"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 31 de diciembre de 2021
AGUSTÍN LANUZA
LA CIUDAD ENCANTADA
Primera
parte
El
sueño
Sobre
la altiva pendiente
de gigantescos barrancos,
cuyos granÍticos flancos
son el cauce de un torrente,
se alza la
Bufa imponente,
limitando la cañada
que se llama La Rodada,
y es conseja popular,
que existe en aquel lugar
una ciudad encantada.
Desde
el crestón se domina
la llanura del Bajío,
y el extenso caserío
de la población vecina;
mas si la altitud fascina
y causa grande arrebato,
es el paisaje más grato,
ver entre las verdes lomas,
como nidos de palomas,
las casas de Guanajuato.
El
vulgo cuenta en verdad,
que cuando en la noche obscura,
una viandante se aventura
por aquella soledad,
aparece una deidad
de belleza encantadora,
que gime, suplica, llora
con acento lastimero,
porque la libre el viajero
de aquel sitio donde mora.
Que
en hombros la ha de llevar,
dando de entereza ejemplo,
de la Parroquia hasta el templo,
donde la debe dejar;
y ofrece desencantar
una rica población,
poniendo por condición,
que no torne la mirada,
aunque sufra encarnizada
y tenaz persecución.
Mucho
tiempo transcurría;
el monte desierto estaba,
y si alguien se aproximaba,
las súplicas desoía;
presa de pavor corría,
sobrecogido de espanto,
y de las rocas en tanto,
en las quiebras y en los huecos,
se dilataban los ecos
de triste y lúgubre llanto.
Del
sol el radiante disco,
al hundirse en la floresta,
en oro baña la cresta
del más empinado risco;
y tornando hacia el aprisco,
que se oculta en el alcor,
seguido por el pastor,
cruza el rebaño,
y ante él,
camina un viejo lebrel
para cuidarlo mejor.
De
súbito el pastor mira
que la cumbre gigantea,
pesada se bambolea
y bajo sus plantas gira.
Y si sueña o si delira,
a comprender no lo alcanza,
porque a medida que avanza,
creciendo su desvarío,
parece que en el vacío
aquella cumbre lo lanza.
Negra
nube entolda el cielo,
y semeja el aquilón,
el desacordado són
de mil campanas a vuelo.
Cubre el horizonte un velo,
muere la luz en ocaso,
y al tenue fulgor escaso
que la excelsa cumbre toca,
cree mirar que cada roca
alza un baluarte a su paso.
Y
sintiéndose invadido
por un vértigo invencible,
cual si de un filtro terrible
hubiese el licor bebido,
ante su vista, encendido,
cruza un relámpago rojo,
y sin fuerza y sin arrojo
para vencer a su suerte,
desplómase, al cabo, inerte,
como un mísero despojo.
JORGE LUIS BORGES
Buenos
Aires
Y la
ciudad, ahora, es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esa puerta he visto los ocasos
Y ante ese mármol he aguardado en vano.
Aquí
el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana; aquí mis pasos
Tejen su incalculable laberinto.
Aquí
la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la mañana;
Aquí mi sombra en la no menos vana
Sombra
final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto.
LOUISE BELMONTE
¡Qué
suerte tenemos!
Para algunas mujeres,
entre ellas, Ananda
que
no encajabas,
que tu cuerpo era más grande, más ancho
que no coincidía con el tamaño de esa escena,
perfectamente montada que estaba destinada para ti.
que
no podías
entrar y salir tan fácilmente
cuando
quisieras
que
tuviste que quedarte aquí
afuera y ver el mundo
con solo tus palabras para contar
lo que hay detrás de esa imagen de esa familia
feliz congelada
Qué
afortunados somos
de que la única vez que realmente intentaste
encajar fuera tan catastrófica
que solo hizo falta un salto mortal
para convertirlo en el
momento vital.
