jueves, 21 de octubre de 2021

CLAUDIO RODRÍGUEZ

 

 

 

Porque no poseemos

(la mirada)

 

 

I

 

Porque no poseemos

Vemos. La combustión del ojo en esta

Hora del día, cuando la luz, cruel

De tan veraz, daña

La mirada, ya no me trae aquella

Sencillez. Ya no se que es lo que muetre,

Que lo que resucita. Pero miro,

Cojo fervor, y la mirada se hace

Beso, ya no se si de amor o traicionero.

Quiero acuñar las cosas,

Detener su hosca prisa

De adios, vestir, cubrir

Su feroz desnuidez de despedida

Con lo que sea: con esa membrana

Delicada del aire,

Aunque fuera tan sólo

Con sutil ternura

Del velo que separalas celdillas

De la granada. Quiere untar su aceite,

Denso de juventud y de fatiga,

En tantos goznes luminosos que abre

La realidad, entrar

Dejando allí, en alcobas tan fecundas,

Sui poso y su despojo,

Su nido y su tormenta,

Sin poder habitarlas. Que mirada

Oscura viendo cosas

Tan claras. Mira, mira:

Allí sube humo, empieza

A salir de esa fábrica los hombres,

Bajos los ojos, baja la cabeza.

Allí esta Tormes con su cielo alto,

Niños por las orillas, entre escombros

Donde escarban gallinas. Mira, mira:

Ve como ya, aun muescas y clavijas,

Con ceños y asperezas, vanm fluyendo las cosas. Mana, fuente

De rica vena, mi mirada, mi única

Salvación, ella, graba,

Como en un árbol los enamorados,

La locura armoniosa de la vida

En tus veloces aguas pasajeras.

 

II

 

La misteriosa juventud constante

De lo existe, su maravillosa

Eternidad, hoy llaman

Con sus nudillos muy heridos a estya

Pupila prisionera. Hacía tiempo

(que bien se ahora el porque) me era lo mismo

Ver flor que llaga, cepo que caricia;

Pero esta tarde ha puesto al descubierto

Mi soledad y miro

Con mirada distinta. Compañeros

Falsos y taciturnos,

Cebados de consignas, si tan ricosd

De propaganda, de cancion tan pobres;

Yo mismo, que falle, tantas ciudades

Con ese medallón de barro seco

De la codicia, tanto

Pueblo rapaz, al que a mi pesar quiero,

Me fueron, a hurtadillas,

Haciendo mal de ojo, y yom seguía

Entre los sucios guiños, esperando

Un momento. Este de hoy. Tiembla en el aire

Las ultimav luz. Es la hora

En que nuestra mirada

Se agracia y se adoncella.

La hora en que, al fin, con toda

La vergüenza en la cara, miro y cambio

Mi vida entera por una mirada

Esa que ahora esta lejos,

La única que me sirve, por la sola

Cosa por la que quiero estos dos ojos:

Esa mirada que no tiene dueño.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario