lunes, 30 de junio de 2025


 

GLADYS GONZÁLEZ

 

 

 

Memorias

 


un viaje inesperado

un océano que no conoces

ni añoras

excepto por tener un poco de viento frío

en el rostro

y un regreso incierto

 

una fiesta de cumpleaños

en el lado norte de la ciudad

a la que nadie llegó

y donde debiste sonreír

para no decepcionar a la familia

 

el árbol genealógico

que causó el estrago de las clínicas

las curas de sueño

y las paredes emblanquecidas con saliva

 

admitir lo que significan diez años perdidos

la traducción del dolor

la impotencia

la versión de la alegría en imágenes

y recuerdos borrosos

 

un nuevo camino

por el cual llegar

a lo que podrías llamar casa

grandes ilusiones

camufladas en el paisaje

 

la palabra confianza

y el mal sabor que deja

cuando la masticas

mientras tus cosas

caen por la ventana

 

otros diez años

el cambio de turno de la ironía

una enredadera robusta

que crece

según la ortopedia de una reja,

lo más silenciosamente posible.

  

  

De: “Calamina”

 

 

LUIS CHAVES

 

 

 

Vídeo de alquiler



La película terminó mal.
En el cuarto a oscuras
hasta los créditos
irradian un sentimiento
de equivocación.

No es fácil
reunir a cuatro extraños
y, en pocos días,
hacerlos actuar
como una familia.

Nosotros, en el intento,
llevamos toda la vida.

 

SERGIO C. FANJUL

 

 

 

Tú me haces decir wow!

 

 

Quiero crear hipervínculos contigo,
quiero caramelizar el teriyaki;
vivir es inevitablemente tocar
en la orquesta del Titanic: mira,
a nuestros amigos les van saliendo ya
tumores, hijos, nuevos curros temporales.
Estamos definitivamente adultos.

Nosotros somos emprendedores,
de esos que emprenden la siesta,
entre las sábanas freelance de la tarde
aguantamos el envite de las tempestades,
de las recesiones, de las corruptelas
que suceden en el flanco exterior de las persianas.

Nos arrojan a un cosmos errabundo donde
predomina el misterio del vacío, pero
nada importa, te digo, ya solo tengo mimos,
–este es nuestro ánimo rebelde.

Pasará el tiempo y seguirás siendo
la cosa más asombrosa sobre la faz
de la Tierra a pesar de tus múltiples
adicciones cotidianas
–tú me haces decir wow! a todas horas–

Y pasarán los años, y llegará la muerte,
y apagará el router y el mundo será
un teatro monstruoso.

Pero yo
quiero crear hipervínculos contigo,
quiero caramelizar el teriyaki,
quiero que nos entierren juntos
aunque uno de los dos aún no
haya muerto.

 

  

De: “Pertinaz freelance”

 

CAMINO ROMÁN

 


 

Amor



Lo siento. Queremos volver al amor
Si la vida puede ser, estar aquí sentado,
Pensando de qué trata todo esto
Lo que el amor debería ser
Cómo funciona
Que no lo sabemos porque quizá no lo hemos vivido
y queremos intentar verlo o al menos describirlo desde lejos desde que lo sabemos
No está en los libros, lo intentan algunos poetas
pelan cacahuetes y los ordenan en línea recta,
El truco, no sabemos cuál es, he vuelto al plural para intentarlo
como si fuese este más potente
como si el plural pudiera saber la verdad
No sabemos lo que es el amor
Solo sabemos que nunca lo sabremos que mañana nos levantaremos solos aunque nos despierte una llamada que no es para nosotros
No sabemos o sí sabemos que esto consiste en estar aquí, en seguir, en buscar una razón, tener algo que hacer.
Pensemos
Vamos a dar un paseo hasta el río
Ah, lo hemos dado, sí, en plural
Seamos optimistas
Entremos en una tienda bonita compremos cojines velas vasos irrompibles
Pongamos una estantería nueva para los libros nuevos
Lo siento, mejor la blanca esa es muy grande es igual a la que tenemos
No sabemos lo que es el amor nunca lo sabremos y nos lo hemos dicho ya
Somos iguales ante eso, ante otras cosas también
En el río somos iguales
Para un perro somos iguales o eso queremos creer
Tenemos en común al menos
Que estamos aquí, en una tienda.

