En
un escombro de la vieja Managua
Navajas
con filo se deslizan sobre pezones vírgenes
el
golpe sobrevive ante el pavor,
la
mano empuña, amenaza
es
la vara que mide un cuerpo
lo
recorre a prisa,
voraz
otra vez se detiene y avanza
la
puñalada llega y se va
hasta
cegar los ojos negros
de
la limpia vidrios de desdentado rostro,
matemática
fue la hora de su nacimiento
para
que el padre negara su existir
y
le fue concedido su reino
de
habitar entre latas y cartón
erigido
el lugar habitado por la nada
que
frente a los autobuses
se
estaciona
y
un semáforo es su único acompañante
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