jueves, 21 de octubre de 2021

DANIEL CUNDARI

 

 

4

 

Templada la sangre, como una fruta húmeda,

álgida la mirada y al mismo tiempo yerma,

partiste incauto por la ciudad de la inocencia

tragando entera la piedra del recuerdo.

 

Regresaste con otra lengua e igual dolor

a tus playas, a tus arrinconados juegos.

 

Ahora te esperan en la otra orilla de la vida,

donde con afán erigiste la estatua de tus días.

Y son muchos, están todos, con el martillo listo.

 

De: “Poemas para delinquir”

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