 

 

ANTONIO LUCAS

 

 

 

Deuda

A mis Diez, como en el poema



Tú que amaste tanto el mundo,
su abril y sus ventanas,
el verano que fundaste sin salir de mí,
la política cantante de los cuerpos…
Tú que dabas cuerda al corazón
con fulminantes pájaros y con cerveza.
Tú que hablabas el idioma de las playas
sin pedir permiso.
Tú que predicaste eternidad en cada espejo.
Tú, con quien se equivocaron todos.
Tú que amabas náufragos
para estudiar después su viaje.
Tú que me creías.
Tú que fuiste un día todo lo que amé yo de una noche
y no llegó la noche.
Tú, en quien se hacen niños
las campanas y los bosques.
Tú que hoy me ves envejecer
y entiendes que es infame
el hambre de esperar hasta el futuro.
Tú que juraste amor
a la tristeza de los parques,
y desprecias la fullera España
con su chaleco de odios.
Tú que impartes lecciones de siglo.
Tú que invocas lo posible que no somos.
Tú que me consuelas más allá de mis bufandas.
Tú que ocultas en los ojos países improbables.
Tú que escribes en mis brazos
con letra diminuta.
Tú que sabes traducir las olas que no rompen.
Tú que ya no aprecias ser tan joven.
Tú que ya no estás a salvo nunca.
Tú que sabes qué soy yo
y todo te lo debo todavía.

 

 

De: “Los desnudos”

 

 

GONZALO GRAGERA

 


 

La librería

A Fernando Iwasaki



Las librerías: los Estados
más democráticos que existen.

Nuestro librero cuenta las hazañas,
el hito del negocio literario.

Aquel libro, de Marx, ha convivido
un año con las páginas de Friedman;
ambos han sacudido los bolsillos
de un universitario trasnochado
e idealista…

Y no hubo contienda ni conflicto
el tiempo que estuvieron dialogando.
Quizás alguna broma algo mordaz,
el discutir irónico y burlesco…
y poco más.

Un día del invierno, bajas temperaturas,
Góngora se cobija
en un endecasílabo famoso
de Quevedo.
No estorba la nariz superlativa,
el ingenio satírico del verso.

Las librerías: los Estados
más democráticos que existen.
Escritas están todas las ideas
en silencio. En calma.
Y en libertad.

 

domingo, 29 de junio de 2025


 

GLADYS GONZÁLEZ

 

 

 

Carretera

 


las torres de alta tensión

los cardos de la carretera

el polvo entrando por el techo

las flores salvajes

que crecen en los caminos

las nubes que abren

y escenifican

esta nueva ciudad.

 


De: “Calamina”

 

LUIS CHAVES

 

 


 

Los otros



San José no fue más
que luces a la distancia:
una constelación administrativa
que de noche disimula el subdesarrollo.

El resto, latas vacías de una cerveza
que despreciaron por tibia;
la bombilla insuficiente
de un carro con puertas abiertas;
el sentimiento que, devaluado,
llamamos afecto.

 

SERGIO C. FANJUL

 

 

 

Alicia en el País de las Redes Sociales



por el este amanece en el smartphone
y ella abre un ojo para clavarlo en la pantalla.

afuera hace sol y un mirlo blanco viene
a posarse en la rama de la acacia;
pero no importa: nada supera al tuit
—salvo el retuit—
y ella es absorbida,
como Alicia, por el País de las Redes Sociales.

el día se convierte en bombardeo
y cuesta pensar más de dos segundos
en la misma simple cosa.
mientras ella asiste a los prodigios digitales,
fuera un niño refuta la existencia del bosón,
Cartago es destruida y comienza el invierno nuclear.

alicia hace click, y click, y click, y doble click,
siguiendo al Conejo Blanco, al Sombrerero loco,
porque da mucho miedo enfrentar este vacío,
mejor decir ‘me gusta’
e iniciar la larga huida hacia delante
—haciendo scroll.

(manifiesto:

la vida es aquello que ocurre mientras la web se carga
los seres queridos son avatares pixelados
los estados de ánimo eufóricas flamencas
y la muerte no es más que un pantallazo azul;
la carne, la sangre y el hueso nos dan asco
porque preferimos parecernos a un androide
que a un cocido madrileño)

ajeno a todo esto, el sol, que es analógico,
se derrumba y anochece, y Alicia se despide
cariñosa de su smartphone.
antes de apagar la lucecita
piensa que ya solo quedan ocho horas:

con un poco de suerte, suspira,
soñará con un estado de Facebook
que cambiará el mundo.
pero en su sueño reina la reina de Corazones,
que grita ¡que le corten la cabeza!

