.
No sirven ya las jóvenes palabras masculinas
pues el temblor es sísmico de larva solar
y la mudez cala en el centro de mis lagunas
donde tú
oculta mensajera temblorosa
de la dulce carne que morirá
emerges ritmo tímido
de rosas madrugadas
pálida estremecida
bajo mi asombro de sólo océano viril
terriblemente sediento
de tu pan.
Reconociéndote
con aquel aire púrpura
que cuando yo era niño
rodeaba de sábados azules
las altas torres de nuestra ciudad...
...y el vasto mundo
se hace sentido puro.


De: "Punto y aparte"