Qué
suerte tenemos entonces
de que tú, tan joven, casi mueras
y ahora tengas la oportunidad,
con tantos años por delante,
de hacer lo que muchos de nosotros
sólo nos damos cuenta cuando ya es demasiado tarde:
vivir.
Versión
de Paola Buitrago
TAHA ADNAN
Odio
el amor
No
me gustan las elegías,
simples cumplidos tardíos,
halagos que se mascullan siempre tarde.
Detesto los elogios, mentiras manifiestas.
No
me gusta la poesía clásica,
necesita demasiados glosarios
y un ejército de intérpretes;
detesto la crítica contemporánea,
moneda barata.
No
me gustan los borradores,
me recuerdan poemas
que nada significan.
Detesto los poemas publicados
y me deja consternado que se queden
inacabados para siempre.
No
me gusta la fama,
las luces ciegan
y no soy tan estúpido
como la mariposa;
detesto la vida en la sombra,
exactamente como un fruto invertido
que no llega a madurar.
No
me gusta tener una nariz,
–órgano que se inscribe como una frase incisa–.
Detesto
tener dos piernas,
paralelas como una escalera que no sirve de nada,
pues no tiene travesaños.
No
me gustan los coches,
vehículos ineptos que exigen cuatro ruedas
para conseguir un sencillo equilibrio.
Detesto también la bicicleta,
que corre como un pájaro metálico miedoso,
incapaz de volar.
No
me gusta que me llamen
Tahar el Marrakechi,
detesto las sonrisas fingidas que me ofrecen
cuando destrozan mi nombre en los servicios municipales
llamándome “Monsieur Taa Adnan”.
No
me gusta el odio,
a menudo gratuito, sin razones fundadas.
Odio el amor, que es tan costoso.
No
mee gusta el domingo,
un día perezoso
que me recuerda que tengo que trabajar
al día siguiente.
Detesto el lunes (véase el domingo).
No
me gusta vivir solo,
la soledad es glacial
como una noche de diciembre
con la calefacción descompuesta.
Detesto vivir acompañado, es el infierno.
No
me gusta tener una sangre que circula
sin poder atraparla
y detesto no tener sangre.
No
me gusta el reloj,
me recuerda la vida que se pierde;
detesto el reloj de pulsera
que compite con los latidos de mi corazón.
No
me gusta la paz,
vuelve monótona la vida, le quita el gusto.
Detesto la guerra, antítesis de la paz.
No
me gusta la vida, esa hija de perra.
Detesto la muerte, su ladrido último.
Versión
de Antonio López Peña
KHULOOD AL MUALA
El
periódico de la mañana
Esta
mañana
No aguanté el color del periódico
Las punzadas del corazón me roen los huesos del alma
Las líneas dibujan el cuerpo del desastre
Había olvidado mi alfabeto
La noticia formó la cara de mi tristeza
No estaba en el periódico
Pero leí mi nombre entre los fallecidos
Y bajo un poema que nunca escribí.
En
la cuarta página vi un color
Parecido al de mi locura
Las palabras dibujadas con un lenguaje que me asimila
No me comprendí
No comprendí el periódico
La taza de café se llenó de nuevo
La había bebido ayer
Recuerdo mi rostro invertido en la taza
Pensé que las letras se habían derramado
Y que estaba leyendo el periódico al revés
Igual que mi cara en la taza del café.
Versión
de Amr Mohamed Said
JOAN BERNAL
Carta
a Luzbel
Voy
en retirada.
A corto plazo en mi. A largo plazo en ti.
Sopor unánime.
Aire. Meretriz.
Toda mi frente.
Estrépito de barcos donde la noche abrupta
suelta en perezas brumas y regazos.
Busca en mi edad. Príncipe excelente.
Busca en el incremento de mi rostro tu cifra inaugural.
Pobre absoluto.
Quieto en la cavidad de mis oídos.