 

 

 

De: “Pertinaz freelance”

 

 

CAMINO ROMÁN

 

  


Alejandrino



Un alejandrino podría ser
Algo inventado por nosotros
Algo perfecto como podríamos ser nosotros
El alejandrino, según la Wikipedia
Tiene catorce sílabas métricas
Y está compuesto de dos hemistiquios de siete sílabas,
Con acento en la sexta y decimotercera sílaba
Pero un alejandrino si lo edito en la Wikipedia
Podríamos ser nosotros dos
A la orilla del río
Con un perro pequeño
Llamándonos como si fuésemos perros también
Yo lo veo
El alejandrino perfecto.

 

 

ANTONIO LUCAS

 

 


Bosque

A Manu Llorente

Tú sabes que en el bosque
siempre hay algo que te mira.

Una forma que no ves,
un rumor imprescindible, silábico, triunfal.

Un rumor o una amenaza
que suele estar muy cerca.

En el bosque la verdad
dispone antes su engaño que su danza.

Nunca es sólo noche.
Y nunca es sólo día.

Y cómo milagrea su pasmo junto al mío.
Y qué veloz el fuego en la jaula de su nada.

También un hombre es esto:
la suma de otros cuerpos sucesivos.

El hombre es lo de menos en el bosque.
El hombre es muchas cosas que nunca hemos sabido.

Absurda majestad, decías a veces.
Fulgor y trampa, digo ahora.

Y cómo puede ser si yo cuando respiro
asumo la certeza de la especie o avivo mi fingir de tribu

[insomne.

Y cómo puede ser que el hombre aún suene a bosque.
Que suene a lenta historia de fantasmas, desde entonces.

 

 

De: “Los desnudos”

 

GONZALO GRAGERA

 



Despejando las dudas



Volvíamos del parque, y cruzando
soportales y direcciones conocidas
me dijiste:
“Hijo, los niños vienen de París”.

Casi veinte años han pasado
de esta respuesta
y ya se han desplomado,
como un castillo de arena,
de su conclusión, hasta las sombras
de los abecedarios.
Pero es una decepción que no nos importa:
hoy es el turno de otra duda,
de averiguar otra inquietud,
mucho más grave y decisiva,
necesaria, acaso verdadera.

Y antes de preguntar confirmo mis sospechas
en estos silencios tuyos de domingo y de rutina.
Con ellos es suficiente.
Con ellos alcanzo.
Con ellos respondes.

Ahora sé de dónde vienen los dioses.

 

sábado, 28 de junio de 2025


 

GLADYS GONZÁLEZ

 


 

Orquídeas

 

envuelta en papel

dentro de un cajón

encontré una carta antigua

que no había leído

al salir del hospital

 

hablaba de orquídeas deshojadas

que caían sobre el piso de tu casa

sobre la esperma de una vela

detrás de los muebles y el polvo

que no te atrevías a recoger

 

orquídeas desvanecidas

que cubrían los recuerdos de mi ausencia

luego de la mudanza

 

la escalera sin vida

la ropa interior bajo la almohada

tus viaje, el murmullo del bosque 

el frío de la montaña

 

me decías que me amabas

que era tu niña

que aún podía volver

 

De: “Calamina”

 

 

LUIS CHAVES

 

 

 

El wok

 

 

Tibios en el wok
los restos de la cena.
Comimos sin cruzar palabra
acompañados por el disco
que sigue sonando.

La mente en blanco
desde hace siete meses
concluye lo que puede:
una canción dice cosas
que en un poema sonarían mal.

 

 

SERGIO C. FANJUL

 

 

 

Romance del freelance y la acacia

 

 

Obsesionado por la finitud,
a mitad de la jornada laboral
–por llamarla de alguna manera–
el freelance se asoma al balcón
y charla con la acacia.

A veces, cuando la agita el viento,
la acacia parece que está viva,
–porque lo está– y que le hace
señales al freelance, cimbreando las ramas,
para que huya, para que huya
de cualquier cosa hacia cualquier otro lugar.

