miércoles, 22 de junio de 2022


 

SUSANA SOCA

 


 

La demente

 

 

La precisión de mis males
se extiende a las cosas vagas
por noches agotadoras
he jugado con las máscaras
y he buscado la fatiga
como si buscara el agua
ni siquiera alguna muerta
acedía me llegaba.

Entre mi sombra y yo misma
crece tenebrosa planta
doy vida a lo intolerable
en mi visión prolongada
la noche prosigue idéntica
sobre el reverso del alba.

La demente canturrea
dicen que no tengo nada
sin los vapores del vino
de las olas apagadas
acaso el baile del humo
en las hogueras ya lánguidas
de los pastos otoñales.
Repiten ella divaga
yo digo que hay una línea
por los puntos generada
y hay un punto entre los puntos.
La demente canturrea
dicen que no tengo nada
sin los vapores del vino
de las olas apagadas
acaso el baile del humo
en las hogueras ya lánguidas
de los pastos otoñales.
Repiten ella divaga
yo digo que hay una línea
por los puntos generada
y hay un punto entre los puntos.
La demente ya no canta
canturrea canturrea
dicen que no tengo nada
son aspectos de las nubes
que largamente miraba.
Tres horas para una nube.
Bocas cegadas
de los pozos en mi voz
repentinamente callan
cosas iguales se vuelven
para mí las nubes altas
y el muro bajo.
Todos dicen: anda y anda
digo que estoy detenida
aunque confíe a la acacia
lo que dije al abedul,
aunque al almendro contara
lo que no sabe el abeto
y despacio me quejaba
a la melancolía del campo
y a la de secreta lana
que es flor de tapicería.

La demente ya no canta
ni siquiera canturrea
aunque aquí nadie descansa
y es desconocido el sueño,
sueño que estoy transformada
en alguien que apenas vive.
Huyo de las asonancias
del péndulo y de la fuente
que a lo lejos me desgarran
cinco veces cada noche.
Años y años escuchaba,
cristal antiguo del péndulo
y sus dientes me señalan
un tiempo que recomienza.
La demente ahora calla
mira un punto mira un punto
y luego un clavo que avanza
simple y rotundo con furias
diversas y forma exacta,
es clavo de sordidez
que una noble mano planta.

 

TERESA MELO

 

  

Oh mar oh mar

 

 

Cae en la luz de octubre
el polvo que los cuerpos allá afuera despiden.
De la luz cae la humedad al pecho
donde bebo —como si pudiera— con feracidad.

Cae la mano y aparta… leve el gesto y firme
aparta la cabeza inclinada/ el deseo.
Irrepetible el relámpago
desviado de la piel a la irónica boca.
Modula frases…. letras que caen hacia el aire
y sólo allí se juntan con desgana.
Caería bajo la orden rajada de Barroso
baila/ decía… en esta trova amarga
baila desde ayer hasta la noche que caerá.
Te falta caer al abismo de otros
cuando caigas bajo el dedo francotirador.

Oh mar oh mar
si devolvieras lo que cae hacia ti
Oh mar oh mar
devuélveme.

 

 

WENCESLAO VARELA

 

 

 

Pa’qué (candiles)

 

 

Nací como los pumas en los pajales
… me crié campiando rumbos de loma en loma
y le robé los trinos a los zorzales
enredaos en cimbrones de las bordonas.

Las rosadas auroras de cada día
adornaron mis sueños desde muchacho
y escribí las primeras estrofas mías
a facón en el tronco de los lapachos.

Muy temprano por cierto me despertaron
los gritos de mandato de mi destino
y locas inquietudes que me tentaron
a pisar las culebras de los caminos.

Y enristrando mi pluma como una lanza
a corazón y brazo me abrí salida
y en el criollo incansable de mi esperanza
en busca de horizontes dientré en la vida.

Y en la vida, mis sueños dejé dispersos
a cambio de experiencias y de dolores,
dolores que en mi pecho se hicieron versos,
y versos que en mis labios se hicieron flores.

Y adorné mi guitarra con mis quereres
y la cinta sonora de su armonía
y libé en los pimpollos de las mujeres
pal camoatí sabroso de mi poesía.

He rendido a mis sueños caro tributo;
aura que nu’hay remedio lo he comprendido…
cultivé mi cerebro pa dar su fruto
y aprendí los caminos pa’andar perdido.

Aura que el desengaño corrió la venda
que apretaba mis ojos como una garra
veo sólo seis cuerdas como seis sendas
que me guían al fondo de mi guitarra.

 

 

JOSÉ MANUEL POVEDA

  

 

Serenata

 

 

Con la voz de otro tiempo, con la antigua voz pura
de las viejas jornadas sin dolor ni amargura,
vengo a darle al silencio, cerca de tu ventana,
una serenata insegura
que te recuerde otra lejana.

En pugna con la suerte, vencedor del destino,
mil veces extraviado, recobré mi camino;
y hoy vuelvo a hacerte ofrenda de mis canciones tristes,
vaso de muerte, negro vino,
aun cuando sé que ya no existes.

A la voz conocida tú acudirás, quién sabe
más amante que nunca y más bella y más grave,
y exhalará mi pecho, por sobre del olvido,
una armonía sobria y suave
que solamente oirá tu oído.

Pondrás tu mano blanca entre mi mano bruna
mientras cante mi boca la canción oportuna,
y si alguien cruza entonces el sendero sombrío,
verá sólo un rayo de Luna
y sentirá un poco de frío…

 

 

ATILIO SUPPARO

 

  

Mala cara

 

 

La lleva en ancas, no la ve, la siente
prendida con las uñas en la espalda;
es el “Chisme” el que va como jinete
y es su hermana “Tradición” la que se agarra.

Van pisoteando nombres y honradeces
a todo lo que corre el pampa criollo
que sabe que no es gaucho ser infieles
y quiere revolcarlos a corcovos.

Lo montaron a oscuras y en silencio,
sabiendo que era nomble más que manso,
pa hundirlo, de un tirón en el misterio,
tapando con calumnias todo el rastro.

Hay baile en cada cueva de la envidia
y son los convidaos todos aquellos
que no pudiendo ser más que inmundicia
rocían con cicuta el triunfo ajeno.

Traición, envidia y chisme, son resacas
que vinieron boyando por el río;
no son criollos de aquí, son de una marca
que usan de contrabando los bandidos.

Pasaron gambetiándole a la aduana,
saltando el alambrao de la nobleza,
y hambrientos de maldad, como las ratas,
dejaron, al roer, una epidemia.

 

 

DOMINGO ALFONSO

 

 

 

El espacio que separa la vida de la muerte

Para Pedro de Oraá

 

 

He observado la tarde.

Como naranja de luz rodaba hacia el borde de las

          tinieblas,

y yo, inclinado sobre mi ventana

viendo la brisa que comenzaba a ennegrecerse

la comparaba con mi propia vida:

era un reflejo de mi casa y de mi esposa, en silencio a

         mi lado.

Un toque de magia lo trastornaba todo

las sillas, el búcaro sin flores, el polvo sobre

          la cómoda;

todo se balanceaba como un péndulo que recorre

el espacio que separa la vida de la muerte.

Noviembre de 1986

 

De: “Esta aventura de vivir”