domingo, 24 de abril de 2022

JOAQUÍN CIFUENTES SEPÚLVEDA

 

  

La casa de la plenitud

 

 

Hembra dorada y jubilosa,
pulpa de treinta soles rubios,
madura estás como las pomas
y hueles a pan de centeno,
a fruta y a vino y a cántaro
y a heno.

Yo, varón de altanero rostro,
músculo y corazón resuelto,
aquí te aguardo, en el umbral
de esta casa que mis brazos recios
construyeron con ladrillo y cal.
Casa tan mía como tuya.

Hembra del claro sonreír,
donde se afirma la raigambre,
sólida, de nuestro porvenir.
Nada nos falta, nada, nada.
Ni el vaso, ni el vino, ni el deseo.

 

 

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