La acacia, arquitectura en rama,
está viva desde hace mucho tiempo,
mucho tiempo más que el freelance.
Pero la acacia vieja, valiente hija de acacia,
siempre conserva el silencio. Quizás
se comunica mediante algún tipo
de extraña onda vegetal que el freelance
no es capaz de percibir. Los freelance
no tienen antenas, todavía, y las acacias
guardan todos los secretos de la ciencia.

La acacia sabe de lo eterno y de lo inmóvil,
de la fotosíntesis; el freelance teme a la muerte
y no se puede estar quieto, surfea grácilmente
el mercado laboral tratando de no descalabrarse,
consume sin cesar carbohidratos y grasas saturadas.

Pero quizás la acacia esté loca.

Por las noches, cuando tiene pesadillas,
el freelance sueña que la acacia,
con sus miles de ramas retorcidas
en una geometría fractal, sube a pulso las persianas,
y abre las puertas del balcón
y se estira hasta su cama,
y agarra su cuerpo
y le ahoga sin piedad.

Los días que tiene dulces sueños,
el freelance sueña que la acacia le arrulla,
le coloca bien la manta y le acaricia las mejillas.

En cualquier caso, al despertar cada mañana,
sale al balcón y ve a la acacia ahí delante,
tan quieta, y aunque sea primavera
y esté cubierta de explosiones
de hojas verdes reflejando el sol,
le da la impresión de que la acacia
está muerta.

Y entonces no sabe si aquello le deja más tranquilo
o le provoca una tristeza humana,
espesa y abismal.

Aún legañoso y despeinado
mira a la acacia, ahí delante,
tan quieta y tan acacia,
tan callada,
y piensa:
esta es mi casa.


 

De: “Pertinaz freelance”

 

 

CAMINO ROMÁN

 

 

 

6.

 

 

Está bien usar palabras como ‘rosas’
Palabras como ‘claveles’
Palabras ya muy usadas pero que quedan bien
Sobretodo si te las regalan
Cuando estas vivo.

 

 

 

ANTONIO LUCAS

 

 

Federico García Lorca

 

 

Y al mirar qué ves exactamente. Qué crees que ven los
muertos cuando la vida vuelca de su parte. Cómo suena
una bala por la espalda, una esquirla contra el olivo de tu
angustia. Qué ve la nieve si te mira. Qué dicen en verdad
las palabras que tú dices, su séquito de escarcha. En tu
voz aún suena un hombre que llega de vivir con serena
arquitectura, con fuerza deseante. El que trae a los maricas
la primicia de la noche, el informe de la orgía, el destilado
de los negros en Santiago de Cuba. Y un miedo del tamaño
de su bota o su mordisco.

Dónde viven los poetas una vez asesinados, en qué espejo
sediento, en qué brasa de olvido, en qué morgue del sol. En
tu crimen descubrimos la horma de la historia. Hechizado
de amor, callado de pronto, qué ven tus ojos noche arriba,
qué teatro sin hacer. Qué traiciones y promesas. Qué
agravio de repente. Qué avenida sin pájaros.

Tú que vas pidiendo paso como agosto. Tú que vienes
temblando de tanta vida innumerable, sabrás que nada es
lo que de ti nos dicen. Ni el reino tan hermoso de tu risa.
Ni la fiesta del niño vendaval. Ni el hechizo del embajador
de las retinas. Yo creo que era otra cosa. Por eso abrazo tu
manera de estar solo y tu condena. Tu angustia hecha de

gente, pues a favor de los felices nunca crece la verdad. Y
cómo desalojas la tristeza del piano. Y cómo se rebela el
luto contra ti.

 

 

De: “Los desnudos”

 

 

 

GONZALO GRAGERA

 

 

 

Jazmines

 

 

Estos jazmines sobre la azotea
y la pachanga dándonos la tarde
al recoger los platos de la mesa.

Dos a dos. Queda en tablas el partido
y mi padre murmura y se molesta
de una mala postura en el tresillo.

Un domingo de exámenes, ya junio
crece calores, año 2005.
Un número lejano y diminuto.

Estos jazmines, blanco y transparencia
que retratan, sin letras e impolutos,
casi todo lo escrito en tus poemas.

 

viernes, 27 de junio de 2025


 

GLADYS GONZÁLEZ

 


 

Ripio

 


la casa y sus escombros

se apilan

en habitaciones

con olor a detergente barato

preservativos

cáscaras de naranja

adobe

y humedad,

en pequeños gestos

que intentan romper

con la crueldad del amor

solo como la metáfora

de unas tablas rotas bajo la cama.