Estás pero no estás. En todo el todo.
jueves, 30 de diciembre de 2021
RAQUEL CAMPOS
51.
lo que no me gustaba de brasilia
era la vida que se repetía
era más de lo mismo en un breve
espacio sin salida
correr en círculos sin poder
derramar el cuerpo por la ciudad
chorrear por el aire mis pedazos de carne
la caminata restricta de quien ya aprendió
todos sus números y letras
sus líneas rectas y recetas
necesito curvas y nombres
perderme en calles extrañas
tomar aquello que puedo y que merezco
pues solo me hallo cuando me pierdo
y desconozco el nombre de la calle
en que me encuentro
perderse y vivir en la pérdida
así me ansía lo desconocido
De:
“Sad trip”
ROZZ WILLIAMS
El
óleo verde oculto de carne tomado de su cuerpo
Manos y pies atados
El joven crucificado yace sodomizado y cansado
Sus ojos llenos de lágrimas
De alegría y tristeza
Desvirgado
Nota:
Rozz Williams, seudónimo de Roger Alan Painter
GARY SNYDER
Aguacate
¡El
Dharma es como un Aguacate!
Tiene partes increíblemente maduras,
Pero aún buenas.
Y otras verdes y duras
Sin mucho sabor,
Como para quienes gustan de los huevos bien cocidos.
Y la piel es delgada,
La semilla redonda y enorme
En el centro
Es tu propia Naturaleza Original—
Pura y tersa
Casi nadie la parte en dos
O trata de ver
Si crecerá.
Dura y resbalosa,
Parecería
Que debieras plantarla—entonces
Escapa de los
dedos—
Se va.
De:
“Turtle Island”
ILARIE VORONCA
Las
casas y los hombres
para Auguste Marin
Vi a
lo lejos
a hombres conspirando alrededor de una casa en
construcción,
algunos caminaban lentamente cargados con ladrillos,
otros soñaban con las paredes
que aún no eran más que el pálido dibujo de sus miradas,
si hablaban, su voz entre los andamios
tenía un sonido extraño, casi irreal,
sus gestos eran graves, iluminaban sus caras
con una luz como de primavera subterránea.
¡Oh!
Albañiles subiendo a las escaleras, ajustando
los materiales, midiendo las formas, al buscar
el equilibrio de la piedra y la madera no hacéis más
que extender la red donde cogeréis en la trampa
la Casa invisible cerniéndose en el aire, la Casa
que es el pensamiento
cuyos ladrillos, puertas y escaleras, son las palabras.
La
Casa deviene poco a poco humo, nube.
sus contornos se precisan, desciende
entre los hombres como un barco que se pone a flote,
los albañiles son, en efecto, magos,
saben escoger el lugar donde se puede poner una trampa
también saben a qué horas pasa por el aire
el convoy de las casas que solo ellos reconocen.
Ellos
les quitan los signos demasiado celestes
las hacen parecerse a la tierra
y quizá es a un muerto
a quien ofenden así. Pues las casas que pasan
son veladas por los muertos.
¡Oh!
A menudo me ha sido dado
ver como un halo al muerto de cada casa
esperar pacientemente que esta recobre
sus adornos de sombra. Los vivos rencorosos, hoscos,
discutían, se enfrentaban,
la angustia, la envidia, daban grandes golpes de cincel
en sus rostros,
el verdadero trabajo comenzaba cuando la forma invisible era
atrapada,
entonces se hacían prisiones, cuarteles, fábricas,
tribunales donde se levantaban las actas de propiedad,
palacios, ciudades enteras,
algunos estaban contentos,
orgullosos: No dejaban de decir:
“Todo esto es nuestro.”
Yo,
el vagabundo, el desocupado,
admirando los escaparates suntuosos
las avenidas de las grandes capitales,
era el único en mantenerme aparte.
Y en
el instante en que el día se confundía con la noche,
cuando hasta el hombre más rudo se atreve a soñar
y deja caer su cabeza sobre el hombro de la fatiga,
cuando las calles como ríos que salen de su lecho
se alargan en la bruma y derraman en el cielo,
yo veía las casas, sobre todo las catedrales,
soltarse de sus amarras, devenir vastas
cernerse como murciélagos en el espacio
con su vuelo de ceniza y terciopelo.
