lunes, 31 de octubre de 2022


 

CHARLES PÉGUY

 

 

Libertad

 

 

DIOS HABLA:
Cuando amas a alguien, lo amas como es.
Solo yo soy perfecto.
Probablemente sea por
eso que sé lo que es la perfección
y que exijo menos perfección a esa pobre gente.
Sé lo difícil que es.
Y con qué frecuencia, cuando están luchando en sus pruebas,
¿Con qué frecuencia deseo y estoy tentado a poner mi mano debajo de sus estómagos
para sostenerlos con mi gran mano?
Como un padre enseñando a su hijo a nadar
en el Corriente del río
y que se divide entre dos formas de pensar.
Porque, por un lado, si lo sostiene todo el tiempo y si lo sostiene demasiado,
El niño dependerá de esto y nunca aprenderá a nadar.
Pero si no lo sostiene justo en el momento adecuado,
ese niño seguramente tragará más agua de la que es saludable para él.
De la misma manera, cuando les enseño a nadar en medio de sus pruebas,
yo también me dividen dos formas de pensar.
Porque si siempre los sostengo en alto, si los sostengo con demasiada frecuencia,
nunca aprenderán a nadar por sí mismos.
Pero si no los sostengo en el momento adecuado,
quizás esos pobres niños traguen más agua de la que es saludable para ellos.
Ésa es la dificultad, y es grande.
Y tal es la duplicidad misma, las dos caras del problema.
Por un lado, deben trabajar por sí mismos en su salvación. Esa es la regla.
No permite ninguna excepción. De lo contrario, no sería interesante. No serían hombres.
Ahora quiero que sean varoniles, que sean hombres y que se ganen por sí mismos
sus espuelas de caballería.
Por otra parte, no deben tragar más agua de la que les
conviene, habiendo buceado en la ingratitud del pecado.
Tal es el misterio de la libertad del hombre, dice Dios,
y el misterio de mi gobierno hacia él y hacia su libertad.
Si lo sostengo demasiado, ya no está libre.
Y si no lo sostengo lo suficiente, estoy poniendo en peligro su salvación.
Dos bienes en un sentido casi igualmente valiosos.
Porque la salvación tiene un precio infinito.
Pero, ¿qué tipo de salvación sería una salvación que no fuera gratuita?
¿Cómo lo llamarías?
Queremos que la salvación la adquiera
Él mismo, Él mismo, el hombre. Para ser adquirido por él mismo.
Venir, en cierto sentido, de sí mismo. Tal es el secreto,
tal es el misterio de la libertad del hombre.
Ese es el precio que fijamos a la libertad del hombre.
Porque yo mismo soy libre, dice Dios, y he creado al hombre a mi imagen y semejanza.
Tal es el misterio, tal el secreto, tal el precio
de toda libertad.
Esa libertad de esa criatura es el reflejo más hermoso en este mundo
de la libertad del Creador. Por eso estamos tan apegados a él,
y ponle un precio adecuado.
Una salvación que no fue gratuita, que no lo fue, que no vino de un hombre libre, de ninguna manera podría ser atractiva para nosotros. ¿A qué ascendería?
¿Qué significaría?
¿Qué interés podría ofrecer tal salvación?
Una bienaventuranza de esclavos, una salvación de esclavos, una bienaventuranza de esclavos, ¿cómo esperas que me interese por ese tipo de cosas? ¿A uno le importa ser amado por los esclavos?
Si solo fuera cuestión de probar mi poder, mi poder no necesita de esos esclavos, mi poder es bastante conocido, es suficientemente conocido que soy el Todopoderoso.
Mi poder es bastante manifiesto en toda la materia y en todos los eventos.
Mi poder se manifiesta bastante en las arenas del mar y en las estrellas del cielo.
No se cuestiona, se sabe, se manifiesta suficientemente en la creación inanimada.
Es bastante manifiesto en el gobierno,
en el mismo caso de que sea el hombre.
Pero en mi creación que está dotada de vida, dice Dios, quería algo más.
Infinitamente mejor. Infinitamente más. Porque yo quería esa libertad.
Creé esa misma libertad. Hay varios grados en mi trono.
Una vez que has sabido lo que es ser amado libremente, la sumisión ya no tiene sabor.
Todas las postraciones del mundo
no valen la hermosa actitud recta de un hombre libre mientras se arrodilla. Toda la sumisión, todo el abatimiento en el mundo
no son iguales en valor al punto elevado,
la hermosa recta que se eleva de una sola invocación
de un amor que es libre.

