domingo, 31 de julio de 2022


 

WOLE SOYINKA

 


 

Temporada

 


El moho es la madurez, el moho.

Y el marchito maíz-pluma.

El polen es el apareado-tiempo cuando tragamos

Tejiendo una danza.

De emplumadas flechas

La hebra del maíz- tallo en aladas

Líneas de luz. Y nos encantaba oír

Empalmadas frases del viento, oír

Raspaduras en el campo, donde el maíz-hoja

Perforaba como astilla de bambú.

Ahora, cosechadores nosotros,

En espera del moho de borlas, dibujando

Largas sombras del crepúsculo, enroscando

La paja en la madera-humo. Tallos cargados

Llevando el germen de la decadencia-esperamos

La promesa del moho.

 

Versión de Mario Bojórquez.

MIGUEL RAMOS CARRIÓN

 

 

 

El seminarista de los ojos negros

 


Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: -¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.

En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.

Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.

Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...

 

 

LILIANE WOUTERS

 

 

  

Una vez, una sola vez,

El agua entre mis palmas,

La sombra de la higuera sobre mi casa

Una vez, una sola vez,

El agua en mi lengua, el resplandor del sol

Entre mis dedos.

He vivido, pase lo que pase,

Este momento de aire y de luz,

Esta plenitud de sed.

 

JO SHAPCOTT

 

  

 

La picadura

 


Cuando la abeja reina furiosa dirija

al enjambre hacia dentro del cuarto, no le azotes la puerta

no lo dejes arrastrarse sobre las paredes, los muebles

y los libros, como si fuera un decorado de pelusa en movimiento. No huyas

a la ciudad, solo, a trabajar, hacia el viaje subterráneo.

El piquete ya no es apis mellifera¹, ahora es vida

sin abejas mieleras, sin un zumbido que llene los oídos

sin un amarillo que llene las miradas. El piquete ya no repica

al agitar su antena desgarrando

el techo de la cámara de un panal que eclosiona. El piquete

ya no es una colmena feral zumbando en la piedra

de la pared de la casa, no hay olor a miel

cuando pasas rozando. No hay abejas que te sigan, ni una sola,

y ahí es donde sientes la picadura. El piquete ya no pica más.

 

Versión de Violeta Orozco

 

1.- Apis mellifera, nombre científico de la abeja común, desde el latín: abeja lleva-miel.

 

ANDREI LANGA

 

 

 

El día de las hojas

 


Las hojas tienen su modo de ser, no se dan en espectáculo

Entidades tímidas, de sólo dos caras, que dan forma a las ramas.

La vista de fondo para unas flores sin pretensión de ser las preferidas.

Minúsculas fábricas de clorofila, proceso de fotosíntesis cotidiano.

 

La versión al español es del mismo autor Andrei Langa

 

MANUEL ASTUR

 

  

La nube

 

 

Si una pequeña nube que
pasa frente al sol
cambia así el universo
qué no cambiará una opinión.

 

sábado, 30 de julio de 2022


 

ZHIVKA BALTADZHIEVA

 

 

Los pormenores son lo más importante…

 


Una carta olvidada en el bolsillo e ilegible
después de pasar por la lavadora,
la mirada en la que no me he fijado,
la voz de lo no dicho, el aliento del campo temblando
en resonancias momentáneas,
el cotidiano y único rostro de mi madre que se ha ido.

Los pormenores son lo amado.

Cada vez quedan menos en este mundo civilizado.
Industria, grandes cantidades de lo mismo.
Y ni gota de lo otro. Pensaba el retrato
del exánime dedo meñique de tu mano izquierda
en el museo de los más íntimos recuerdos,
pero reproducirán mi mente y mi corazón huidizo

y no sé dónde protegerte.

 

Versión de Eva Davidova y Francisco Larios

 

LISEL MUELLER

 

 

Literatura norteamericana

 


Poetas y narradores

se trasladan a las vacantes

que Edward Hopper les dejó.

Ellos se establecen en los espacios en blanco,

donde la luz ha sido restregada y decolorada

hasta parecer blanco-esqueleto, y donde nada crece

excepto ausencia. Donde algo falta,

el hombre por el que espera una mujer,

o muebles en una habitación

despojada como una cama de hospital

donde el paciente murió.

Aquellos desprovistos interiores

son justo lo que ellos están buscando,

los escritores, que llegan con su equipaje

de varitas de zahorí y libros manoseados,

sus molestas fotos familiares,

sus boludas camas, su predilección

por comenzar fuegos en habitaciones vacías.

