Parte
de guerra
Nos
amábamos jóvenes como balas perdidas,
como las contraindicaciones de los fármacos.
¿Recuerdas aquel toque de queda?: acurrucado
y ebrio, protesta, alarma, rendición, huida,
me cagué en el salón, en el rincón de un mundo
que se venía abajo tras un ayer temblando
hacia un negro futuro abierto en dos abismos.
Cuando entraste dijiste: huele a flores de muerto,
y mi orina alcanzó tus ojos orinales.
Me arrastraste a la cama, luchamos vientre a vientre,
brazos como serpientes estrangulando el árbol
del placer con dolor hasta la extenuación.
Es violento el amor en su hoguera final.
De:
“Vida ávida: Poesía reunida, 1970-2022”.
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