 

 

ANNA DE NOAILLES

 

 

 

El honor del sufrimiento

 

 

XXXIV

 

Conviene que se llame alma
a este exceso de fuego, de colores
que la juventud se reclama
pero cuando el árbol pierda las flores,
tendrás que remar un día
en la galera de la desgracia.

¡Es el cuerpo quien derrama las lágrimas!

 

 

FERNANDO HUAROTO

 


 

diecisiete

 


negra la sílaba abierta

muerta la sílaba negra

 

el cuerpo que trenza

de cuerda a cuerda

hasta la inmensa noche

que resbala protegiendo la inútil

forma de su caída grave y

saqramental

 

quien canta

quien grita

silaba a silaba

que termina concreta en la

luz oscura del hombre

colosal en su espejo

de dios bendito irreconocible

entre papel y cuerda

color y sangre

oscura tinta de

palabra y carne.

 

JIM CARROLL

 

  

Sin alas

 

 

vida salvaje extinta entubada
arde al contacto

alas quejumbrosas deslizándose por las ventanas
como lágrimas de metacrilato… mire aquí:

arañas serpenteando en el techo del ático
como pelos púbicos

genitales de roedores chirrían en el cielo catedralicio

la pura lógica del motor de las masacres
el corazón corporativo

sangre de escualos irrumpiendo en la marea
en destellos como ofrenda de flores en manos púberes

dunas de pasto colgando de los ventiladores subterráneos

sangre refrigerada brotando como rosarios de
conductos frente al ojo cosmopolita

estampida de bisontes en trineos a motor

abortos de terneros carne fetal
en parrillas suburbiales

el hombre pinta cielos pantanosos de plomo,
sin alas… la cabeza entre las piernas

caniches acicalados soñando en el desván
anfiteatros en los abrigos de piel curtida de la madre

 

 

HENRI MICHAUX

 

 

 

Soy gong

 

 

En el canto de mi cólera hay un huevo,
Y en ese huevo está mi padre, mi madre, mis hijos
Y en todo eso hay alegrías y tristezas mezcladas, y vida
Intensas tormentas me han socorrido,
Hermoso sol que me contrariaste
Hay odio en mí, fuente de antigua data,
Y ya decidiremos después sobre la belleza.
En efecto, no me volví duro sino por láminas
Si supieran cuan blando he quedado en el fondo;
Soy gong, y guata y canto nevado,
Lo digo y estoy seguro

 

 

SANTIAGO SYLVESTER

 

  

peripecias del aprendiz

 

 

 

El que quiera estar acompañado
que me busque:
el que quiera estar solo
también:
soy bueno en ambos casos: conozco la multitud
y el retiro: soy
acompañado y solo.

El instinto gregario no me obliga;
la soledad tampoco:
si conozco ambas cosas,
es porque no soy un buen profesional:
sólo un aprendiz que da conversación,
que da silencio.

En ambos casos, conocimientos adquiridos: no vine terminado:
soy producto e insistencia: tal vez por eso
ni en compañía ni solo estoy en mi estado natural: soy
puro oficio
y voy aprendiendo con usted.

Disculpe entonces si tengo fallas: es el precio del error
pero también del acierto: y así voy,
errando y acertando con buena voluntad:
puedo conversar
o estar callado,
y puedo también confundir los momentos: hablar solo
o no hablar en sociedad;
y todo,
por el aprendizaje que no acaba.

 

 

 

domingo, 30 de octubre de 2022


 

ANDRÉ PIEYRE DE MANDIARGUES

 

 

La savia

 

 

Un recuerdo del verano
Florece en la ventana fría,

A veces el pan de los sollozos
En un tronco salino
Donde reventó la ola ayer
Como un cultivo de aceitunas
Bajo la fértil esclavitud,

Las prisiones los talleres
Las losas de la ciudad
Son trampolines en pleno cielo
Donde el escupitajo espiritual
Ensanchó salvajemente
Al desafío de las servidumbres.