  

Versión por Andrea Muriel

 

SABRINA USACH

 


 

Araña

 

 

hago un nudo una cadena enlazo engancho y saco
ojalá este ovillo tenga el poder necesario para arrastrarme
por los rincones de la casa que nunca fue mía y rescatar
a la mujercita analfabeta aprendiz de locuras
enlazo engancho y saco
¿en qué momento del otoño de mil novecientos noventa y siete
ya no supe si eran sus manos o las mías las que recogían
el hilo como un niño desnudo y frágil al que abrigar
con el tramado de una lengua desconocida para nosotras?
enlazo engancho y saco
eso de inventarse puntos y enseñármelos bajo la luz tenue
colada a través de la parra bordó a medio deshojar fue la manera
de enredarse en su pedacito de mundo cada vez más ajeno
enlazo engancho y saco
si supiera que hoy mientras ensayo ser insecto se me figura
manipulando saliva -tácita- yendo y viniendo en la red
donde esperó disecarse lentamente
enlazo engancho y saco
no hizo falta guardarla en una cajita de fósforos
porque el único museo que conservo es la aguja
con la que me unió a las palabras que aún intento descifrar
enlazo engancho y saco
si al menos me hubiera dicho en qué vuelta debía torcer los hilos
para que nazca esta breve extensión de mí -invisible pichón-
y terminar ¿debo torcer los hilos? ¿quiero terminar?

 

 

OUMAR FAROUK SESAY

 

  

Luego

 

 

Luego hubieran eviscerado la tierra
Y arrancado las entrañas como hace la hiena con su presa
Luego hubieran exhumado el hierro y el oro en su vientre
Y dejarían un sendero de tumbas
Luego extraerían la bauxita
Y dejarían una herida abierta en nuestro sembrado de cacao
Luego hubieran trasladado nuestra aldea desde su ancla ancestral
a una parte profanada del bosque
Luego hubieran exhumado nuestros ancestros y nos hubieran dejado para soportar su ira
Luego hubieran mutilado los genitales de la cultura, dejándonos sangrantes
Como una herida abierta
Luego hubieran borrado todos nuestros tabús y limitaciones, dejándonos desnudos
Como bailarines descalzos sobre brazas ardientes
Luego hubieran violado nuestra dignidad y robado nuestra integridad
Dejándonos envueltos en auto-desprecio
Luego hubieran convertido el bosque verde en un erial
Y dejarían una tierra yerma para que vomitara nuestras semillas
Luego nos hubieran reducido a esclavos encadenados a nuestra pobreza
Dejándonos en harapos mientras se llevan nuestras riquezas
Luego se hubieran ido para celebrar sus ganancias
Mientras retorcíamos en dolor
Luego hubieran contaminado todas nuestras represas
Dejándonos a darle eco al lamento del anciano marinero;
“Agua, agua, por todas partes. Ni una sola gota para tomar”
Luego hubieran dejado nuestro Río Rokel un infierno ardiente como el Cuyahoga
Y nosotros en sus riberas escupiendo para apagar sus llamas
Luego hubieran contaminado el aire
Y nosotros boqueando por un respiro
Luego dejaríamos de alegar entre nosotros acerca de nuestras diferencias
Y veríamos la uniformidad de nuestra tragedia
Al fin vueltos como la tierra baldía de la última trompeta
Nos daríamos cuenta entonces que hemos destruido nuestro paraíso
Esta vez con los ojos bien abiertos y la mente firmemente cerrada.

 

Versión de G. Leogena

 

VIOLETA PARRA

 

 


 

La carta

 

Me mandaron una carta
por el correo temprano
y en esa carta me dicen
que cayó preso mi hermano
y sin lástima con grillos
por la calle lo arrastraron, sí.

La carta dice el motivo
que ha cometido Roberto
haber apoyado el paro
que ya se había resuelto
si acaso esto es un motivo
presa también voy sargento, sí.

Yo que me encuentro tan lejos
esperando una noticia
me viene a decir la carta
que en mi patria no hay justicia
los hambrientos piden pan
plomo les da la milicia, sí.

De esta manera pomposa
quieren conservar su asiento
los de abanicos y de frac
sin tener merecimiento
van y vienen de la iglesia
y olvidan los mandamientos, sí.

Habráse visto insolencia
barbárie y alevosía
de presentar el trabuco
y matar a sangre fría
a quien defensa no tiene
con las dos manos vacía, sí

La carta que he recibido
me pide contestación
yo pido que se propague
por toda la población
que el león es un sanguinario
en toda generación, sí.

