martes, 11 de abril de 2017

ALFREDO R. PLACENCIA




A ver qué queda



Ponte a buscar los muros,
a ver qué queda.
Un terrón, cuando menos,
deberá haber quedado sobre la tierra.

Besa el terrón hallado.
Tu boca besa,
cuando el terrón besares,
las pisadas paternas,
todas ellas piadosas
y todas buenas.

Carga con tu desierto,
grita a la parentela.
Ponte a buscar los muros...
A ver qué queda.

Ve a buscar en seguida
la vieja puerta.
Alguna astilla leve
quedará, cuando menos, sobre la tierra.
Besa también la astilla.
Esa astilla te cuenta
cómo entraba a menudo,
como una abeja,
con sustento cargado, tu muerto padre
por esa puerta.
Ponte a buscarla, búscala,
a ver qué queda.

Busca el granado viejo,
de ramas como muertas,
que así, viejo y cansado,
daba las flores vírgenes y nuevas.
Y no te olvides de buscar el tronco,
a ver si queda,
del naranjo que, un día,
el buen viejo plantó junto a la puerta.

Fácil es que de aquello nada quede;
pero tú siempre búscalo, poeta,
y acarícialo y bésalo.
Quién sabe
si algo viva y lo encuentres.
Dios lo quiera.


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