I
Olorosas
Sin rendir su fuego
ni el otoño
Su redondez
entrando en todas partes
Las mandarinas quedan
todavía
suspensas del calvario de una rama
conque se azota el viento,
cuando ya el viento es ido
y de la rama queda apenas
un comienzo de verde renovado
Sin rendir su fuego
ni el otoño
Su redondez
entrando en todas partes
Las mandarinas quedan
todavía
suspensas del calvario de una rama
conque se azota el viento,
cuando ya el viento es ido
y de la rama queda apenas
un comienzo de verde renovado
Se
adivina por ellas
el ramaje,
donde la flor
ya se insinúa
pero dispone aún
de ese mañana
en que sueña, remota,
ya haber sido
el ramaje,
donde la flor
ya se insinúa
pero dispone aún
de ese mañana
en que sueña, remota,
ya haber sido
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