Por suerte tengo guitarra
para llorar mi dolor
también tengo nueve hermanos
fuera del que se engrilló
los nueve son comunistas
con el favor de mi Dios, sí.

Maldigo del alto cielo

Maldigo del alto cielo
la estrella con su reflejo,
maldigo los azulejos
destellos del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo
la piedra con su contorno,
maldigo el fuego del horno
porque mi alma está de luto,
maldigo los estatutos
del tiempo con sus bochornos,
cuánto será mi dolor.
Maldigo la cordillera
de los Andes y la Costa,
maldigo, señor, la angosta
y larga faja de tierra,
también la paz y la guerra,
lo franco y lo veleidoso,
maldigo lo perfumoso
porque mi anhelo está muerto
maldigo todo lo cierto
y lo falso con lo dudoso,
cuánto será mi dolor.
Maldigo la primavera
con sus jardines en flor
y del otoño el color
yo lo maldigo de veras;
a la nube pasajera
la maldigo tanto y tanto
porque me asiste un quebranto.
Maldigo el invierno entero
con el verano embustero,
maldigo profano y santo,
cuánto será mi dolor.
Maldigo a la solitaria
figura de la bandera,
maldigo cualquier emblema
la Venus y la Araucaria
el trino de la canaria,
el cosmos y sus planetas,
la tierra y todas sus grietas
porque me aqueja un pesar,
maldigo del ancho mar
sus puertos y sus caletas,
cuánto será mi dolor.
Maldigo luna y paisaje,
los valles y los desiertos,
maldigo muerto por muerto
y el vivo de rey a paje,
el ave con su plumaje
yo la maldigo a porfía,
las aulas, las sacristías
porque me aflige un dolor,
maldigo el vocablo amor
con toda su porquería,
cuánto será mi dolor.
Maldigo por fin lo blanco,
lo negro con lo amarillo,
obispos y monaguillos,
ministros y predicandos
yo los maldigo llorando;
lo libre y lo prisionero,
lo dulce y lo pendenciero
le pongo mi maldición
en griego y en español
por culpa de un traicionero,
cuánto será mi dolor.

 

 

SRETEN VUJOVIC

 

  

La imagen



Un pensamiento íntimo
Con la sensación
Quizá
Del miedo al dolor
Pareciera omnipotencia
El querer aprovechar
El discreto capricho
De todos ante la vulnerabilidad
Para que
El espejismo
Ese refugio de la imagen desbordada
Se estremezca

 

viernes, 29 de julio de 2022


 

TRUMBULL STICKNEY

 

 

 

[Y, al llegar el último día, el Hombre…]

 


Y, al llegar el último día, el Hombre estaba solo

durante el amanecer del mundo destrozado,

esperando cómo de cada cosa habría de surgir

el Retorno del Señor. Y, miren, no llegó

 

Nadie, -Pero sin diferenciarse de cada reino

de tierra y aire y agua, creciendo más

y más violento, agudo, pesado, un rugido

perturbó de entre la atmósfera amarillenta

 

Sus oídos; y mientras buscaba, aterrado

una bestia de formas innumerables,

el chillido creció entre todas las sombras, hasta

que era un quejido de pasto por la tierra.

 

De repente, en lo humano de la bestia

la angustia de ambos, pues el hombre irguió su lanza,

y, como no existía agua que beber, la sed,

se disparó vital y compresa. -Mientras caía él,
Debajo en el Este que bellamente surgía

vio a la última irisada serpiente marina

que, con la lanza traspuesta, aún era capaz

de empujar al sol hacia dentro del muerto mar.

 

Versión de Sergio Eduardo Cruz

AL-KHANSA

 

 

Oh, mis ojos

 

 

Oh, mis ojos derramaron lágrimas generosamente.
¿No llorar por Sakhr, el generoso?
¿No derramar lágrimas por el joven audaz,
alto y bien parecido que poseía
cualidades de liderazgo y condujo a su pueblo?

 

 

MAMTA SAGAR

 

  

Nuevamente llueve

 

 

Yo y él
mojándonos en la distancia de nuestros cuerpos soldados
Y yo recordando
Los bosques densos y oscuros de su patria.

Grandes árboles,
Nidos de amor en cada rama
“llueve así también allá”
susurra él en mis oídos
sus negros y rizados mechones
juegan sobre mi frente
y susurro
“llueve así aquí también”

Un relámpago irradia en los ojos
Y el deseo llueve

Mi aliento caliente
juguetea sobre él
Su sonrisa juguetea sobre mis labios
La lluvia espera afuera
Mientras esperamos mojarnos dentro
Él la lluvia dentro de mí
Yo la lluvia dentro de él
Y sin

aquí
ahora
Sus recuerdos se derraman como lluvia
Como un sueño olvidado retornando
fragancia de su amor
Y allá gotas
Mi recuerdo en su corazón

La lluvia cae
Aquí y allá.

