Septiembre 1970
Me duele nuestra soledad
desde que mueren los pequeños soles
trozos de cielo sin importancia
allá en la cima de la colina
las mañanas han olvidado el silencio
caen cual sílabas
como el rocío
para no significar nada
Me duele el día que se levanta
dique o vela de arena
entre nosotros que nos llamamos
"hermanos" pero no
camaradas
mientras que lanzan aparatos perfeccionados
para sancionar las manos abiertas a la vida
los puños que exigen la tierra el árbol la
identidad
Me duele la indiferencia distribuida por no
sé
qué estrella
en los cuerpos grasos de las ciudades
desnudas y sin
[ternura
los veo
muy ocupados en sus cálculos
con el rostro embarrado de margarina
para ocultar un cierto horror que sonroja su
frente
los veo
impasibles tras el vidrio
igual número de fracturas en el tiempo
que decide por sus sueños
y les predice el sismo
los veo
secretar la injusticia para el equilibrio de
la historia
todo se justifica
con tal de que un niño no venga a perturbar
la calma
Pero existen cosas peores...
existen los "hermanos"
los sepultureros de nuestra esperanza
que duermen en un lecho de nostalgia
mientras que hormigas y moscas
vienen a posarse en su memoria
mientras que el poema natal
lanza órdenes
a los niños que caminan sobre la espuma
para detener el contrabando entre las
estrellas y la
[vergüenza
Cuánta ceniza en mi cráneo
que todavía cree posible el sueño
cuánta sangre bajo esta tierra gris
cuántos olivos que mueren en el alba
coagulada
cuántos poemas amordazados en la muerte
blanca
Dejad que me revuelque en las arenas
para perder la memoria
para no hablar más de los hombres
para ya no huir de la muerte
Los "hermanos" los sepultureros,
con las lágrimas en
[los ojos masacran a los camaradas
limpian la capital y se lavan el sexo
presiden la oración
y olvidan
Después de todo para qué decirlo
no me lamento
todos los días mueren
en los campos,
en las arenas
el olivo y el sol lo saben
más bien hablo por la tierra lastimada
hablo para que el cielo me abra una puerta
[al azul y al verde
hablo para que el océano sea el único
[testigo de nuestra herida
hablo para que los niños
un día puedan ver nacer el alba de sus sueños
hablo para que se sepa
que se falsificó la historia
hablo
mas ¿qué vale la palabra de un camello?
hablo para el desierto
pero la arena toma ya el color de mi soledad
el desierto avanza hacia Amán
la compasión la tempestad estrangulan
[a las almas degeneradas
sorprendidas por su hedionda desnudez
Hablo
y mi discurso se pierde en las dunas
acaso alguien me escucha
Mi prójimo está lejos
apenas cree en la fatalidad
lo mismo que el pájaro que tiene miedo
se posa en una rama incierta
mi prójimo es un camarada
que sorprendió mi delirio
y perdonó mi locura
abandonó la tienda
Mi canto es indigno de quienes mueren por la
noche
y renacen con el alba
mi canto es pobre
sólo soy un camello
un destino que se acaba
estoy triste pero no desesperado
aun cuando los "hermanos" y los
demás
decidieron que mis camaradas serán los
[olvidados de la historia
no saben que el desierto va a parir
Un sueño es arrojado al espacio
un sueño que tiene razón
una estrella audaz ilumina ese sueño
en el combate
en el amor
en los encuentros del árbol y del bosque
en la vida que marchita las coronas
ese sueño sin palabras
estalla en las calles árabes
canta y llama
la muerte desprendida del cielo
El hombre con la memoria marchita
monta sobre el lomo de un viejo esclavo
y hace un discurso para retener el sueño
[estallado
olvida sus palabras
babea
se descompone
De:
“El discurso del camello”
No hay comentarios:
Publicar un comentario