¿Adónde iban así?
El amanecer las encontraba en sus lugares
como si nada hubiese ocurrido.
¡Ah!
Un día, a una señal de los muertos
las casas se convertirán para siempre en humo
empujadas aquí y allá por el viento
por encima de las ciudades desiertas y desoladas.
ALICE RAHON
Es
más fácil
Es
más fácil
ser sordo a medianoche
que cuidar a estas chicas
que se caen
como enaguas o cortinas de red
cuando cae el viento
Tres capullos de rosa de papel
ensartados en un hilo irrompible
Cardos con cabezas azules
están jugando borradores
en una duna de cartas
con arañas de dinero que sonríen
débilmente como coleccionistas de plantas
Mi primogénito cayó en una red
con malla cuadrada
Blanco y negro blanco como el
negro plateado como la noche
miércoles, 29 de diciembre de 2021
LEWIS CARROLL
UNA
CANCIÓN DE AMOR
(fragmento)
Dime,
¿cuál es el hechizo, cuando sus polluelos pían,
que atrae al pájaro de vuelta al nido?
¿O despierta a la madre cansada, cuando su niño llora,
para acunarlo y cantarle hasta dormirlo?
¿Qué magia cautiva al feliz bebé en sus brazos
hasta arrullarse con la voz de la paloma? Es un secreto, así que digámoslo en
voz baja
¡Y el nombre del secreto es Amor!
Creo que es Amor, Siento que es Amor, ¡Sé que no es nada más que Amor!
Dime, ¿de dónde sale la voz que, cuando la ira abrasa,
ordena al ojo del huracán cesar? ¿Que mueve al alma enojada con un dolor —un
anhelo
del fraterno apretón de manos de la paz?
¿De dónde la música que llena nuestro ser
—que se conmueve
a nuestro alrededor, debajo y encima? Es un secreto: nadie sabe cómo viene ni
cómo se va—
¡Pero el nombre del secreto es Amor! Creo que es Amor, Siento que es Amor, ¡Sé
que no es nada más que Amor!
Nota:
Lewis Carrol, seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson
ERNEST DOWSON
Una
última palabra
Vayamos
entonces: la noche está a nuestro alcance;
El día yace exhausto, todas las aves han volado;
Y nosotros hemos cosechado la siembra de los dioses;
Muerte y desesperación, honda oscuridad sobre la tierra
Jóvenes como el búho, no podemos comprender
Ni el llanto ni la risa, pues sólo conocemos la vanidad:
Que ha impulsado nuestra perversa desolación.
Vayamos
entonces: hacia un ignoto sitio, extraño y frío;
A las Tierras Vacías, donde los justos e injustos
Encuentran su fin, donde descansan los viejos;
Liberados del amor, del miedo y la lujuria.
Unamos las manos desgarradas, roguemos al suelo que rodee
Nuestros corazones enfermos y los disuelva en polvo.
CHARLOTTE MEW
La llamada
Desde
nuestro asiento junto al fuego
donde hemos dormitado, soñado, observado el resplandor
o amontonado las cenizas, tan quietos que
apenas intuíamos el sol o la lluvia,
allí arriba, brillando mucho más alto
que este fuego nuestro, silencioso y casi apagado.
La pasada noche escuchamos una llamada,
y unos golpecitos en el cristal de la ventana,
y una voz aguda en el aire,
y sentí un aliento que nos revolvía los cabellos,
y una llama en nuestro interior: algo veloz y sutil,
que nos estremeció por dentro y por fuera: eso fue todo.
¿Era un ángel brillante, un ángel oscuro? Quién puede saberlo
si no dejó ninguna marca en la nieve,
pero la cadena se rompió de repente,
y la puerta se abrió de par en par,
y supimos que no volvería a cerrarse,
y que no podíamos seguir aquí sentados.
