Cuadernos de un vencejo
Un vencejo, de media, vive unos cinco años.
Un
poemario recién
publicado se olvida en pocos meses.
En cinco años lleva ya muchos años muerto.
Sólo
es un ejercicio
arqueológico el de quien recupera
de vez en cuando alguna de sus páginas.
Apenas
una anécdota que ríe la memoria.
Mientras
un año más
los vencejos cincelan sobre el cielo sus lunas.
Y
las crías recitan, temblorosas,
un primer verso que con emoción
les cuelga desde el pico.
Antes
de continuar
escribiendo, antes de seguir volando.
En
los vencejos viaja la poesía
que se muere en nosotros.
De: “Lenguaje ensamblador”
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