Las
manos
Mira
tu mano, que despacio se mueve,
transparente,
tangible, atravesada por la luz,
hermosa,
viva, casi humana en la noche.
Con
reflejo de luna, con dolor de mejilla, con vaguedad de sueño
mírala
así crecer, mientras alzas el brazo,
búsqueda
inútil de una noche perdida,
ala
de luz que cruzando en silencio
toca
carnal esa bóveda oscura.
No
fosforece tu pesar, no ha atrapado
ese
caliente palpitar de otro vuelo.
Mano
volante perseguida: pareja.
Dulces,
oscuras, apagadas, cruzáis.
Sois
las manos vocaciones, los signos
que
en la tiniebla sin sonido se apelan.
Cielo
extinguido de luceros que, tibio,
Campo
a los vuelos silenciosos te brindas.
Manos
de amantes que murieron, recientes,
manos
con vida que volantes se buscan
y
cuando chocan y se estrechan encienden
sobre
los hombres una luna instantánea.
De “Sombra del paraíso”
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