Porque
no poseemos
(la
mirada)
I
Porque
no poseemos
Vemos.
La combustión del ojo en esta
Hora
del día, cuando la luz, cruel
De
tan veraz, daña
La
mirada, ya no me trae aquella
Sencillez.
Ya no se que es lo que muetre,
Que
lo que resucita. Pero miro,
Cojo
fervor, y la mirada se hace
Beso,
ya no se si de amor o traicionero.
Quiero
acuñar las cosas,
Detener
su hosca prisa
De
adios, vestir, cubrir
Su
feroz desnuidez de despedida
Con
lo que sea: con esa membrana
Delicada
del aire,
Aunque
fuera tan sólo
Con
sutil ternura
Del
velo que separalas celdillas
De
la granada. Quiere untar su aceite,
Denso
de juventud y de fatiga,
En
tantos goznes luminosos que abre
La
realidad, entrar
Dejando
allí, en alcobas tan fecundas,
Sui
poso y su despojo,
Su
nido y su tormenta,
Sin
poder habitarlas. Que mirada
Oscura
viendo cosas
Tan
claras. Mira, mira:
Allí
sube humo, empieza
A
salir de esa fábrica los hombres,
Bajos
los ojos, baja la cabeza.
Allí
esta Tormes con su cielo alto,
Niños
por las orillas, entre escombros
Donde
escarban gallinas. Mira, mira:
Ve
como ya, aun muescas y clavijas,
Con
ceños y asperezas, vanm fluyendo las cosas. Mana, fuente
De
rica vena, mi mirada, mi única
Salvación,
ella, graba,
Como
en un árbol los enamorados,
La
locura armoniosa de la vida
En
tus veloces aguas pasajeras.
II
La
misteriosa juventud constante
De
lo existe, su maravillosa
Eternidad,
hoy llaman
Con
sus nudillos muy heridos a estya
Pupila
prisionera. Hacía tiempo
(que
bien se ahora el porque) me era lo mismo
Ver
flor que llaga, cepo que caricia;
Pero
esta tarde ha puesto al descubierto
Mi
soledad y miro
Con
mirada distinta. Compañeros
Falsos
y taciturnos,
Cebados
de consignas, si tan ricosd
De
propaganda, de cancion tan pobres;
Yo
mismo, que falle, tantas ciudades
Con
ese medallón de barro seco
De
la codicia, tanto
Pueblo
rapaz, al que a mi pesar quiero,
Me
fueron, a hurtadillas,
Haciendo
mal de ojo, y yom seguía
Entre
los sucios guiños, esperando
Un
momento. Este de hoy. Tiembla en el aire
Las
ultimav luz. Es la hora
En
que nuestra mirada
Se
agracia y se adoncella.
La
hora en que, al fin, con toda
La
vergüenza en la cara, miro y cambio
Mi
vida entera por una mirada
Esa
que ahora esta lejos,
La única
que me sirve, por la sola
Cosa
por la que quiero estos dos ojos:
Esa
mirada que no tiene dueño.
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