En
el sueño yo muero
En
el sueño no muero, me traslado
con
la flama hacia mi cuerpo
No
hay más ruinas que levantar
acaso
la máscara que me vio partir
rumbo
a la noche blanda, eléctrica. No
muero,
me sostengo en cada paso
que
enciende la nube
y
callo
—Aquí,
decía el poeta y voy al vértice
Hay
montañas que tienden al precipicio
soy
la caída, la ondulación
Hay
gente que señala hacia las piedras
Hay
un pozo al centro de la plaza
y
cabezas lanzadas desde su brocal
van
al llanto, a la bala
en
el grito, el último
Ayer
se moría para ceder la entrada al túnel
hoy
los engranes del silencio transgreden
una
piel que me devora
Hay
un jardín de raíces pudriéndose
en
estos ojos sumergidos en el amanecer
en
la sangre de una bóveda calcinada
He
dejado de partir
la
pupila se contrae
al
centro de un cielo amniótico
ya
no atiendo a la prisa de la duda
ni
escucho al rostro disperso del muro
pero
aunque no muero sé que el viento
me
humilla al despertar en otro sol
de
claves marchitas
de
nieve azulada que brota de los poros, de la boca
En
el sueño hay un río que se lleva el cadáver
y
un árbol que sujeta el temblor
Aquí,
en el negro inmóvil, bajo un viento artificial
La
vida se demora.
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