viernes, 14 de septiembre de 2012

ISRAEL CLARA





Exilio de la nada



Te esperé entre los chopos y en los sauces,
en la tierra que acoge el limonero
y en los ríos que olvidan su sendero
y para hallarte crecen de sus cauces.

Te salvé de la nada y de sus fauces,
hice de tu recuerdo el compañero
que me dice en voz baja que te quiero
y te pide en voz alta que te encauces.

Te apacigüé en la tarde desahuciada,
en las noches hendidas por la luna
y en la cumbre del lobo más arisco.

Y te besé en tu boca recobrada
que retiene en la arena y en la duna
la sangre coagulada del hibisco.

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