viernes, 10 de agosto de 2012

INGRID VALENCIA





En el sueño yo muero



En el sueño no muero, me traslado
con la flama hacia mi cuerpo
No hay más ruinas que levantar
acaso la máscara que me vio partir
rumbo a la noche blanda, eléctrica. No
muero, me sostengo en cada paso
que enciende la nube
y callo
—Aquí,  decía el poeta y voy al vértice
Hay montañas que tienden al precipicio
soy la caída, la ondulación
Hay gente que señala hacia las piedras
Hay un pozo al centro de la plaza
y cabezas lanzadas desde su brocal
van al llanto, a la bala
en el grito, el último
Ayer se moría para ceder la entrada al túnel
hoy los engranes del silencio transgreden
una piel que me devora
Hay un jardín de raíces pudriéndose
en estos ojos sumergidos en el amanecer
en la sangre de una bóveda calcinada
He dejado de partir
la pupila se contrae
al centro de un cielo amniótico
ya no atiendo a la prisa de la duda
ni escucho al rostro disperso del muro
pero aunque no muero sé que el viento
me humilla al despertar en otro sol
de claves marchitas
de nieve azulada que brota de los poros, de la boca
En el sueño hay un río que se lleva el cadáver
y un árbol que sujeta el temblor
Aquí, en el negro inmóvil, bajo un viento artificial
La vida se demora.

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