Arazá-ti rincón
¡Pleamar
de loros y de tigres
enterrados…
Algún
potro alguna vez,
algún jinete
que ya tiraba lazos de salvación
invadieron esta zona sagrada.
Yo
no le pedí apoyo al eucalipto
extranjero,
me co-alumbré debajo de las
palmas.
El
gato montés
orinaba
verdes tecitos
sobre mi alma
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