 

 

STELLA SIERRA

 

 

Amor

 

 

Grácil volar de leves ruiseñores,
núbil campaña de cristal tallado;
el ensueño del sueño de mi Amado
es el prístino amor de mis amores…
Rosal de amor que da sus rojas flores
en un desvelo reposado;
y cuanto más amor, más desvelado
abrirá el corazón los surtidores.
Desnuda, amor, con júbilo me entrego…
¡Un éxtasis divino de sosiego
me ha de bañar de luz y de rocío…!
¡Mi linda flauta de marfil y oro,
en un preludio del más casto lloro
me dice, amor, amor, que ya eres mío!

 

 

BENJAMIN PÉRET

 

  

Parpadeo

 

 

 

Vuelos de loros atraviesan mi cabeza cuando te veo de perfil
y el cielo de grasa se estría de relámpagos azules
que trazan tu nombre en todos los sentidos
Rosa que tiene por tocado una tribu negra dispuesta sobre una
escalera
donde los agudos senos de las mujeres miran a través de los
ojos de los hombres
Hoy día a través de tus cabellos miro
Rosa de ópalo de la mañana
y a través de tus ojos me despierto
Rosa de armadura
y a través de tus senos de explosión pienso
Rosa de estanque verdinoso de ranas
y en tu ombligo de mar Caspio duermo
Rosa de rosal silvestre durante la huelga general
y entre tus espaldas de vía láctea fecundada por cometas me pierdo
Rosa de jazmín en la noche de lavandería
Rosa de casa hechizada
Rosa de selva negra inundada de sellos de correo azules y verdes
Rosa de cometa volando sobre un terreno vago donde batallan niños
Rosa de humo de cigarro
Rosa de espuma de mar hecha cristal
Rosa

 

Versión de Cesar Moro

 

 

FERNANDO HUAROTO

 

  

once

 

                        zrota el nervio supra
                        y que peor que desencajar del común orden nuclear
                        dígito perfecto del nombre de dios
                            cábala del supra
                         número de dios
de antemano se atestigua
extremo e inseguro
                         cayendo
                         para el lado más cercano
                                de la noche
                            y lejos
su nervio azul
que lo culmina todo

como una luz uránica

amanece

y su temblor aún le hace crecer la noche
donde turba una fiesta insoportable
que humilla su cabeza.

 

 

CHARLES PÉGUY

 

 

El Padre Nuestro

 

 

Yo soy su Padre, dice Dios, el del «Padre nuestro que
estás en los cielos».
Mi Hijo ya se lo ha dicho a los hombres, que yo soy
su Padre.
Soy también su juez (y esto también se lo ha dicho mi Hijo)
pero sobre todo soy su Padre.
El que es padre es padre ante todo
y el que una vez ha sido padre ya no puede ser nunca
más que padre.
De modo que los hombres son los hermanos de mi
Hijo, son mis hijos y yo soy su Padre.
Y mi Hijo les ha enseñado la oración del «Padre nuestro»:
«Cuando oréis, rezaréis así: Padre nuestro».
Bien sabía mi Hijo Jesús lo que hacía al enseñarles a
rezar así,
bien sabía lo que hacía Él, que les amó tanto
que vivió con ellos, como uno de ellos,
que andaba como ellos y hablaba como ellos
y sufría como ellos y murió como ellos
y se trajo al cielo un cierto sabor a hombre, un cierto
sabor a tierra.
Bien sabía lo que hacía mi Hijo Jesús, lo que hacía cuando puso entre los hombres y Yo esas tres o
cuatro palabras del «Padre nuestro».
como una barrera que mi cólera y mi justicia no franquearán jamás.
Dichoso el que se duerme en su cama
bajo la protección de esas tres o cuatro palabras
que van por delante de toda la oración como las manos
del que reza van por delante de su rostro
y que me vencen a Mí, el Invencible,
que avanzan como una gran proa que abriese camino
a un pobre navío
y que rompen el oleaje de mi cólera.
Luego, cuando la proa ha pasado ya pasa todo el
navío y toda una flota entera, tranquilamente.
Y ahora así es como veo yo a los hombres, dice Dios,
después de ese invento de mi Hijo, el «Padre nuestro».
Y así es como tendré que juzgarlos yo ahora.
¿Pero cómo querrán que les juzgue yo ahora después
de eso?
«Padre nuestro que estás en los cielos».
!Bien sabía mi Hijo Jesús lo que había que hacer para
atar los brazos de mi justicia y desatar los de mi
misericordia!
Así que ya no tengo más remedio que juzgar a los
hombres como juzga un padre a sus hijos,
y… ya se sabe como juzgan los padres:
ya hay un ejemplo bien conocido de cómo juzgó un
padre al hijo pródigo que se marchó de casa y
luego volvió:
el padre era el que más lloraba.
Fijaos lo que ha ido a contarles mi Hijo a los hombres.
En realidad les ha revelado el secreto mismo de Dios,
el secreto mismo del juicio.