  

Versión de Nelson Roque Valdés

 

 

SIGURBJÖRG THRASTARDÓTTIR

 

 

Novia 4


ella llegó al pueblo
esta mañana
con la bruma ella

es el tipo de mujer
que a todos le suena
como
eva como la artista róska la virgen maría

ella lleva
un vestido de blanco inmaculado con algodón de azúcar
en la mano

y los ojos son de un azul verdoso como
américa

 

 

ROSAMEL DEL VALLE

 

  

Lámpara detrás del muro

 

 

Sitiado de vellones en movimiento
Imagen que la memoria me deja caer.
El tiempo nada en un color de atmósfera
O vuelo de sombras despiertas,
Guiado por lámparas de negro andar.
Las tribus aparentan descanso en tus huesos.
Nada te es familiar si no viene
Desde la cascada de ritos de la sangre desaparecida.
Piedras de lenguas habitan en tu imagen de siempre,
Imperturbable cabeza de sonámbulo.
Vivo en piel rayada por signos,
Historias de muertos en los laberintos del pecho.
Fantasma con oído destrozado,
Fantasma con pies de aureola,
Fantasma sentado en largas raíces,
Esperas bosques ausentes y minerales de sueño,
Cascadas de cuello de garza abandonada,
Raíces que leen su diario bajo tierra,
Angustia de cielos colgantes que destruyen tu boca
Mientras el humo se reclina en hojas de uñas ciegas,
Y pasan coronas de agua, coronas de soles, coronas
De animales asidos a la sangre de los años.
Habitante del alba prendida en tus cabellos,
Habitantes de las mañanas que lamen viviendas y sueños,
Habitante de las tardes, danza de gotas de hilo a hilo, gota a gota,
Y de la noche con puertas de vidrio abiertas al miedo.

 

 

TOMÁS LAGO

 

  

Sombra paralela

 

 

Corre el tiempo velozmente
como si ocho caballos lo arrastraran
al lado de la frente en lo informe donde
las escamas del sueño acrecienta entre si
debajo de su sombra cuya tela ha tejido
de estigmas corazones muertos polvo funerario

Los enemigos del otoño
llevan un color verde en los hombros
sí, como los soldados,
su trozo guarda a lo lejos el natalicio del tiempo

Vuelve vuelve a tu mitad desprendida
tiempo olvidado vestíbulo amoroso
tu parte rigen pálidas tus cifras metales
que se alimentan de puntos y rayas rojas

Lo rápido lo inválido lo pequeño
lo que se aproxima a no existir
ay, el invierno su pezuña negra.

 

 

 

jueves, 28 de julio de 2022


 

JO SHAPCOTT

 


 

CCD²

(Dispositivo de carga acoplada)

 


Mi cuerpo se derrumbó cuando se fueron las abejas,

se convirtió en una oquedad

de huesos y piel estirada.

Apenas caí en cuenta

de la convulsión del tiempo alado

las feromonas desacopladas

y la progenie sellada por la cera.

Al panal

lo dejaron atrás disuelto

en sangre y agua.

Ahora huelo a sudor y aliento

y creo que las células de mi cuerpo

se han vuelto hexagonales

aunque las abejas se hayan ido ya desde hace tiempo.

  

Versión de Violeta Orozco

 

2.- CCD (Charge Coupled Device). CCD son las siglas de un dispositivo de carga acoplada, es decir, un dispositivo que transporta carga eléctrica desde un aparato que almacena carga a otro.

ANDREI LANGA

 

  

Palabras olvidadas

 


Palabras olvidadas te siguen de cerca, sus ojos son llenos de una luz verde.

Te buscan y creen solo en ti, la mítica luz te lleva atrás. La tierra entera ya se derrumba, (qué fresco parece el polvo aquí…)

Palabras perdidas te aman y llaman, por donde tú pasas la tierra se hunde.

 

La versión al español es del mismo autor Andrei Langa

 

 

MANUEL ASTUR

 

 

Tan alto

 

 

Si Dios existe,
cuando me caiga por última vez
y termine este juego,
me alzará tan alto y ligero
—algo indiferente hacia mi miedo,
seguro de su poder,
pleno en su amor sereno—
como me elevaba en brazos mi padre
cuando Dios era él
y yo acababa de caer bajo esta luna.

