domingo, 24 de junio de 2012

FRANK OTERO LUQUE






Carnívoro y terrestre



Carnívoro y terrestre,
en mi jaula de carne y hueso
mi vida aderezo
con Martha, con Paula o con cualquiera.

Animal pedestre
(una fiera)
que no recuerda su origen ni su destino,
que sin el más mínimo tino
se entrega a la cerveza, al ron y al vino.

Cazador y presa,
permanente deprimido
que termina exprimido por cualquier droga.
Piensa en hacer Yoga,
piensa tantas cosas...

De pronto, angustias horrorosas.
Escaparme quiero, pero no puedo.
Morir prefiero
y tengo miedo.

Banales ilusiones mi “espíritu” levantan:
un coche, la moda, al dinero una oda,
y mis bajas pasiones al oído me cantan.
Mas todo se acaba o todo me embota.

Tendido en mi lecho mi alma rebota
y añoro un pecho del que lactaba.
No el de mi madre
sino el de la vida.

Evoco las notas de una vieja canción
y solo las gotas de un lejano perfume
hacen que me esfume a una extraña nación.

Mas aquella se me hace mucho más conocida,
se entreabre una puerta y me invita a que pase.
Mi acodo se injerta
y reencuentro el camino de la senda perdida.
Una luz vaticino,
mejora mi herida.

Retorno a este mundo feliz de mi hallazgo.
Con convencimiento profundo
a mis amigos les cuento de mi gran momento.
Mas mi liderazgo no halla seguidores;
hasta mis parientes son poco receptores
y se tornan burlones, bufones e hirientes.

Averiguo, indago, mil preguntas hago.
Descubro, de repente,
que más gente está en la misma onda.
La lombriz inquietante se vuelve anaconda.

Embriones y huevos eclosionaron.
Y los amigos que hasta hoy me entendieron
también se marcharon.
Ya todos se fueron.

Pero no importa,
porque todo es tan claro:
en lo que a mí compete,
la luz brilla con más intensidad,
las notas musicales son más de siete…

Inspiración a raudales,
en un paso una milla;
todo es musicalidad.
Y hay tanta, tanta “causalidad”.

De pronto,
contra mí se conjuran los cuatro elementos
y todos los astros del firmamento.
Ya nada entiendo;
estoy sucumbiendo…

Y me procuran mis cinco sentidos
más y más tentaciones.
Y a ellas me entrego
con fuertes latidos y loca pasión.

¿Dónde está la nueva nación?
De nuevo soy lego
y me embargan la ira, la lujuria y la mentira.
Mis amigos tenían razón...

¿Pero a quién engaño sino es a mí mismo?
Me embarga la desazón.
Porque al borde del abismo develé un paño
y atisbé el camino de la perfección.

Somos semilla más que fruto,
más camino que llegada.
Somos joya siempre en bruto;
obra siempre inacabada.

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