 

 

GUILLERMO VALENCIA

 

  

Esfinge

 

 

Todo en ti me conturba y todo en ti me engaña,
desde tu boca, donde la pasión se adivina
que empurpura los pétalos de esa rosa felina,
hasta la rubia movilidad de tu pestaña.

Todo en ti me es adverso, tu sonrisa me daña
como un hechizo, y en tu plática divina
por un campo de flores la falacia camina
fríamente cual una ponzoñosa alimaña.

Con tu rostro de mártir eres una venganza.
Tus manecitas estrangularon mi esperanza,
y es tu flor un eufobio semioculto entre tules.

Tu lámpara alimentan alas de mariposa,
arda en ella este verso que me inspiró tu prosa:
¡eres una mentira con los ojos azules!

 

sábado, 29 de octubre de 2022


 

ANDRÉ PIEYRE DE MANDIARGUES

  

 

El café español

 

 

El otro blanco tres muros son azules
Bajo el techo azul más claro
Una canción desparramada
De las frutas demasiado verdes para nuestros dientes
Y el vino en mi garrafa
Es como una boca pintada
Que tiembla y no sabe decir nada,

Ya no me dices nada, no más,

Levántate yo me levanto
Donde tú vayas yo iré.

 

 

STELLA SIERRA

 

  

Encuentro en la isla

 

 

Por las tranquilas olas: en riente
flor de la estela azul transfigurada,
con cítara de viento naufragada
y arcángeles de luz resplandeciente.

Te vi por la neblina de mi frente
—Isla desde tus márgenes amada—
leve despojo de la razón: la nada
diríase tu sino de repente.

Hallé junto a tu sien: la estrella pura
del caracol su lóbrega ventura
algas y limos, milagrosa vida.

En este espacio luminoso creo:
en nacarado semidiós —bufeo—
en tu salobre gracia bendecida.

 

BENJAMIN PÉRET

 

  

Noches blancas

 

 

Sobrepasada la caja de los camembert
el pequeño abejorro se ha perdido en el desierto
donde el jamón casi se muere de hambre
Corre a derecha e izquierda
pero a derecha e izquierda sólo ve tomates blanqueados con cal
Mira hacia arriba y ve un perchero
que le hace burla
oh perchero barnizado lustrado por las langostas marinas
ten piedad de un pequeño abejorro que saca la lengua
porque no puede disparar con el fusil sobre los calcetines
que harían una cena excelente
Ten piedad de un pequeño abejorro que toca la flauta
para tratar de encantarte
pues creyó que eras una serpiente
De no ser tú una serpiente de cascabel o de anteojos
el abejorro no habría roído su flauta
en su desesperación
y no hubiese esperado la muerte
detrás de una corbata
Y la muerte no hubiese acudido
como un rastrillo de cristal
y la muerte no lo hubiese recogido
como una colilla

 

Versión de Aldo Pellegrini

 

 

FERNANDO HUAROTO

 

  

seis

 

y nos lanzaron
una cuerda
en el  pozo del mundo
donde todos
hemos sido lanzados

que cual piedras
caíamos graves
hasta sonar al fondo
muy al fondo
donde la luz
se excusa
y nuestro ruido
se pierde negro
un poco limpio
         nunca inmaculado.

