Terrores nocturnos
No
mirar
no es
cobardía
si la
carne expuesta al aire nos da horrores
y una
imagen con eco demónico que nos sala
las
flores posibles. Pero
qué
decirle al tuerto, cómo
recriminarle
el punto ciego cuando
siempre
está nutriéndose del plato de lo feo,
cómo
atajar su negación si su empeño rema lisiado
lejos
de su mitad de mundo que ha perdido,
ese
mundo peor visto en pleno.
Abiertamente
los dolores duelen
y son
del mismo rugor al cerrar los ojos,
pero no
llueve igual si no te moja,
no
enronca igual el agua una garganta
sin ver
al indigente escurriendo negrura
como un
nuevo despojo visible
sobre
su despojo evidente,
esa
exaltación de lo que sigue siendo
pues ya ha sido, y ahora tiembla con temblor humano
pues ya ha sido, y ahora tiembla con temblor humano
y gruñe
oscuro a la intemperie
a mitad
de una vida, al final de otra, sin reniego,
pero
siempre que amanece
regurgita
y se emprende nuevamente
con un
olor a viejo vuelto al ruedo.
Todo
eso dentro
así aun
lejos de las calles,
y uno
puede refrescar, vivificar
sin
proponérselo su condición lisiada,
resentir
la llaga añeja con un escozor ya encanecido
que
luego de estar, y de incluso olvidarse, lastima
por
gracia y efecto de la memoria del cuero,
del
soplo que silbó en una enramada,
la
canción vuelta un hecho vuelta recuerdo vuelta lava mojada,
del
humo que despida ese humedecimiento,
de una
luz colada desde el patio,
de una
esquina gastada en besos,
de un
aire cálido imprevisto y su extrañeza,
un
temblor marcando las ausencias.
Sin ser
un remedio [nunca por nadie sugerido
porque
igual no lo hubiésemos tomado], uno
finalmente se recuesta en su lecho
finalmente se recuesta en su lecho
después
de haber andado el esqueleto,
los
índices guardados al calor paupérrimo de los sobacos,
y se
desprende engañosamente de su suelo indejable
guardando
una brizna de sentido
para el
descenso momentáneo del cuerpo.
Finalmente
nada puede ser eterno.
/Algo
enturbia ese desprendimiento
antes
del ensayo de la muerte;
hay un
tiento al nervio, un abordaje inesperado,
una
herida con nombre propio, un estertor, todo:
saltas.
En
mitad de la noche, fuera de ti, todo silente.
En ti,
su fantasma.
La cama
hierve…
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