Debemos levantarnos e irnos:
el mundo está frío y vacío,
y oscuro y envuelto
de misterio, de enemistades y dudas;
pero debemos acudir
aunque todavía no sepamos
quién nos llama, ni qué marcas dejaremos en la nieve.
GEORGE ELIOT
Oh,
si pudiera unirme al coro invisible
Longum illud tempus,
quum non ero,
magis me movet, quam hoc exigum
Cicerón, Epistulae ad
Atticum
Oh,
si pudiera unirme al coro invisible
de los muertos inmortales que reviven
en mentes inspiradas por su presencia; vivir
en pulsos animados por la generosidad,
entre gestos de osada rectitud, en el desprecio
de tanto propósito miserable que se agota en sí mismo,
en sublimes pensamientos que penetran la noche como estrellas,
y cuya leve presencia incita a los hombres a buscar
ocupaciones más amplias.
Vivir
así es vivir en el cielo:
componer música imperecedera en el mundo,
respirar un orden hermoso que dirige
con una influencia creciente la vida del hombre.
Heredaremos esta dulce pureza
por la que luchamos, perdimos y agonizamos,
con una nostalgia tan espesa que engendra la desesperación.
La carne subyugada no aceptará su sumisión,
igual que un padre vicioso avergüenza a su hijo,
tristes penitencias ansiosas, sus efectos se disipan enseguida;
sus desacuerdos se apagarán cuando descubran las armonías,
agonizarán en el aire espacioso y caritativo,
y lo más raro, mejor, y más verdadero de nuestro ser,
el que sollozaba su angustia en una canción religiosa,
siempre atento para aliviar la carga del mundo,
trazando laboriosamente el surco de lo correcto,
convencido de que todo puede mejorar; verá
una imagen más digna para el santuario,
y la formará delante de la multitud,
divinamente humano, elevando la veneración
a una reverencia superior y mejor mezclada con el amor.
Ese ser mejorado vivirá hasta que el tiempo humano
cierre sus párpados y el cielo humano se repliegue
como un pergamino no leído dentro de la tumba
para siempre.
Esta
es la vida que vendrá.
¿Qué mártires nos han proporcionado más gloria
a los que nos esforzamos por continuar adelante?
Puedo alcanzar el cielo más puro, ser para los otros
la copa de fuerza que se alivia una gran agonía,
que enciende un ardor generosa, alimenta el amor puro,
engendra sonrisas sin una sombra de crueldad,
se convierte en la dulce presencia de un bien difuso,
¡y su difusión es cada vez más intensa!
Entonces me uniré al coro invisible
cuya música es la alegría del mundo.
Nota: George Eliot, seudónimo de Mary Ann Evans
THOMAS HARDY
Hombre
muerto caminando
Como
a un viviente ellos me saludan
¿mas no saben acaso
que he muerto de años tan tardíos,
aunque insepulto?
No
soy aquí sino una sombra inmóvil
mohosa forma ya sin pulso, pálida
fotografía del pasado, proyectando
cenizas frías que se alejan.
Ni
en la advertencia de un minuto,
ni en el barullo de una hora,
cesaron para mí los hechizos del Tiempo
en el salón o en la alcoba.
Trágico
tránsito no hubo,
ni suspensión del hálito,
cuando las estaciones silenciosas
con tiento me acercaban a esta muerte.
Trovadoresco
joven, deambulaba,
tañendo esta lira que es la Vida,
y el incesante son del existir
rabiando en mí como una hoguera.
Mas
cuando yo aguzaba el ojo
sobre las ambiciones de los hombres,
me congelaba, y perecía entonces
un poco más.
Cuando
a través de la Postrera Puerta
cruzaron mis amigos, familiares,
dejándome aquí tan desolado
morí incluso más.
Y
cuando la que es dueña de mi Amor
por mí su odio despertó,
no supe ya entonces si morí
un grado más aún.