 

 

CHARLES PÉGUY

 

  

El juego del gana pierde

 

 

Yo he jugado con frecuencia con el hombre, dice
Dios.
!Pero qué juego! Tiemblo sólo de recordarlo.
He jugado muchas veces con el hombre,
pero, !por Dios!, que era sólo para salvarle
y he temblado de no poder salvarle, de no lograr salvarle
y Yo mismo me preguntaba con miedo si sería capaz
de salvarle.
Y fijaos si sé Yo lo insidiosa que es mi gracia y cómo
sabe revolverse y jugar (es hasta más astuta que
una mujer),
pues todo lo que ella hace jugando con el hombre es
dar vueltas y más vueltas
para salvar al hombre e impedirle pecar.
Juego por eso con él,
pero es el hombre el que quiere perder como un tonto
y soy Yo el que quiere que gane,
y algunas veces lo consigo:
que me gane.
Así que jugamos al que gana pierde,
por lo menos él.
Porque Yo, por mi parte, si pierdo pierdo,
pero él cuando pierde gana.
Es, como veis, un juego muy singular al que jugamos,
porque Yo soy a la vez su compañero y su adversario
de juego
y él quiere ganar contra mí, es decir perder,
y Yo, que juego contra él, lo que quiero es hacerle
ganar.

 

 

MARCO MARTOS

 

 

Ur, la voz de Wagner

 

 

En el sueño, abajo,
amenazas susurrantes
de la oscuridad primordial,
cavernas, aguas perpetuas
circulando entre las fogatas
y los hielos eternos.
¿Qué monstruos encontramos,
cuáles arrastramos por el fango
o viven en nuestros ojos ciegos?
Nadie lo sabe.
Oteamos una catástrofe al principio,
la enemistad entre los hombres,
el odio, los asesinatos,
las desdichas de los niños.
¿Para esto somos hombres?
Vivimos el crepúsculo,
la historia de los futuros
que no fueron:
muros silenciosos,
en medio de la meseta, feroces,
como en Sillustani,
donde silban todos los vientos,
como Hernán Cortés,
estudiando en Salamanca,
aspirando a sabio
o a ser un santo
muriendo de frío.
¿Acaso tú sabes,
George Steiner,
qué quiso decir
Schopenhauer cuando escribió:
“Perezca el mundo,
la música permanecerá”?
¿A qué se refería Kafka
cuando le dijo a Milena:
“Nadie canta con tanta pureza
como los que están
en el más profundo infierno;
su canto es lo que creemos
el canto de los ángeles”?
La belleza
que es sólo sonido,
es terrible
por los siglos de los siglos.
Suena y suena y suena
en la soledad del universo.

 

viernes, 28 de octubre de 2022


 

ANDRÉ PIEYRE DE MANDIARGUES

 

 

La ilusoria belleza

 

 

En esta noche de luna y nieve
Tú estás más a la sombra que de costumbre
De este modo el estanque detrás de los abedules
Disco de aguas muertas enmudecidas en plomo
Más negro más pesado bajo el cielo pálido.

Tú no ves más que otro espejo
Donde estás solitario y desnudo
Aguerrido ante tu imagen

Tan verdaderamente fría que los pájaros
Vienen a morir en tu ventana
Y tú los ves morir
Sin consentir abrirles tus labios
Que los atraerán fuera del bosque.

Tan cálidos como un nido
Tus labios pegados a las baldosas
Por un artificio de besos
Muy rápidamente desvanecido.

 

 

STELLA SIERRA

 

 

Alegría, alegría

 

 

Siente mi corazón una alegría
extraña, a flor de piel, vaso de esencia;
aunque yo desnudase su presencia
su desnudo integral me cegaría.
Es esta milagrosa sinfonía
de mi risa y mi danza, adolescencia
en mi sereno rumbo de inocencia,
trompo de luz y pétalo de un día.
¡Inquietud de soñar, canción temprana,
rosa de cielo y de ilusión, campana
que en mi celda interior amor invoca!
Es en mi corazón el goce tanto
que si yo intento convertirlo en llanto
la risa saltará sobre mi boca.

 

 

 

BENJAMIN PÉRET

 

  

Perro y gato

 

 

Por el sendero de las manos heladas se deslizan las oriflamas
son grises verdes azules rojas y tienen la forma de mi rostro
porque las hice parecidas a mi risa
que estalla en el musgo como una piedra que echa a volar
Y las piedras echan a volar diariamente como obreros que van
al trabajo
pues levantan vuelo para trabajar
y sus fábricas están en las nubes
y las nubes han envejecido como las escaleras que conducen
a las naranjas de lana
y hacen subir y bajar los albatros de mi cabeza
Albatros gracias a vosotros mi cabeza me corta los pies
y mis pies son pálidas vírgenes
macilentas como un dios
Albatros albatros si mi cabeza no estuviera en vosotros
tendría al menos la forma de vuestros picos
y mis uñas estarían en vuestros picos
porque ellos han hecho mi cabeza
tal como la tierra hace el agua
tal como el agua usa las cuerdas de los arcos que las
circunstancias dejan flojas
y los arcos los arcos dios mío se ahogan en la llanura sumergida
que se llama Has visto a esos idiotas
La llanura está sumergida de tal modo que ya no es llanura
sino mano
Un poco más y será vientre
después torso

