jueves, 29 de septiembre de 2022


 

ARTURO CAMACHO RAMÍREZ

 

 

Fruto del sueño

 

  

A paloma de nieve condenado
a flor de llama al viento sometido,
a lluvia desgajada estatuido
fruto del sueño, ciervo degollado;

te meces en el aire, vulnerado
fantasma de los ojos desprendido,
carbón en cuyo rostro se ha encendido
lo que la muerte tiene anticipado.

Vienes con pasos turbios de cautela,
en las frondas del sordo duermevela,
como las huellas del asesinado

amor que ayer nos entregó la suerte
un minuto no más y que hoy se vierte
sobre el fulgor del pecho derramado.

 

 

ALBEIRO ARIAS

 

 

Sin titulo

 

 

En esta aurora triste, sin luz en la mirada,
un locutor vocifera
el despótico frio de lo urgente.
Una aldea se consume por el fuego en la cordillera
mientras los cansados pasos del campesino
recorren las calles de bruma y de miedo.

Los caminos disipados bostezan sobre la piedra.

El rostro quebradizo mira su soledad en el agua
y un caballo degollado
profana con su grito la penumbra del bosque.

Los niños espantados no afianzan los párpados
porque sus noches edificadas con espinas jamás conocen el sueño.

Deliran el mundo, la lejana utopía,
el rito inmortal,
la letra y el infierno que no crearon.

Desde el abismo, el tiempo observa y les fosiliza el cuerpo.
El dolor humano, la desesperanza. ¿Dónde está Dios?

La historia desgarra los intestinos donde los profetas de la catástrofe
han pregonado salmos y antífonas con sus ejércitos invisibles.

El poeta escribe versos -es lo único que le queda-
mientras observa con impotencia
las siluetas ardiendo en el croquis del mundo.

 

 

XAVIER PALAU

 

 

Nada



El futuro es nada, esa sensación

inexpresable, no sentir ni ser,

no hay palabras ni gestos ni drogas

para plantear esa miseria eterna,

carroña que mengua y desaparece.

 

 

ANA LUCAS

 

  

Ausencia

 

 

El reflejo nos marchita,

es lo que somos

lo que deberíamos amar

pero, ¿quién sabe hacerlo?

Yo no quiero ni mirar

cuando rompen las olas

con fuerza en mis piernas.

Nos enseñan la doctrina,

uniformidad de las ánimas,

a ser soldados del silencio,

del exceso de dolor.

 

Ella lo intentó.

Él ganó.

Lo siento.

Siento que me vieras crecer

y sufrieras más que yo los bombardeos.

Yo me inmolaba por un poco de atención.

Me gusta pensar que es pasado, pero no.

El error es verme con tus ojos,

porque los cerrabas con frecuencia

y yo gritaba y gritaba

y tú haciendo oídos sordos.

Entre cien voces no distinguías la mía.

Ni siquiera en el silencio.

 

Soy gracias a ti,

o por tu culpa.

Dejo que me lances al aire una y otra vez

sin saber si me recogerán tus brazos.

No se me rompen los huesos

pero sí la fuerza, la seguridad

y el instinto de supervivencia.

Vivir contigo y con tu ausencia

es caminar por un campo minado

con la certeza de que el suelo explotará.

  

De: “Oasis”

 

 

 

DORA ALONSO

 

  

Viñales

 

 

Entre las lomas
el día nace.
Límpidas gotas
la noche esparce
sobre la hierba
que alfombra el Valle,
sobre las hojas
que el viento bate.

En la mañana,
cuando el sol sale,
como espejitos
centelleantes,
las limpias gotas
de agua dormida
multiplicado
copian el Valle.

 

 

DOMINGO ALFONSO

 

 

El rostro de Marlon Brando

 

 

El rostro de Marlon Brando
surge en la noche del cinematógrafo
             con un tamaño de casi dos metros de alto
por uno y medio de ancho aproximadamente:
tiene dos cejas, debajo de las cejas un par de ojos,
entre los ojos, un poco más arriba
de la pareja de labios, una nariz;
bordeada por el pelo,
encima de las cejas, está la frente,
algo detrás de la frente,
construidas expresamente para sostén de los espejuelos,
se encuentran las orejas.

Éste es el rostro de Marlon Brando;
tomo debida cuenta de su topografía;
para verlo pagué un peso con cincuenta centavos,
hice una cola de una hora nueve minutos,
de pie, bajo la lluvia
y ahora descubro en medio de este cine,
tocando el muslo de la mujer que me acompaña
que el rostro de Marlon Brando es sólo el rostro de una persona.

  

De: “Libro de buen humor”