Álbum
Volví
a
las calles niñas,
pasé extranjera en un auto a 40 km por hora,
las veredas parecían fotos desteñidas.
Vi
más pequeña la avenida donde por primera vez
me llegó la menstruación. En esas calles
besé la primera vez
y lloré la primera despedida.
Todavía
existen
el camino de piedra que lleva al colegio y
el árbol cargado de mandarinas engañosas,
ácidas hasta el llanto.
Lo
más complejo es el filo de la montaña
donde caminé con mi padre los sábados de mi infancia.
A ese lo vi con ojos nuevos, no los míos de entonces,
no los de ahora.
Tal
vez, hoy decida saltar al barranco
y terminar la historia. Así es como una detonación.
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