Al fin y al cabo reconoceré su rostro semejante a un bosque

  

Versión de Aldo Pellegrini

 

FERNANDO HUAROTO

 

 

cuatro

  


danza la noche 

           fragmento 

           y ritmo 

todo tiembla 

de pasmo a pasmo

de codo a codo

         así crece la noche

purísima en su número

saqra en su orfandad

alta en sus abismos.

 

 

 

CHARLES PÉGUY

 

  

El Ciego

 

 

I

Siete ciudades se jactan de haber producido a Homero
pero él no nació en ninguna de las siete alternativas
Esmirna le ha alimentado desde la fina profundidad de los bosques
Quíos le ha arrullado desde los brazos de su madre

Colofón no manejó sino una gloria efímera
Salamina con él hizo naufragar al rey de reyes
Rodas le ha empapado con el respeto por las leyes
Argos le ha frotado con la sangre de las quimeras

Nosotros le otorgamos de este modo a la séptima, Atenas,
la única donde estamos seguros que nunca lo vieron
los nacimientos de antes siempre son inciertos

[estos]son los hijos de las antiguas fuentes, solitarias,
que el Padre ha dado
Padre, he aquí a tus hijos, todos son tus grandes capitanes
y el desfile único, [que]fue visto sólo una vez

 

 

MARCO MARTOS

 

 

El sol negro de la melancolía

 


Miro el mundo
con el vidrio opaco
que me ha dado
la muerte.
La rosa es bella,
pero ¡tan extraña!
¡tan efímera!
No sé qué hacer con ella.
Y tú ¿qué haces con nosotros?
oh Dios,
¿con qué vidrio nos miras?
¿cómo nos juzgas?
Tú eres mi Dios,
tú que todo lo aniquilas.

 

jueves, 27 de octubre de 2022


 

ANDRÉ PIEYRE DE MANDIARGUES

 

 

La habitual

 

 

Ella está desnuda negra y blanca
Ella recarga su boca en la ventana
Sobre la encrucijada de un pequeño jardín

Se embellece cuando llueve
Cuando llora o cuando ríe
Ella siempre está ensimismada
Y los paseantes no la miran más a pesar de su gran belleza.

Ella es altiva y habitual
Como todas las puertas cerradas
De todas las casas de este país luterano.

 

 

STELLA SIERRA

 

 

 

Poema del mar en tres movimientos

  

 

I

Plenitud de tu nombre, mar. Tu ritmo,
ir y venir, llegar, saltar la cima
de tu propio elemento:
deshojar con tu fuerza la flor de sal y vértice de espuma
de tu risa de fósforo:
sacudirte
como una crin inmensa, brava, rota,
doblarte en equilibrio de serpiente:
¡tragarte el cielo en tu plumón de agua!
Tu ritmo, mar, tu ritmo de latido:
Golpe, dolor, que convirtió tu sexo
en abismo insondable.
¡Pleamar, pleamar! Corre la línea límpida en su mórbida
cavidad de horizonte:
brinca con fiebre al signo de la altura,
vertical en su encuentro: despunta en el trapecio de su longevidad,
rosa de esponja.
Horizontal se tiende en la flexible maraña de sus vértebras
y vuela, salta, corre —libre y ágil—,
para alcanzar la linde de la playa.

Lame tu lengua, punta del sentido,
la roca caracol.
Delgada rompe
la telaraña de la arena fija.
Raíz de yodo y sal, pulpo de histeria roja,
se desbarata el sexo.

¡Látigo del naufragio!
La ola se alza en arco hueco y duro;
choca el acero
de su espuma en el yunque;
silba cortada
por su matriz eléctrica.
Ruge en la altura,
explota su pulmón con sangre amarga,
flor enferma y caliente.
Se arroja al nacimiento de su fulgor relámpago:
abre de nuevo el ángulo del trueno
y se tiende desnuda y cristalina.

