"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 27 de enero de 2016
OMAR SANTOS
V
Desgasta
que tú seas
el
libro necesario
del
poeta imberbe;
la
literatura
de
toda agresión;
la
esquina de este caos
donde
no hay página saludable;
el
obsceno milagro de toda desnudez.
Derrumba
que tú seas
el
garfio nocturno,
la
incapacidad por los signos,
el
pretexto insultante
y la cicatriz
que escandaliza.
La
ley para darle escondite
al
gato de los males inconfesables.
Desgasta,
enemiga suave, escorpiona mía,
tu
hachazo, tus faltas, amarga Calipso,
que tú
seas la promesa de los idiotas,
la
gravedad del juego
que
alimenta estos círculos del desasosiego.
De: Las criaturas de la negación
IRENE GRUSS
Quién
me quita lo bailado
Pido peras
al olmo. Las saboreo:
son
deliciosas.
He
pedido gato por liebre;
me lo
han dado.
Me
han contado historias libidinosas
a
medianoche;
gozaba,
con cada palabra,
con
cada gesto.
He
amado la noche
cuando
amanecía,
amé
la muerte, y
soñé
con
la realidad.
DIANA DEL ÁNGEL
I
Cuando te conocí llamabas a las cosas
con el idioma hallado en los rincones de tu infancia
donde silencioso añorabas la tibieza prenatal
de la que habías tardado en salir.
Tu madre me dijo que allí te hiciste
la primera grieta
por donde la oquedad te invadiría.
Pero la tarde en que te descubrí
decías las palabras como el viento
forma y deforma las nubes del verano.
Mirabas las piedras como si en ellas
anidaran los verbos que nos harían falta
para comenzar los días por venir;
aprendías de la lluvia insólitos caminos
que marcaban nuestra ruta por las calles.
A tu lado, las botellas rotas fueron esquirlas de la noche,
y la noche un lienzo para plasmar nuestros espantos,
y tú no eras tú, sino los rayos del sol en mis cabellos,
y al amor no lo nombramos con la boca,
sino con los ojos, con la yema de los dedos,
con nuestra humedad sombría.
con el idioma hallado en los rincones de tu infancia
donde silencioso añorabas la tibieza prenatal
de la que habías tardado en salir.
Tu madre me dijo que allí te hiciste
la primera grieta
por donde la oquedad te invadiría.
Pero la tarde en que te descubrí
decías las palabras como el viento
forma y deforma las nubes del verano.
Mirabas las piedras como si en ellas
anidaran los verbos que nos harían falta
para comenzar los días por venir;
aprendías de la lluvia insólitos caminos
que marcaban nuestra ruta por las calles.
A tu lado, las botellas rotas fueron esquirlas de la noche,
y la noche un lienzo para plasmar nuestros espantos,
y tú no eras tú, sino los rayos del sol en mis cabellos,
y al amor no lo nombramos con la boca,
sino con los ojos, con la yema de los dedos,
con nuestra humedad sombría.
De: Maneras de fijar tu sombra
SUSANA REYES
Podré
por fin...
Podré
por fin escapar del silencio
si acaso me permites merodear
los huecos en el espejismo.
Mi mano y mi voz están cansadas
de dibujar en vano los espacios
de saltar suicida las barandas
que me llevan más allá de tus ojos.
Leo tus palabras con un eco desconocido
imagino la voz de tu piel
como un antojo infinito
de abrigarme en tus poros adolescentes.
La habitación llora,
y el sol afuera se derrite impúdico.
si acaso me permites merodear
los huecos en el espejismo.
Mi mano y mi voz están cansadas
de dibujar en vano los espacios
de saltar suicida las barandas
que me llevan más allá de tus ojos.
Leo tus palabras con un eco desconocido
imagino la voz de tu piel
como un antojo infinito
de abrigarme en tus poros adolescentes.
La habitación llora,
y el sol afuera se derrite impúdico.
LUZ MARÍA JIMENÉZ FARO
Amante
Amante,
no pretendas mi cuerpo dibujado,
mira
como en la arena se deshacen las formas,
coge
sólo los besos que estallan en las olas,
Ahorca
en mi garganta las palabras que flotan.
Amante,
no me busques dormida entre las conchas.
Brillaré
entre los peces, y sus abiertas bocas
Repetirán
tu nombre.
Y el
mar estará lleno de ensangrentadas rosas.
Amante,
no me busques dormida entre las conchas.
Atada
a tu tristeza, sólo seremos sombra.
Yo te
conozco, es cierto: tus manos me deshojan
y
atónitas galernas de tu saliva soplan
En la
onda caliente de mi desnuda costa.
Amante,
no me busques dormida entre las conchas.
De: Sé que vivo
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