Exilio
de la nada
Te
esperé entre los chopos y en los sauces,
en la tierra que acoge el limonero
y en los ríos que olvidan su sendero
y para hallarte crecen de sus cauces.
en la tierra que acoge el limonero
y en los ríos que olvidan su sendero
y para hallarte crecen de sus cauces.
Te
salvé de la nada y de sus fauces,
hice de tu recuerdo el compañero
que me dice en voz baja que te quiero
y te pide en voz alta que te encauces.
hice de tu recuerdo el compañero
que me dice en voz baja que te quiero
y te pide en voz alta que te encauces.
Te
apacigüé en la tarde desahuciada,
en las noches hendidas por la luna
y en la cumbre del lobo más arisco.
en las noches hendidas por la luna
y en la cumbre del lobo más arisco.
Y
te besé en tu boca recobrada
que retiene en la arena y en la duna
la sangre coagulada del hibisco.
que retiene en la arena y en la duna
la sangre coagulada del hibisco.
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