 

  

 

De: “Calamina”

 

ENRIQUE ANDRÉS RUIZ

 


 

5

Por una poesía sin futuro

 

 

Entre vecinas
ES muy largo el trabajo
y siempre se repite, sin vísperas de nada.

Por la mañana cargas a tu espalda
con el peso del mundo
y todo tu saber es el dolor
del cuerpo en tus rodillas.

Pero al irte a la cama,
esa sabiduría
de tu carne despierta a su verdad más honda:
al deseo absoluto de una vida infinita.

A ti, que otra esperanza
te lleva en los instantes
robados a las horas
cautivas, discontinuas,

a escribir en resguardos de la compra,
en reversos de sobres sueltos por la cocina
unas palabras que hablan de la nieve,
del sol sobre la nieve, y del mar,

en viajes que no vuelven…, ¿qué te puede
prometer el mañana de los días?

 

De: “Los verdaderos domingos de mi vida”

 

ALBERTO INFANTE

 

 


 

No hay Godot en Beckett

 


 

Que seas irlandés, flacucho y desgarbado,

y salgas de un cine junto al Sena,

y sea el invierno del 38,

y te apuñale un vagabundo,

 

que sobrevivas,

y vayas luego hasta la cárcel

y preguntes “¿por qué lo hiciste?”

y él, tranquilo, responda “y yo qué sé”,

 

algo tendrá que ver me digo

con que en el 52 Estragón y Vladimir,

en medio de la nada

hablen, peroren, disparaten,

se crean necesarios

esperen a quien no vendrá,

pues Godot nunca vendrá.

 

¿Cómo va a venir si sabe bien lo que le espera?

 


De: “Los poemas de Massachusetts”

 

 

ROSA BERBEL

 

 

 

Manual de supervivencia para salir del nido

 


1. Hablar más de la cuenta. La calidad
sucede en la abundancia.
Cuídate del silencio de los otros.


2. Acumular tarjetas de visita
como valiosos restos arqueológicos.
Nunca sabes qué pueden revelarte.


3. No perdonar jamás a quien olvida
tus fechas importantes.
No acumules amores sin memoria.
(No olvidar este punto).


4. No simular congoja ni tristeza
cuando olvides las fechas importantes.
No acumules amores rencorosos.


5. Al menos una vez cada dos meses,
redescubrir objetos olvidados.
¿Sigue siendo posible, todavía,
la ilusión fantasmal de los descubrimientos?


6. No olvidar tus orígenes.
Escarba, si es preciso, la tierra de los parques
con manos de urbanita.


7. Mantener intachables los prejuicios.
Las cosas suelen ser, salvo excepciones,
igual que parecían.


8. Cuidar la superficie.
Líbrate de quien teme las fachadas.
El interior real de las cosas reales
provoca claustrofobia.


9. No tener nunca ganas de marcharse.
Decir adiós es triste y es mentira.


10. Dejar que entre la luz.
Deja que entre la luz
y te despierte.

 

 

 

ROCÍO ROJAS-MARCOS

 

 

 

El final



Disfrazada de eternidad
tu sonrisa mentirosa desde
una esquina
me confirma la duda
—vulgar incertidumbre de futuro—.
Todo: cada roce, cada gesto,
cada ausencia: todo,
ha terminado.

Cuando esta mañana no veías
la lluvia inundando la habitación,
reduciendo nuestro espacio
a papel mojado, supe
—sucumbiendo ante la certeza—
que habías abandonado la casa
hacía ya demasiado tiempo.
Tanto, que ahora me doy cuenta,
ya ni te echo de menos.
Me he acostumbrado
a vivir sola mientras aún
te veo por el pasillo.

 

RUDHRAMOORTHY CHERAN

 

 


 

5. Separación



Ramilletes de jazmín colgaban de las vides
y capullos de nenúfar poblaban el lago,
al borde de los ribazos
habían florecido los palofierros.
Y yo lo contemplaba.
«Así habría de ser la primavera»,
dijiste tú, y te fuiste. Aquel día.

Hoy
sobre la rama de un haya cobriza
un ave solitaria se estremece
encogiendo las alas,
una nube
lista para un errar largo como la vida,
y al borde de las orillas del lago
erguida sobre una sola pata
una garza solitaria
practica austeridades.

 

 

De: “Siembra solo palabras”