¡Bajamar, bajamar! Tiembla la ola
de movimiento en círculo.
Grita el viento enredado dentro del caracol.
Abre el pulpo los brazos y la rosa coral.
Y, jadeante la estrella, quiebra el cristal —de sol, de sal y luna—
para enlazar tu seno con el cielo.

Tu ritmo, mar, tu ritmo de latido:
¡Golpe, dolor, que convirtió tu sexo en abismo insondable!

 

 

II

Bailan, bailan y bailan
las estrellas del mar, blancas, grises y lilas en la noche sin ecos.
Bailan ebrias de sal, duras de yodo y sol, senos tensos de una
concha partida en cinco.
Danza la estrellamar con la flor de los vientos. Danza en la punta breve
de sus púas dolidas.
En su mundo de peces brinca el sol de visita con sus joyas de oro:
¡Todo es canto en la ronda!
La luna grande cuelga del árbol de coral.
Canta la ola tonta con su coro de voces
y en la flauta del viento se ríe el caracol.
¡La estrellamar, la estrellamar!
Danza desnuda y ágil, danza casta y liviana con su traje de calcio
y sus dedos de luz. ¡La estrellamar!

…………

Para que naufragara mi canto de esperanza
—¿Hacia dónde encendiste, mar, tu ardor de neblina?—:
para que mi amargura se muriese a la vuelta
de tu ruido mágico,
miré tu carne gris —gris de alma y de angustia— y tu espuma de nube.
¡El ancla del mar! ¡Los brazos levantados en cruz!
Y me elevaste todo el pensamiento oscuro de tormenta en la noche,
a tu fulgor sin sombras.
¡A tu rostro de abismo…!
De frente, sí, de frente
para guardar tu imagen eterna en la pupila.
¡Que se cierren los párpados por el peso del sueño!
En el pétalo verde de tu flor que se rompe
a la hora del llanto
se abrirán las varillas de los largos caminos.
Soñé tu soledad despierta por la aurora indecisa y fugaz.
Tu soledad de hoja
plana: ¡Circunferencia del azul en tu alma!
¡Semicírculo abierto por tus dedos cristales
en una sola ruta!
Tu soledad de pájaros. ¿Dónde el pico de estrella y la voz de infinito?
¡Tu soledad desnuda y ardiente por mi cuerpo!
¡Desnuda soledad!
¿Para qué en la distancia va la vela dolida de tu fulgor relámpago?
¿Para qué rompe el viento tu voz ronca?
¿Por qué contra la roca, agria de sal y sol, ha de estrellarse el pez?
Remuevo lo insondable de tu entraña partida, mar inmenso. La abierta
herida de tu carne.
Por tu alma tan sola y por mi cuerpo pleno, la comunión de dicha.
Y mis brazos tendidos cabalgando ignorados en tu rosa de oro:
¡Tú y yo en la soledad!

 

 

III

Si tu sollozo, mar,
te vaciara hasta el alma en la infinita saloma de la estrella.
Si tu voz, hueca y honda,
de trueno en la distancia, daga virgen
que amenaza la noche,
despertara la luz.
Si tú, lejano y cerca —cuerpo, cárcel—
de la nube y la espuma,
rompieras el misterio.
Pero no. Que están contados ya todos tus pasos
uno a uno en la sombra
de tus caminos grises.
¡Corazón, corazón de mar,
tan dolido en lo alegre!
¡Con tu tristeza abierta para el goce
de la ola y el cielo!
¡Ríos, muertes, dolor,
sombras desnudas
cabalgando a su antojo por tu sangre!
El trompo de coral, la calavera
con su risa vacía
bailando por tu ser, eterno ser.
¡Tú, mar,
con soldados de luna que se pudren
en los guiños del tiempo!
¡Y quillas de cristal entrelazadas
al árbol verde!
¡Tú, y la concha partida en el martirio
de sus hijos redondos!
¡Tú, mar, con los cien sexos
de la mujer y el hombre
podridos en su afán de paz delgada!
Mar infinito. Solo.
Paz y humo
de corazón adentro y de la rosa.
Comunión de mi ser y tu honda imagen:
de mi alma y tu cuerpo.
¡Tú y yo, mar,
en esta paz rosada, sin sentido!
Mar pleno. Puro mar.