Y si
completamente he muerto, cuándo,
decir no lo podría,
y si he mutado en este cuerpo inerte
que soy hoy día.
Si
así esto fuera, y pese a que
paso las horas de algún modo
en charlas, caminatas y sonrisas
no vivo ya jamás.
ANNE BRONTË
Noche
Amo
la silenciosa hora de la noche,
cuando pueden surgir sueños maravillosos,
que revelan a mi vista hechizada
lo que mis ojos despiertos no pueden consagrar.
Entonces
hallo en mi oído voces
que años atrás silenció la muerte,
y la esperanza y el éxtasis pueden manifestarse
en el sitio de la soledad y las aflicciones.
Lleva
años fría en la tumba
la forma que alegraba mis ojos,
solo los sueños pueden regresar
al viejo amor de mi corazón.
martes, 28 de diciembre de 2021
JAVIER VICEDO ALÓS
Dios
sabiéndose
Cuando
yo no soy, o no sueño, el mundo es un papel a la espera de un azote de viento
que lo levante. Sin mí, la insinuación de la luz no existiría porque no
hallaría a quién seducir. La noche es el pretexto para mi soledad, pero soledad
porque yo la quiero; podría no quererla y no habría noches. Yo soy un dios que
no requiere más fieles que él mismo. Soy el mundo, cante o se arrastre.
Pero
a veces, de sólo decirme, traspaso mi discurso y lo desangro: dios sabe de su
imposibilidad.
ROBERTO ARIZMENDI
Cuando
escampe sabré de verdad tu nombre
No
supe sino hasta horas después, con precisión,
que
tu voz era mi luz de asombro, indubitable
y
que el tiempo había detenido su carrera
para
inventar de nuevo cada color del horizonte.
Hubo
una nube de sorpresas.
Luz
de asombro, dije; interrogantes
y
ganas de descubrir los signos de la historia
sin
más limitación que el tacto o la distancia.
Sólo
sabemos las certidumbres de un anhelo
acunado
desde las horas infantiles.
Esa
es la certeza; lo demás es sólo insinuación
ante
la vida, la búsqueda perpetua.
Recorreremos
el mar, inventaremos colores
para
el horizonte nuevo y las incertidumbres.
Nadie
recorre el mundo sin temores
y
cada instante es una vacilación en el signo de los pasos.
Deberemos
aprender a construir de nuevo todo
casa,
certezas, afecto y hasta desesperanzas
para
no entorpecer destinos ni prefiguraciones
y
dejar que el viento diluya todo fardo de soledad y hastío.
Inventaremos
de nuevo el alba, la luz, el arco iris.
Los
senderos son siempre una cruel interrogante.
Cuando
escampe, sabré de verdad tu nombre, el mío,
la
acepción precisa de cada palabra que se anticipe al recuerdo.
De:
“Tu piel en la memoria”
BEATRIZ RUSSO
Blanco
y negro
Si
pudiera ponerle un velo blanco a la noche enlutada
y
vestirla de novia,
no
habría días oscuros que eclipsaran los ojos que aún
lloran
despiertos añorando la calma.
De:
“La caja china”
CHRYSTIAN ZEGARRA
Mantra
(muerte por miedo)
Miedo
Miedo Miedo
Ojos
/ Vacío
Manos
/ Atadura
Lengua
/ Cicatriz
Boca
/ Mordaza
Miedo
Miedo Miedo
OJOS
resplandezcan en este abismo de ceguera
MANOS
deshagan estos nudos de alambre
LENGUA
no lamas esta planicie abaleada
BOCA
esquiva el
puñete hacia la aridez del campo
Miedo
Miedo Miedo
La
suma de todos mis miembros
es
igual al traje que descansa en el respaldo de la silla
y
exhibe sin pudor
costuras
y membranas
como
una máscara que ilumina un cráneo desde adentro
Miedo
Miedo Miedo
Los
órganos vitales se esparcen como vidrio
bajo aguas sin forma
(no
luz no
movimiento no grito)
Y mi
cuerpo recompone pedazos de memoria:
restos
de una imagen animal
que
nace sin voz en el barro
y se
disuelve en una mancha de pólvora y ceniza
Miedo
Miedo Miedo
MATADO
POR EL MIEDO
De:
“Cinema de la crueldad”
ROBERTO COREA TORRES
mirada
es
así de sencillo:
la
luna aparece ciertas noches;
langostinos,
champaña y caviar
se
sirven sobre
mesas
privilegiadas.
