Cavan
Cavan,
cavan
sus tumbas,
cavan
sus tumbas cuatro mineros;
cuatro
mineros en los salitres,
cavan
sus tumbas de blanco oro,
de
puerta abierta,
de
pico anclado,
que
se arremangan,
para
caber en su propio agujero;
Donde
morirse como dormirse,
donde
soñar su salada muerte,
que
a pico y pala se van armando,
golpe
tras golpe, en un espacio,
de
seca espuma, infraestructura,
de
lecho eterno, donde se busca
cerrar
los ojos a la intemperie,
tras
la que intentan los cuatro hermanos,
volverse
eternos; ser recordados,
ser
conservados, ser reclamados,
como
comida para los pobres,
volverse
hambre de carne muerta,
saciar
los cuerpos de sus familias,
llenar
los ganchos más oxidados,
que
se conservan tras los cristales,
cercanos
al fondo de lo profundo,
bajo
las fauces, las bocas frías,
que
hacen de ecos en las paredes,
que
cubren carnes, las carnes muertas,
de
cuatro hermanos que se traslucen,
tras
las ventanas, los orificios;
salados
llantos de saladero…
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