 

 

BENJAMIN PÉRET

 

  

Nada

 

 

Viernes dice a domingo
quítate tú que me ponga yo

Mas domingo ha salido de su cueva
y tapona la primavera
como mierda de perro
que ladrase tras
los martes, miércoles, jueves, sábados y lunes.

 

Versión de José Ángel Valente

 

 

FERNANDO HUAROTO

 

  

dos

 


necesariamente

vuestra esperanza

se me lanza y se me amarra al cuello

                    y me pesa alzar la cabeza 

al ver como las estrellas 

se me amansan

              percutando 

              cuerpo a cuerpo

en su acorde

negro

casi pulcro

de carne

misericordia

y sacramento.

 

 

 

CHARLES PÉGUY

 

 

 

Tapisserie de Notre Dame (fragmento)

 

  

Cuando hubo que sentarse en la cruz de dos caminos.
Y elegir entre el pesar y el remordimiento…
Usted sola sabe, dueña del secreto,
Que uno de los dos caminos corría más abajo
Usted conoce el que eligieron nuestros pasos…
«Y no por virtud, ya que no poseemos mucha,
Y no por deber, ya que no nos gusta…
«Y para colocarnos mejor en el eje de nuestra angustia,
Y por esa sorda necesidad de ser más desgraciado.

Pero la esperanza, dice Dios, esto sí que me extraña,
me extraña hasta a Mí mismo,
esto sí que es algo verdaderamente extraño.
Que estos pobres hijos vean cómo marchan hoy las cosas
y que crean que mañana irá todo mejor,
esto sí que es asombroso y es, con mucho,
la mayor maravilla de nuestra gracia.

Yo Mismo estoy asombrado de ello.
Es preciso que mi gracia sea efectivamente de una fuerza increíble
y que brote de una fuente inagotable
desde que comenzó a brotar por primera vez
como un río de sangre del costado abierto de mi Hijo.

¿Cuál no será preciso que sea mi gracia y la fuerza de mi gracia
para que esta pequeña esperanza,
vacilante ante el soplo del pecado,
temblorosa ante los vientos,
agonizante al menor soplo,
siga estando viva, se mantenga tan fiel, tan en pie,
tan invencible y pura e inmortal e imposible de apagar
como la pequeña llama del santuario
que arde eternamente en la lámpara fiel?

De esta manera,
una llama temblorosa ha atravesado el espesor de los mundos,
una llama vacilante ha atravesado el espesor de los tiempos,
una llama imposible de dominar, imposible de apagar al soplo
de la muerte,la esperanza.
Lo que me asombra, dice Dios, es la esperanza,
y no salgo de mi asombro.
Esta pequeña esperanza que parece una cosita de nada,
esta pequeña niña esperanza,
inmortal.

Porque mis tres virtudes, dice Dios, mis criaturas,
mis hijas, mis niñas,
son como mis otras criaturas de la raza de los hombres:
la Fe es una esposa fiel,
la Caridad es una madre, una madre ardiente, toda corazón,
o quizá es una hermana mayor que es como una madre.

Y la Esperanza es una niñita de nada
que vino al mundo la Navidad del año pasado
y que juega todavía con Enero, el buenazo,
con sus arbolitos de madera de nacimiento,
cubiertos de escarcha pintada,
y con su buey y su mula de madera pintada,
y con su cuna de paja que los animales no comen porque son de madera.
Pero, sin embargo, esta niñita esperanza es la que
atravesará los mundos, esta niñita de nada,
ella sola, y llevando consigo a las otras dos virtudes,
ella es la que atravesará los mundos llenos de obstáculos.
Como la estrella condujo a los tres Reyes Magos desde
los confines del Oriente, hacia la cuna de mi Hijo,
así una llama temblorosa, la esperanza,
ella sola, guiará a las virtudes y a los mundos,
una llama romperá las eternas tinieblas.

Por el camino empinado, arenoso y estrecho,
arrastrada y colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores,
que la llevan de la mano,
va la pequeña esperanza
y en medio de sus dos hermanas mayores da la sensación
de dejarse arrastrar
como un niño que no tuviera fuerza para caminar.
Pero, en realidad, es ella la que hace andar a las otras dos,
y la que las arrastra,
y la que hace andar al mundo entero
y la que le arrastra.
Porque en verdad no se trabaja sino por los hijos
y las dos mayores no avanzan sino gracias a la pequeña”.