Una
flor estalla rojo a la luz del sol,
vientos
de amargura azotan el jardín del despojado.
El
muerto de hambre naufraga en un mar de basura.
Un
cementerio recibe al nuevo difunto (que es el mismo).
La
noticia se vuelve pasado en segundos,
mientras
mariposa
y susurro comparten hueco
y
dos
labios se buscan en algún escondrijo urbano.
De: “Ahora
que ha llovido”
JOSÉ MÁRMOL
Deus
ex machina
Arroja
tú los dados, Señor, te ha llegado el turno y es invierno. Arrinconado
está el tridente, una piel de ceniza cubrió las cordilleras. Señor, he aquí
el canto de la luz a ti debida, en la quietud del
mar y discreción tan pura de la noche infinita. He aquí a tu hijo Elfuego,
ardiendo con su tacto la superficie toda y el agua seduciendo con su lengua
dorada. Ved aquí, Señor, su hermanastra Elalba, hierofanta líquida, posesa de
las formas. Ellos narran en su tremendo idioma, las celebraciones, la obediencia,
y el pecado. Arrójanos tú esta vez, Señor, la semilla y el varón de la especie
más sana. No lo anuncies al azar, porque deviene llanto y se alza con el
tibio rumor del pavimento, y otra vez se nos pierde, nos castiga, nos
repudia. Que nadie sino tú, oh Señor, esgrima esta vez el cuchillo del
jifero; madure un acorde cuando la vida cese y la lluvia limpie, sorpresiva,
las caderas uncidas de los copulantes. Arroja tú los dados, Señor, te ha
llegado el turno de lo ineluctable. Despídelos sin miedo de tu anchurosa
mano, porque a los ocho lados de la suerte nada espera, y hacia la muchedumbre
y el desastre apunta el cielo. Arrójalos tú, Señor, te ha llegado el
turno y es ardiente verano.
De:
“Deus ex machina”
lunes, 27 de diciembre de 2021
EMILIA PARDO BAZÁN
Evolución
de la rosa
Por
tierra de unidad y de armonía
la vieja Grecia se preció de hermosa:
símbolo de belleza fue la rosa;
Venus entre sus rizos la prendía.
Duraba
su esplendor tan solo un día;
era pomo de esencia deliciosa;
y, borracha, la alegre mariposa
en el cáliz de fuego se dormía.
Vienen
la edad moderna y los Linneos;
llega el floricultor, y en variedades
la rosa dividió, como en casillas…
¡Venus
y Anacreonte, estremeceos!
¡Cantores del amor! ¡Muertas deidades!
¡Hay rosas negras, verdes y amarillas!
De:
“Las frases frágiles”
JOSÉ MARÍA PLAZA
De
Luto
Nada
me pesa más
que
una gorda en una funeraria:
redonda,
oscura;
contraste
exacto con la pálida silueta de los cirios.
Al
dar el pésame
lleva
un dolor sincero el tosco manotazo,
y
sus mejillas…
¡Cuanta
sal pueden soportar esas mejillas!
Llora,
tiembla,
estremece
la capilla entre sollozos.
Falta
de oxígeno y amores
como
un higo maduro se derrumba;
entonces,
es urgente
un
mínimo de cuatro caballeros
para
recobrar el suelo arrebatado,
en
tres minutos más la cafetera
sufrirá
el rigor de su retorno.
Torre
de David…
(ruega
por nosotros)
Torre
de Marfil…
(ruega
por nosotros).



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