 

 

MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR

 

  

A un diluvio la tierra condenada

 

 

A un diluvio la tierra condenada,
que toda se anegaba en sus enojos,
ríos fuera de madre eran sus ojos,
porque ya son las nubes mar airada.
La dulce Filomena retirada,
como no ve del sol los rayos rojos,
no le rinde canciones en despojos,
por verse sin su luz desconsolada.
Progne lamenta, el ruiseñor no canta,
sin belleza y olor están las flores,
y estando todo triste de este modo,
con tanta luz, que al mismo sol espanta,
toda donaire, discreción y amores,
salió Belisa, y serenose todo.

 

 

JULIO BARRENECHEA

  

 

Círculo

 

 

Mi abuela es pequeña y distante.
Llena de asuntos lejanos.
Situada al fin de muchos años,
en el comienzo de mi padre.

Es pequeña como una aldea.
Y desde ella mi padre un día,
salió con su atado de música,
a andar por la vida del mundo.

Mi padre fue de pueblo en pueblo.
Fue por las ciudades, buscándome.
Hasta divisarme escondido,
bajo los ojos de mi madre.

Al fondo de sus aguas claras
estaba yo, como un guijarro.

Y mi padre, con el más tierno
de los esfuerzos de su vida,
me sacó a sufrir y a jugar
con los otros niños del mundo.

Un día mi padre partió
hacia la tierra del silencio.
Llevaba los ojos cerrados,
y en las manos un frío intenso.

Y la abuela ha permanecido,
como una cosa de otra vida.
Pequeña aldea que visito,
para soñar frente a sus ruinas.

Pequeña aldea del recuerdo,
donde reviven cosas muertas.
Yo soy mi padre para ella,
mi padre que ha dado una vuelta.

 

WINÉTT DE ROKHA

 

 


Padrenuestro

 

 

A menudo la soledad,
con su gran rumor de silencio,
merodea en mi alma.

Las almas oscuras de los murciélagos,
azotan ilusiones sombrías en los vidrios.

Friolentas, las chimeneas
echan su aliento triste,
hacia los caminos libres y sin huellas
del cielo y del tiempo.

La respiración de flor del niño
ahuyenta los malos espíritus,
mientras voy trizando la mirada
en la negra arquitectura de los libros.

Mi lámpara,
como la hoja trágica de un puñal,
atraviesa el corazón del alba.

 

 

miércoles, 27 de julio de 2022


 

BIANCAMARIA FRABOTTA

 


 

Los signos del cielo

(Georg. I,487-8)

 

I

 

Era ella la arbórea reina

el gigante de la fiesta

su atenuado tambor.

Gran planta inconciliable

radicada detrás

de una áspera cordillera

consejera de la media luna

de cualquier mayo feliz

en sus improvisados refugios

creciendo al par de los otros

en el general murmullo

de sus larvas apenas entonadas.

Dicen que después de cincuenta años

en medio de las pequeñas hojas encrestadas

se anudarán sus primeras bellotas.

 

 

HILDA CONKLING

 

 

 

Para ti, Madre

 


Tengo un sueño para ti, Madre,

como un suave y grueso fleco que esconde tus ojos.

Tengo una sorpresa para ti, Madre,

moldeada como una extraña mariposa.

He encontrado una manera de pensar

en hacerte feliz;

he compuesto una canción y un poema,

los dos en uno.

Si canto, me escuchas;

si pienso, tú ya lo sabes.

Tengo un secreto de todos en este mundo lleno de personas

pero no puedo recordar qué es;

es una canción

para ti, Madre,

con un rizo de nube y una pluma azul

y la neblina

corriendo junto al cielo.

¿Si alguna vez la canto, con mi voz,

te haría feliz?

 

Versión de Adalberto García López

 

JULIO BARRENECHEA

 

 

 

Columpios

 


Columpios con niños al atardecer.
Al cielo lo aleja y acerca el vaivén.

Rama del columpio nerviosa y jovial.
Los niños se cimbran de modo frutal.

Los cordeles tocan el azul final.
Los niños regresan de la inmensidad.

Hay un aire tenso, cerros sin andar,
árboles parados, agua sin variar.

Los niños le prestan su fuerza infantil,
y todo el paisaje se pone a vivir.

Aire, cerros, árboles, agua sin variar,
merced al columpio se dan a bailar.

Todo lo que inmóvil parecía estar
dentro de mí juega como un malabar.

Y yo sin moverme me dejo mecer,
en este columpio del atardecer.