lunes, 26 de noviembre de 2012

LUIS RAÚL CALVO




  
III



Nunca sabremos con total certeza
cual fue el ojo de la mirada
que cautivó nuestros sentidos.

Tampoco será fácil reconocer
el ojo que condenó a perpetuidad
estos rutinarios actos.

Lo que sí corroe con furia
los bajos fondos del alma
es esta libertad a medias
a que nos condujo ciegamente
ese ojo, esa mirada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario