Historia de la transformación
Fue primero un trastorno
una lesiva abstinencia de niña éramos pobres y no tenía
ni aquello
raquítica de mí depauperada antes de yo amargor carente
una
parábola de complejos un síndrome un fantasma
(Aciago a partes iguales hecharlo en falta o
lamentarlo)
Arrecife de sombra que rompe mis collares.
Fue primero una branquia evasiva que
no me quiso hacer feliz tocándome con su soplo
soy la cara más común del patio del colegio
el rostro insustancial que nada en nada siembra
lo tienes o no lo tienes renuncia acostúmbrate traga
eso
cuervos toldando nubes una condena de frío eterno
una paciente galerna una privada privación
(niña de colegio de monjas que fui salen todas
anoréxicas o lesbianas la
letra entra con sangre en los codos en las cabezas en
las
conciencias o en los coños).
Cerré los ojos y empecé a desear con todas mis fuerzas
lograr de una vez por todas convertirme en la que era.
Pero la belleza corrompe. La belleza corrompe.
Arrecife de sombra que gasta mis collares.
Vence la madrugada y la garganta contiene un presagio.
¡Pobre bobita!, te obsesionaste con cubrir con cruces
en vez de
con su contenido.
Fue un lento y vertiginoso brotar de flores en inverno
Los ríos saltaban hacia atrás y se resolvían en
cataratas rosas
lamparillas y caracoles me nacieron en los cabellos
La sonrisa de mis pechos dió combustible a los
aeroplanos
La belleza corrompe
La belleza corrompe
La tersura de mi vientre escoltaba a la primavera
se desbordaron las caracolas en mis manos tan menudas
mi más alto halago pellizcó mi ventrículo
y ya no supe qué hacer con tanta luz en tanta sombra.
Me dijeron: “tu propia arma será tu propio castigo”
me escupieron en la cara todas mis propias virtudes en
este
club no admitimos a chicas con los labios pintados de
rojo
un maremoto sucio una usura de perversión que
no puede tener que ver con mi máscara de pestañas los
ratones subieron a mi cuarto ensuciaron los cajones de
ropa blanca
litros de ferralla alquitrán acecho a escondidas litros
de control litros de difamadores kilos de suspicacias
levantadas
sólo con la tensión del arco de mis cejas deberían
maniatarte
adjudicarte una estampa gris y borrarte los trazos con
ácido
¿renunciar a ser yo para ser una escritora?
demonizaron lo gentil y lo esbelto de mi cuello y el
modo en que nace el cabello en la parte baja de mi nuca
en este
club no admiten a chicas que anden tan bien arregladas
Desconfiamos del verano
La belleza corrompe.
Mira bien si te compensa todo esto.
De “Profundidad de
Campo”
Traducción de
Yolanda Castaño
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