sábado, 4 de marzo de 2017


VÍCTOR SANDOVAL




Muerte de los hombres



    La tarde bárbara
sube a golpes de mar hasta las islas
donde estalla el calor.
Sube la luz en árbol convertida.

    Crecen los hombres
en vértigos azules,
en altos laberintos
de sangre bajo el cielo.

    Una doncella cierra el día,
una doncella
monta el caballo de agua
donde se mira el día.

    En la columna rota
un dios espera
el cuerpo de la noche
perforado de estrellas
como larvas.

    Han muerto los hombres
en la crestería del agua.
El mundo se ha poblado de naufragios.
Hay que rezar por todos.
Una oración de tierra y viento
para los hombres muertos.

    Desde los púlpitos
del tigre y la anaconda
una oración de selva
para la flor sin barro de los hombres.



LUCIAN BLAGA




Para los lectores



Allá está mi casa. Más allá es sol y el huerto con colmenas.
Vosotros pasáis por el camino, miráis por entre las rejas
y esperáis a que os hable. ¿Cómo empezar?
Creedme, creedme,
se podría hablar sobre cualquier cosa cuanto se quisiera:
sobre el destino y sobre la serpiente del bien,
sobre los arcángeles que surcan con su arado
los jardines del hombre,
sobre el cielo hacia el cual crecemos,
sobre el odio y la caída, sobre tristezas y crucificaciones
y más que nada sobre el gran correr.
Pero las palabras son las lágrimas
de los que quisieron llorar y no pudieron.
son tan amargas todas las palabras;
por esto, dejadme
pasear mudo entre vosotros,
salir a la calle con los ojos cerrados.


MIGUEL ÁNGEL FLORES




Venecia



La tempestad lava el esplendor oriental;
La niebla cubre los imperios de la tarde
Y sobre la plaza
En el incendio de una hoja
Persiste la memoria del otoño.

Paseas, Venecia, la gloria de tu belleza
Sobre las aguas,
Pero el mar anuncia malos presagios.

Se desatan las amarras,
Se despliegan las velas
En enormes alas,
El vuelo de la melancolía
Se eleva sobre nosotros
Y de babor a estribor
Pasan el viento y las horas
¿Qué faro guía nuestro rumbo?
Seducción del Adriático:
Más allá la luz y el templo
Que aún es emoción y herencia viva.

La niebla humedece la barca,
Oh, doncella de las aguas,
Qué secreto se oculta
Bajo tu manto.


LUIS ROSALES



  
Súplica final a la virgen del Alma Arrepentida



Vuelvo a la selva del dolor nativo
y arrodillado ante mi sangre, muerto,
siento volar la arena en el desierto
del corazón efímero y cautivo.

Sólo en la angustia permanezco y vivo
sintiendo entre mi carne un bosque abierto
donde queda el redrojo al descubierto
con el paso del tiempo fugitivo.

De vivir descansando en la agonía
tengo rota la sangre y sin latido,
la soledad desenclavada y yerma,

¡ciega el cristal de la memoria mía
y acuna en tu regazo al tiempo herido
para que duerma, al fin, para que duerma!


De: Retablo de navidad



VICENTE HUIDOBRO




Hija



Tengo tu rostro entre las manos
Oh aire dulce retrato de aire
Anillo del mundo y del pasado
Tu rostro de silencio
Rostro de lámpara tierna
Con qué facilidad te formas en mis ojos
Cómo vuelves alegrando la negrura

Miseria del recuerdo
En el umbral del frío la selva se hace sueño
Se desprenden las hojas
Se mueren las miradas gota a gota.


ALFONSO CORTES





Ventana



Un trozo azul tiene mayor
intensidad que todo el cielo,
yo siento que allí vive, a flor
del éxtasis feliz, mi anhelo.

Un viento de espíritus, pasa
muy lejos, desde mi ventana,
dando un aire en que despedaza
su carne una angélica diana.

Y en la alegría de los Gestos,
ebrios de azur, que se derraman…
siento bullir locos pretextos,
que estando aquí, ¡de allá me llaman!