"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 9 de diciembre de 2025
IVAN POZZONI
La
balada de Villon
La muerte tiene tus
ojos de verano coloreados
baila con el
ahorcado, lleva cabezas decapitadas
le cuenta al suicidio
sus historias de invierno,
que la lágrima de un
suicida puede extinguir el infierno.
La muerte recoge
flores de huesos gastados
en cerebros goteantes
y cuencas oculares agujereadas,
llora flores de
nenúfar en el estómago de los ahogados,
ella, puta, frágil,
adiós al celibato.
La muerte se casa con
el cadáver quemado,
sigue siendo la única
fuerza fuera de la lógica del mercado,
abraza al
hipercapitalista, al anarquista, al indiferente,
sin darse cuenta de
que no sirve para nada.
Clamamos por la vida,
abolimos la muerte,
lo intentaron en masa
con el apoyo del arte,
distraídos con ricos
homenajes y cotillones,
abolimos la muerte y
cantamos Villon.
La ballata di Villon
La morte ha i tuoi
occhi colorati d’estate
balla con l’impiccato
e indossa teste decapitate,
racconta ai suicidi
le sue storie d’inverno,
che la lacrima di un
suicida riesca a spegnere l’inferno.
La morte raccoglie
fiori dalle ossa consumate
dalla fuga dei
cervelli e dalle orbite bucate,
pianta fiori di
ninfea nello stomaco dell’annegato,
è mignotta, fragile,
d’addio al celibato.
La morte si sposa col
cadavere dell’ustionato
rimane unica forza
fuori dalla logica di mercato,
abbraccia
l’iper-capitalista, l’anarchico, l’indifferente,
senza mai accorgersi
di non servire a niente.
Strilliamo la vita e
aboliamo la morte
tentarono in tanti,
col sostegno dell’arte,
distratti da ricchi
omaggi e cotillón,
aboliamo la morte e
cantiamo Villon.
BELÉN OJEDA
Gris
en
el comienzo vislumbrado
en el crepitar de la brasa
en la humedad que se aleja
en la voz que se oculta
en la aspereza del grito
en el final presentido
MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ
El corazón que llueve
desatado
y pierde su armazón, su compostura,
su normativa estricta de compuerta
o dique, retentiva y contención,
sorprende en su violencia y se desata
mientras una muchacha incendia una cabina
y grita su dolor humedecido;
así crecen las hojas de los árboles
en la humedad primera del dolor
y el barro ennegrecido de la tierra
se ayunta al llanto oscuro en cada gota
para hacer vertical la geología.
Llueve también sobre mi corazón dormido
como si no pensase concluir
el tiempo en que los nombres se hacen de agua,
y cada gota tiene su porción
alícuota de hierro y de pesar.
Por eso cuando llueve los mamíferos,
los lóbregos mamíferos contamos
despacio y varias veces nuestros huesos,
las piedras de cristal de cada hueso
y su sermón de luz resplandeciente
para llorar de pronto con escarnio,
visibles, necesarios y maduros
ante el día que juzga y nos ampara.
De:
“La ausente”
JOSÉ LUIS MORANTE
Los
caños
A Mario Sesmero García
Como ayer, todavía
se zambulle en los caños
la frágil convicción
de dar molde a las piedras.
Despereza muy cerca
el lejano revuelo
de la casa sin nadie,
las nubes, sus azares,
el frontón, las esquilas,
el rastrojal con bozo
y los pinares…
Son auroras del viaje
que completa
el pautado cumplir de los regresos;
el escenario intacto
del niño que no sabe
que a cada cual su cielo y su repliegue.
Hoy me nombra de
nuevo
la clara voz del agua
dormida en su angostura.
Sobre la sed ferrosa pongo el labio,
sorbo zumo en el borde
y es un cuenco repleto de nostalgia.
Si arracimo las gotas
y su vuelo de pájaros,
un niño en soledad
bebe conmigo.
VÍCTOR MANUEL PINTO
Die kolonie Schwarzwald
Venimos de la selva
más oscura & hacia montañas negras remontamos.
Tras la imagen de San
Martín de Tours se balancean las torpes carretas
donde van a montarse las mujeres que se persignan ante el cementerio.
A través de nubladas
autopistas marchamos a poblar tierras incultas.
El loco arlequín del
carnaval ha enterrado su traje de colores.
Ahora fuma su blanco cigarrillo cargando una bolsa de basura.
El Rin tiene
alambradas de púas.
La Guardia nos requisa las maletas & se adueña de fósforos y velas.
Así la marcha es mucho más umbría.
Un espanto silba
entre los abetos &, más allá, en lo nocturno del bosque,
el ladrón abre sus verdes pupilas.
Seguimos los astros
enrojecidos como luces traseras de camiones
que nos rozan con su estruendo de polvo.
DOUGLAS GÓMEZ BARRUETA
Hartsfield-Jackson
Airport
En las torres de
control no hay espacio para contemplar las nubes;
se tiene que hablar con frases cortas,
repetir las instrucciones,
emplear la palabra como usa las manos un cirujano,
mirar los radares como quien escucha a los oráculos.
Mantenerse despierto,
tener una respuesta firme y serena ante las emergencias.
Es casi como escribir
un poema,
pero sin los despegues y aterrizajes simultáneos;
sin los pronósticos meteorológicos;
sin ver caer los rayos o calcular la velocidad del viento.
Los mensajes en el
altavoz tienen un ritmo que no descifro.
Los pasillos parecen un jardín en varios idiomas.
¿A dónde van esas maletas abandonadas?
Veo la cuarta letra
del alfabeto griego y busco en los mapas,
creo que es el sueño el que me hace hallar la palabra Athens,
pero prefiero ver con detenimiento las alas de un pollo frito
y salir del aeropuerto para tratar de mirar al cielo.
