Nube
Nunca
solos
mientras que por el cielo interminable
se muevan eternas las nubes.
Al nombrar su belleza
la humanidad se enamora de criaturas de niebla.
Llevadas por el viento descansan,
tenues, sin superficie,
inerte fluir de forma en forma,
esencia con esencia seno hecho agua con ensombrecido seno.
Ay si pudiéramos como ellas
libremente movernos en paz en la conmoción del aire,
no volver nunca a lo que somos.
Se hacen, deshacen, se vuelven a hacer, quietud de lo mudable,
de lo visible a lo invisible pasan
o convocan sobre las colinas desoladas
velos de olvido
o con destellos de esplendor el gris del ocaso
ahíto de oro en llamas y rosa ardiente,
sus formas acuosas santuarios de la gloria del sol.
De:
“The Oval Portrait”
Versión
de Adolfo Gómez Tomé
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