miércoles, 27 de octubre de 2021

SEBASTIÁN KIRZNER

 


 

Cavan

 


Cavan,

cavan sus tumbas,

cavan sus tumbas cuatro mineros;

cuatro mineros en los salitres,

cavan sus tumbas de blanco oro,

de puerta abierta,

de pico anclado,

que se arremangan,

para caber en su propio agujero;

Donde morirse como dormirse,

donde soñar su salada muerte,

que a pico y pala se van armando,

golpe tras golpe, en un espacio,

de seca espuma, infraestructura,

de lecho eterno, donde se busca

cerrar los ojos a la intemperie,

tras la que intentan los cuatro hermanos,

volverse eternos; ser recordados,

ser conservados, ser reclamados,

como comida para los pobres,

volverse hambre de carne muerta,

saciar los cuerpos de sus familias,

llenar los ganchos más oxidados,

que se conservan tras los cristales,

cercanos al fondo de lo profundo,

bajo las fauces, las bocas frías,

que hacen de ecos en las paredes,

que cubren carnes, las carnes muertas,

de cuatro hermanos que se traslucen,

tras las ventanas, los orificios;

salados llantos de saladero…

 

 

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